El etanol hace a la gasolina más cara y más sucia
Por Jerry Taylor y Peter Van Doren
Peter Van Doren es Editor, Revista Regulation del Cato Institute.
En su discurso del Estado de la Unión, el presidente Bush habló mucho sobre la independencia de energía y de fuentes alternativas como el etanol. De acuerdo al presidente, el etanol es el elixir mágico que resolverá virtualmente todo problema económico, ambiental y de política exterior en el horizonte. En realidad, es enormemente costoso y es un desperdicio.
Las mentiras y percepciones equivocadas con respecto al etanol incluyen:
El etanol conducirá a la independencia energética. Si todo el maíz producido en los EE.UU. el año pasado fuese dedicado a la producción de etanol (14,3 por ciento de este si lo fue), el consumo estadounidense de gasolina hubiese caído por un 12 por ciento. Para que el etanol de maíz completamente desplace al consumo de gasolina en este país, necesitaríamos expropiar todas las tierras de maíz, convertirlas totalmente a la producción de maíz para etanol, y luego encontrar aún 20 por ciento más de tierra.
La Administración Estadounidense de Información Energética cree que el límite práctico para la producción doméstica de etanol es de cerca de 700.000 barriles por día, una cifra que ellos no creen que sea realista hasta por lo menos el 2030. Aquello representaría cerca de un 6 por ciento del mercado estadounidense de combustibles para transportes en el 2030.
El etanol es económicamente competitivo ahora. De acuerdo a un reporte del 2005 emitido por el Departamento de Agricultura, el costo promedio de producción del maíz de etanol es de $2,53, o varias veces lo que cuesta producir un galón de gasolina. Sin los subsidios, los costos aún serían más altos. Un estudio del pasado otoño del Instituto Internacional para el Desarrollo Sustentable descubrió que los subsidios para el etanol constituyen entre $1,05-$1,38 por galón, o entre 42 y 55 por ciento del precio del etanol en el mercado.
El etanol reduce los precios de la gasolina. Si usted vivía en California o en las otras áreas que usaron gasolina reformulada el verano pasado—esa es la gasolina ambientalmente “limpia” requerida para las áreas con problemas de contaminación, y es ahí donde gran parte del etanol fue utilizado— puede que haya pagado hasta 60 centavos más por galón de gasolina de lo que hubiese pagado de lo contrario. Eso es porque el gobierno federal requirió que las refinerías petroleras usaran 4.000 millones de galones de etanol en el 2006 sin importar el precio, y los precios en las estaciones de gasolina el verano pasado reflejaron el hecho de que el etanol costó el doble que la gasolina convencional.
El etanol es un combustible renovable. De acuerdo a un grupo de académicos de la Universidad de California en Berkeley quienes publicaron en la revista Science del año pasado, un artículo, entre el 5 por ciento y 26 por ciento del contenido de energía del etanol es “renovable”. El balance de la energía del etanol, en realidad viene de la abundante cantidad de carbón, gas natural y poder nuclear que son necesarios para producir maíz y procesarlo para convertirlo en etanol.
El etanol reduce la contaminación del aire. Una revisión de la literatura realizada por el académico australiano Robert Niven concluyó que cuando las emisiones que se evaporan son tomadas en cuenta, E10 (el combustible que es 10 por ciento etanol y 90 por ciento gasolina, la mezcla común) aumenta las emisiones totales de hidrocarburos, compuestos orgánicos no metánicos, y tóxicos en el aire comparado con la gasolina convencional. El resultado es una mayor concentración de smog fotoquímico y de compuestos tóxicos.
El etanol reduce las emisiones de gas de invernadero. En el mejor de los casos, E10 reduce las emisiones de gas de invernadero por entre un 0 y un 5%; el etanol puro por un 12 por ciento. La Agencia Internacional de la Energía, sin embargo, estima que cuesta cerca de $250 reducir una tonelada de gases de esta manera, o más de 10 veces lo que el economista de Yale, William Nordhaus piensa que es económicamente sensible dada la economía del cambio climático. El etanol como una política para combatir el calentamiento global es lo que los académicos denominan como “habladurías de locos”.
Los subsidios para el etanol son necesarios para “igualar el territorio de competición”. Los subsidios para el petróleo constatan menos que $1.000 millones al año—entre seis y ocho veces menos que los subsidios al etanol—y resultan en un subsidio de alrededor de $0,3 por galón.
El etanol celulósico nos librará. Guy Caruso, el director de la Agencia Internacional de la Energía, indicó en un discurso este pasado diciembre que los costos de capital asociados con la producción de etanol celulósico fueron cinco veces mayores a aquellos asociados con la producción convencional de maíz de etanol. Sin embargo, cálculos como aquel son un tanto ligeros, puesto que no hay una industria actual de etanol celulósico, así que la información es difícil de obtener. Apostar el agro en una industria que todavía no existe para producir un producto que es sumamente costoso, no es el mejor uso para el dinero de los contribuyentes.
Si el etanol tiene mérito comercial, no necesita de un subsidio. Si no lo tiene, no habrá un subsidio lo suficientemente cuantioso que pueda otorgárselo. Y esa es la verdad.
Este artículo fue publicado originalmente en el Chicago Sun-Times el 27 de enero de 2007.
Traducido por Gabriela Calderón para Cato Institute.