El fin no justifica los medios
Manuel Hinds considera que los medios pueden destruir el fin y que durante los últimos 200 años América Latina varias veces ha optado por ignorar este riesgo.
Por Manuel Hinds
El problema central
El Salvador se enfrenta ahora de una manera claramente definida a un problema que la civilización occidental enfrentó hace muchos siglos y cuya solución la definió, a ella y a su religión. El problema es si el fin justifica los medios. Como se plantean las elecciones, hay que decidir si el fin (la eliminación del crimen) justifica irrespetar los derechos de culpables e inocentes, que son la base de toda sociedad civilizada.
El problema ético
El problema ético principal es que no puede justificarse el deshumanizar a la gente para lograr humanizarla, que es el objetivo del desarrollo. El tratar a un grupo de personas como no- humanos, como gusanos y cucarachas, niega la dignidad del ser humano, normaliza la idea que matar a alguien que no es humano es aceptable, y, cosa que nadie parece realizar en El Salvador, abre la puerta para que cualquiera pueda ser deshumanizado.
Los medios destruyen el fin
Como se ha demostrado en todos los casos en que esta confrontación de fines y medios se ha dado en la historia, al usar medios antiéticos para lograr fines éticos corrompen a los que ejecutan los medios. Poco a poco, éstos comienzan a usar medios antiéticos para lograr sus propios fines, sin tomar en cuenta cualquier consideración ética. Así, si los pelotones de soldados son arbitrarios para combatir a los pandilleros se vuelven arbitrarios para abusar del poder y lograr sus propios objetivos. Parafraseando a Abraham Lincoln en su famoso discurso de la casa dividida: “Una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse”.
Dijo Lincoln: “Creo que este gobierno no puede sobrevivir mitad esclavo y mitad libre. No espero que se disuelva la Unión. No espero que la casa se caiga. Pero va a dejar de dividirse.“ Igualmente, puede decirse que un gobierno no puede ser medio arbitrario y medio respetuoso del imperio de la ley. Va a terminar siendo o todo arbitrario o todo respetuoso de la constitución. Si el poder ya está en el arbitrario, ya se sabe hacia donde se tornará la casa entera.
La transferencia del mal - el efecto Lucifer
Por este mismo mecanismo por el cual la casa evita caerse se transmite el mal que se está haciendo a través de los medios antiéticos. El mal se transmite en círculos concéntricos que abarcan cada vez más ciudadanos inocentes. Así, por ejemplo, al usar métodos antiéticos se cometen crímenes, que el gobierno quiere que la gente ignore. Por eso, los métodos antiéticos contra criminales, o supuestos criminales, resultan en la persecución de periodistas que los denuncian, que no son criminales, pero que son tratados como tales. Esto lleva a represiones cada vez mayores contras cualesquiera que hagan críticas, que terminan en la cárcel o en el exilio. Luego los círculos concéntricos alcanzan a muchos otros, aunque bajen su cabeza y no digan nada.
Philip Zimbardo, profesor de sicología de Stanford, hizo un experimento, que reportó en un libro llamado El efecto Lucifer, en el que dividió a su clase entre prisioneros y guardias, y dejó que los últimos trataran a los primeros como quisieran. Esto transformó a los guardias, que se volvieron sádicos y agresivos, al punto que tuvo que suspender el experimento. El darle a policías y soldados sin vigilancia judicial el poder sobre vidas y haciendas crea siempre el Efecto Lucifer.
¿Cuándo tiempo pasará antes de que regrese el viejo problema de El Salvador, que había desaparecido con los Acuerdos de Paz: la prepotencia y corrupción de los cuerpos de seguridad? El jefe de la policía dijo hace poco que los policías y soldados son los jueces de la calle y tienen el suficiente criterio para juzgar a cualquiera. Es el “Yo te puedo hacer lo que yo quiera”. Es el Efecto Lucifer.
Al final, el fin original se olvida y todo se convierte en abusos de poder. Como dicen los torturadores a Winston, el personaje de principal de la novela 1984: “El poder no es un medio, es un fin. Uno no establece una dictadura para salvaguardar una revolución; uno hace la revolución para establecer la dictadura. El objetivo de la persecución es la persecución misma. El objetivo de la tortura es la tortura. El objetivo del poder es el poder”.
Los fracasos de 200 años
El argumento más contundente contra la idea de que el fin justifica los medios es que, con períodos excepcionales, América Latina ha escogido siempre el atajo de tratar de justificar los medios con el fin–y en todos los casos ha fracasado como sociedad porque no ha logrado los fines y se ha corrompido por la justificación de cualquier medio en la lucha por el poder. Al final, lo único que se ha logrado es solidificar el poder de los tiranos…y luego la queja eterna de que al pobre pueblo lo han engañado cuando el mismo ha apoyado la arbitrariedad creyendo que los gobiernos pueden ser mitad arbitrarios contra los enemigos de cada grupo de votantes, y respetuoso de la ley en lo que les conviene a ellos. Si, pobre pueblo, si escoge la esclavitud sobre la dignidad y la libertad humanas.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 29 de junio de 2023.