El embargo de Estados Unidos a Cuba es un fracaso

Daniel Griswold señala que hace mucho tiempo debió haberse eliminado el embargo de Estados Unidos a Cuba puesto que este solo ha servido para justificar los fracasos de las políticas comunistas del régimen de Castro.

Por Daniel T. Griswold

Obama debería levantar el embargo. Permitir más viajes y exportaciones agrícolas a Cuba sería bueno para la democracia y la economía.

Después de casi 50 años el embargo estadounidense contra Cuba, implementado durante la guerra fría, parece estar descongelándose. Esta primavera, la administración de Obama relajó los controles de viajes y remesas a la isla comunista por parte de cubano-americanos, y la semana pasada accedió a permitir la entrada de Cuba a la Organización de Estados Americanos (OEA).

Admitir a Cuba a la OEA puede ser prematuro, dado que el estatuto de la organización requiere que sus miembros sean democracias que respetan los derechos humanos. No obstante, los cambios a la política estadounidense del embargo económico debieron haberse hecho hace bastante tiempo.

El embargo ha sido un fracaso en todos sus frentes. No ha cambiado el curso ni la naturaleza del estado cubano. No ha liberado a ningún ciudadano cubano. Es más, el embargo ha hecho al pueblo cubano más pobre, sin hacerlos más libres. Al mismo tiempo, ha privado a ciudadanos estadounidenses de su libertad de viajar a la isla y ha costado a productores agrícolas miles de millones de dólares en potenciales exportaciones.

Como herramienta de política exterior, el embargo eleva la reputación del gobierno de Castro al proveer una excusa para los fracasos de las políticas “socialista-caribeñas”. Los hermanos Fidel y Raúl Castro pueden hablar airadamente acerca del daño que provoca el embargo a los cubanos, cuando son las políticas comunistas las que han causado más daño. El embargo también ha fallado al no proveer más poder político a los estadounidenses en La Habana.

En el año 2000, el congreso aprobó una modesta relajación del embargo. La Ley de Sanciones Comerciales y Mejoramiento de Exportaciones permite ventas —pagadas en efectivo únicamente— de productos agrícolas y suministros médicos. Los resultados de esta modesta apertura han sido impresionantes.

Desde el año 2000, la venta total de productos agrícolas a Cuba incrementó de cero a US$ 691 millones en el 2008. Los productos estadounidenses más importantes, de acuerdo a su valor, exportados a Cuba son el maíz, la carne, las aves de corral, el trigo y la soja. De el cliente menos importante, Cuba es ahora el sexto cliente más importante para los productos agrícolas estadounidenses. El año pasado los agricultores estadounidenses le vendieron más a los 11,5 millones de cubanos que a los 200 millones de brasileños.

De acuerdo a la Comisión de Comercio Internacional de los Estados Unidos las exportaciones agrícolas estadounidenses crecerían otros US$ 250 millones si las restricciones sobre el financiamiento de exportaciones fueran eliminadas. Esto no debe ser interpretado como un llamado a subsidios bancarios a las exportaciones/importaciones. El comercio con Cuba debe ser completamente comercial y motivado por el mercado. Eliminar el embargo no debe significar que los estadounidenses subsidien las exportaciones de Cuba con sus impuestos, sino solamente que el Estado ya no obstaculice estas exportaciones.

Las estimaciones de la Comisión de Comercio Internacional no capturan el potencial de las exportaciones a Cuba a largo plazo con una relación normalizada. Las Bahamas, La República Dominicana, Jamaica y Guatemala gastan el 2,8% de su PIB en productos agrícolas estadounidenses. Si Cuba gastara ese porcentaje, las exportaciones a Cuba se duplicarían, a US$ 1.500 millones por año.

Los defensores del embargo argumentan que comerciar con Cuba solo pondrá más dinero en los cofres del régimen de los Castro. Como el estado controla la economía, puede tomar una gran parte de las remesas y de los dólares que los turistas gastan en Cuba. Pero por supuesto, al vender más productos estadounidenses a Cuba, el Estado se verá forzado a utilizar esos dólares en importaciones.

Si se le permitiera a más turistas estadounidenses visitar Cuba y al mismo tiempo las exportaciones a Cuba fuesen liberalizadas, la economía estadounidense recuperaría dólares de Cuba tan rápido como ese régimen los puede adquirir. El intercambio comercial sería de productos agrícolas por servicios turísticos, una especie de relación comercial “pan por playa” o “comida por diversión”.

El aumento en el número de estadounidenses que visitan Cuba incrementaría el contacto entre cubanos y estadounidenses. La relación inigualable que existía entre los Estados Unidos y Cuba y que floreció antes de la llegada de Castro podría renovarse, lo cual incrementaría la influencia estadounidense y aceleraría la caída del régimen comunista.

El congreso y el presidente Barack Obama deben actuar ahora y eliminar el embargo para permitir más viajes y exportaciones agrícolas a Cuba. Expandir la libertad de los estadounidenses para viajar, comerciar e invertir en Cuba mejoraría la vida de los estadounidenses y ayudaría al pueblo cubano, acelerando la llegada del día en que los cubanos puedan disfrutar de la libertad que se merecen.