El Estado causa el ciclo económico recesivo

Víctor Pavón considera que el gobierno de Paraguay debería implementar reformas en lugar de depender de condiciones externas favorables para cambiar la situación del país.

Por Víctor Pavón

Una economía en recesión requiere de señales positivas para salir de la misma. No hay otra manera que la de emitir medidas concretas que incentiven la oferta económica desde la perspectiva de lo que se llama el "supply side", esto es, impulsar sin obstáculos la diversificación productiva desde el sector privado (agricultura, industria, construcción, ganadería, comercio, servicios, comunicaciones y transporte) para así romper el ciclo económico recesivo; ciclo que, por cierto, fue provocado y mantenido por el propio Estado cuyos gobiernos se han dedicado a tirar nafta al fuego en lugar de apagarlo.

De manera que no hay novedades en el frente, por ende, la pregunta es ¿cómo entonces enfrentamos y salimos de esta recesión? Resulta pertinente decir que ha sido el propio Estado el que apuntaló la desaceleración porque sigue siendo un inhibidor para la creación e intercambio del ahorro y la inversión.

Los ciclos económicos o fluctuaciones de la actividad económica que provocan  fases de expansión y de contracción y así sucesivamente, han existido siempre y las llamadas “fallas del Estado” son sumamente recurrentes para explicar esos ciclos.

La naturaleza del Estado, en efecto, es la coerción, motivo por el cual se le asigna el rol de garantizar la seguridad. No obstante, su propia naturaleza lo lleva a través de sus políticos y técnicos a incidir sobre la dinámica propia de los factores de producción. El mercado de trabajo, por ejemplo, es intervenido cuando una legislación afecta la contratación de mano de obra de los sectores cuya productividad es menor al salario mínimo legal, acarreando de ese modo desempleo y/o informalidad entre los jóvenes y personas con poca preparación laboral.

De igual forma sucede en ámbitos más complejos. Un hecho probado en tal sentido es la famosa crisis subprime (clientes con escasa solvencia con alto riesgo de devolver los préstamos) de hace 12 años atrás en EE.UU. e iniciada en su mercado hipotecario. La política del gobierno estadounidense de entonces de ofrecer garantías sumadas a las bajas artificiales de las tasas de interés, entre otros, estimuló el endeudamiento de las familias, situación que creó una burbuja que luego estalló.

El prestigioso The Economist, al respecto, dijo en su momento que los políticos estimularon a los bancos a dar créditos riesgosos. De este modo y con una Reserva Federal (Banco Central) que impulsó una política monetaria expansiva en momentos de recesión, el resultado final fue que la recesión no solo se radicó en Norteamérica sino también se extendió hacia otros lugares del mundo.

Los ejemplos nombrados, como otros, muestran que el intervencionismo estatal es pernicioso y hasta un peligro tanto si pretende incentivar la economía como cuando no hace nada para precisamente destrabar los obstáculos que provocan la contracción económica. Y la razón es la misma: es el propio Estado el que mediante su respectivo gobierno incide, de una u otra manera y en menor o mayor grado, sobre las decisiones de los individuos y empresas en el sector privado.

Paraguay se encuentra precisamente en la situación que desde el gobierno no hay novedad alguna, algo que permita a los agentes económicos contar con una expectativa positiva o de aliento hacia lo que se viene desde ahora.

Esto de esperar y depender de lo que pase en la economía regional y mundial (llámese repunte de los precios de los commodities o un aumento del producto agropecuario) para cambiar la actual situación en nuestro país es lo más  grave y perjudicial que se puede seguir haciendo.