El fin del empleo

Macario Schettino dice que "es importante recordar que el empleo no ha existido siempre. En los miles de años en que el ser humano vivió alrededor de la tierra, el empleo no fue la forma de relacionarnos. Hubo trabajo comunitario, diversas formas de aparcería, arrendamiento, peonaje, pero muy poco empleo".

Por Macario Schettino

Desde hace algún tiempo he comentado mi convicción de que el empleo se acaba. No quiero decir que haya menos empleos, o que sean de menor duración, que ambas cosas son ciertas. Lo que quiero decir es que ya no habrá empleo.

Normalmente esta afirmación es tomada como una broma, cuando no piensan que más bien estoy loco. Sin embargo, es importante recordar que el empleo no ha existido siempre. En los miles de años en que el ser humano vivió alrededor de la tierra, el empleo no fue la forma de relacionarnos. Hubo trabajo comunitario, diversas formas de aparcería, arrendamiento, peonaje, pero muy poco empleo.

Incluso en actividades que después serían la base de la industria, y que en esos miles de años complementaban la producción agrícola, el empleo no fue frecuente. La producción de artesanos se hacía más bien utilizando la institución del maestro-aprendiz, que en sus versiones medievales conformaron los gremios. El empleo no era común.

El empleo se convierte en la relación productiva más común a partir de la economía industrial. Esto significa que los primeros esbozos son del siglo XVII, muy limitados, que se convierte en la dinámica central en los primeros países hacia 1820, y que para 1870 es la dinámica central global. Junto con esa explosión de empleos aparecen los sindicatos, y después los partidos de izquierda. La época de oro ocurre en la posguerra, y el derrumbe inicia hacia 1979. Desde entonces, los empleos ya no abundan, los sindicatos pierden terreno, y la izquierda ya no es muy diferente de la derecha, al menos cuando gobiernan.

Indudablemente, vamos a seguir produciendo riqueza, y habrá empleo por un buen rato en al menos dos áreas: la industria, cada vez menos importante, y el gobierno, que tardará mucho en entender el cambio. Pero estoy convencido de que la forma de producir riqueza y quedarse con una parte de ella será, en los años que vienen, a través de relaciones distintas del empleo.

Bueno, le comento todo esto porque hace un mes se publicó un libro (en inglés) de Tyler Cowen que me parece que coincide en varias cosas con lo que hemos platicado por acá. No sé si recuerde a Cowen, pero comentamos su libro El gran estancamiento (en inglés) hace un par de años (10 de marzo de 2011). En ese entonces, Cowen argumentaba que habíamos llegado a un punto de estancamiento producto de la falta de innovación. No estábamos de acuerdo con Cowen en el pesimismo, y menos cuando se publicó Carrera contra la máquina de Brynjolfsson, que también reseñamos en 2011 (17 de noviembre).

Afortunadamente, Cowen también consideró interesante el libro de Brynjolfsson, y a partir de su lectura (y de otros libros), revisó su posición, que ahora aparece en este nuevo libro: Se acabó el promedio. En el subtítulo sigue con su gran estancamiento, pero no le haga usted mucho caso. El libro tiene tres partes, de las cuales sólo he leído la primera, y es de la que le quiero platicar. En la segunda parte analiza el impacto de los juegos en el avance tecnológico (especialmente el ajedrez), y en la tercera hablara del nuevo mundo del trabajo. Luego le platico de esta última parte.

Lo que me parece muy interesante es que Cowen también percibe esta gran transformación en el empleo, y a la luz de ella entiende lo que pasa en EE.UU. de una forma diferente de la mayoría de los opinadores. Por ejemplo, hablando acerca del tema del Obamacare (el programa de Obama que obliga a las empresas a pagar un seguro de gastos médicos a sus trabajadores), dice que “la fundación Kaiser estima que la prima de seguro de gastos médicos para una familia de cuatro personas promedia 15 mil dólares, y en diez años costará 32 mil. Pero eso es más que lo que vale la mayoría de los trabajadores. En 2010 el salario mediano en EE.UU. para una persona (no un hogar) fue de $26.363”.

Cowen revisa diferentes estadísticas para confirmar algo: las necesidades de mano de obra están cambiando, y mucho, y aunque no llega a decir, como yo, que el empleo se ha terminado, sí establece a lo largo de la primera parte del libro diversas tendencias que modificarán totalmente lo que conocemos.

En resumen, “las tendencias del mercado laboral implican mayor pago para los jefes, mayor enfoque en el ánimo en el mercado de trabajo, mayor demanda de trabajadores obedientes y concienzudos, mucha mayor desigualdad en la parte alta, grandes ganancias para la elite cognitiva, mucho ‘freelancing’ en el sector servicios, y serias dificultades para los trabajadores sin muchas habilidades”.

Un dato interesante de Cowen es que las mujeres son más concienzudas, generalmente, que los hombres en su trabajo. Por eso, dice, se encuentra una mayor tasa de desempleo en hombres jóvenes que en mujeres. Sin embargo, en la parte más alta de la pirámide encuentra uno mayor proporción de hombres. En cualquier caso, la transformación del mercado está provocando un fenómeno muy interesante: la mayor parte de los empleos generados desde la recesión de 2009 son de muy bajo ingreso. Pero hay también empleos de muy alto ingreso que se han creado. Lo que no hay mucho es lo que va en medio. Dicho de otra forma, se polariza el mercado laboral.

La próxima semana le platico lo que Cowen percibe como el nuevo mundo del trabajo. Pero espero que con estas pinceladas le quede a usted la duda de si lo que está pasando en el mundo es “normal” o si estamos, como tanto he insistido, en un cambio de época. Le seguiremos con el tema.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universal (México) el 22 de octubre de 2013.