El doble discurso del gobierno argentino
Alberto Benegas Lynch (h) señala que "el gobierno argentino ha decidido castigar a los responsables del combate al terrorismo debido a sus inaceptables y aberrantes metodologías pero, al mismo tiempo, exculpar a quienes iniciaron los asesinatos en las épocas de un gobierno constitucional".
Se está bastardeando de modo superlativo la expresión “derechos humanos” ya que además de constituir un grosero pleonasmo (los minerales, vegetales y animales no son sujetos de derecho), habitualmente se recurre a esta terminología redundante para arremeter contra el derecho. Generalmente quienes sustentan políticas basadas en los antedichos “derechos humanos” no entienden el derecho puesto que a su paso lo liquidan al patrocinar medidas estatistas que en gran medida arrasan con las libertades. En esto consiste el control de precios, el manejo discrecional del flujo de fondos de empresas denominadas “privadas” pero que en la práctica están privadas de toda independencia, la administración fraudulenta de los recursos públicos, los constantes atropellos del Leviatán en todos los órdenes de la vida, impuestos asfixiantes y superpuestos, deudas inauditas, gastos tremendamente adiposos, quiebra de la división horizontal de poderes, sindicatos basados en estructuras legales totalitarias, falsificación de estadísticas, inflaciones descontroladas y mordazas varias a la prensa.
En este contexto, el gobierno argentino ha decidido castigar a los responsables del combate al terrorismo debido a sus inaceptables y aberrantes metodologías pero, al mismo tiempo, exculpar a quienes iniciaron los asesinatos en las épocas de un gobierno constitucional. Y no solo eso, sino que aquellos terroristas ocupan cargos ministeriales en el actual gobierno mientras que la dupla a cargo de su modelo ideal, el de la isla-cárcel cubana que produjo ríos de sangre en todos lados donde pudo influir, ahora proclama a los cuatro vientos que cambiará de rumbo y que como primera medida producirá un “ajuste” que implica el despido de un millón trecientos mil burócratas con una indemnización de un sueldo por cada diez años de trabajo (el salario promedio es de catorce euros mensuales). ¿Puede concebirse un doble discurso más radicalizado y una parodia mayor que la del gobierno argentino de estos años, paradójicamente constituido por quienes se autotitulan “militantes” y admiradores del coronel Chávez y el comandante Guevara?
En momentos de escribir estas líneas, el gobierno argentino ha decidido culpar a las empresas concesionarias de energía eléctrica por los reiterados cortes de luz cuando estos se deben a la permanente intromisión del aparato estatal en los negocios de las empresas en cuestión, por lo pronto congelando las respectivas tarifas. Este es otro de los tantos ejemplos de fascismo reinante: los gobernantes permiten que se registre la propiedad a nombre de particulares pero se reserva la facultad de usar y disponer del flujo de fondos de la empresa.
La maniobra con las empresas eléctricas se debe a que apuntan a arrancarles las concesiones y asignarlas a grupos amigos tal como se hizo con la empresa local de aeronavegación cuando estaba en manos de un grupo español. Una de las vertientes internas del gobierno propuso la estatización de las empresas eléctricas pero se les respondió que resultaba mejor la variante mencionada puesto que en ese caso los gobernantes pueden acceder a parte del patrimonio de las empresas compartiéndolas con los amigos, al tiempo que mantienen el control sobre las mismas y, si las cosas andan mal, siempre hay a quien endosarle la culpa frente al público general.
Es un desopilante doble discurso el referirse al “desendeudamiento” cuando la deuda trepa a niveles exorbitantes, es un hipócrita doble discurso alegar que debe prestarse atención al “gasto social” cuando el gobierno ha expropiado recursos de jubilados, maneja discrecionalmente cajas para “disciplinar” a cortesanos y financia fuerzas de choque en un contexto de acelerados indicadores de pobreza, es un inaudito doble discurso la publicación de los guarismo de la inflación achatados artificialmente por mandato gubernamental en el contexto de contabilidades “creativas” en la banca central, es un doble discurso fenomenal el declamar que deben mejorarse las condiciones de vida mientras se eleva y complica la maraña de impuestos al trabajo y se tejen acuerdos espurios con cazadores de privilegios que la juegan de empresarios, es un doble discurso de baja estofa el vociferar sobre la libertad de asociación al tiempo que se redoblan las disposiciones que permiten los desmanes de unicatos sindicales y es un inaceptable doble discurso aludir a la “calidad institucional” cuando se atropellan las normas republicanas más elementales y se pretende silenciar la libertad de expresión y reducir el Congreso a una mera figura decorativa y, por último, constituye una afrenta a la inteligencia que algunos personeros del gobierno hagan propaganda de “un país seguro” cuando los domicilios son asaltados con llamativa impunidad y transitar por la vía pública se está convirtiendo en una peligrosa aventura, no solo por los permanentes cortes y “tomas” de piqueteros y sus secuaces sino por los riesgos de robos, golpizas y muertes que tienen lugar a diario.
En otros términos, la técnica del doble discurso está plenamente difundida por los más diversos pasillos del poder. Lo que resulta inconcebible es que hayan aun personas que se traguen el anzuelo y no reaccionen en los procesos electorales al elegir a personajes que, en la práctica, seguirán los mismos pasos del actual gobierno tal como este ha seguido en lo esencial los de los anteriores sin solución de continuidad mientras no se reviertan las ideas estatistas que prevalecen en ámbitos muy extendidos de la cultura argentina.
Afortunadamente hay ahora en la Argentina (tan manoseada y aludida como “República Argentina” aunque sin vestigios de República) una nueva manifestación que viene a reforzar la lucha por esclarecer el ideario de la sociedad abierta en varios frentes. No solo en la cátedra universitaria que se ejerce desde hace tiempo en cantidad insuficiente, la publicación de artículos, ensayos y libros que se lleva a cabo de modo más bien solitario, sino a través de una recientemente creada institución que se inaugurará oficialmente en abril próximo la cual concentrará y multiplicará esfuerzos: la Fundación Libertad y Progreso impulsada por decididos partidarios de la tradición alberdiana y en la que también participan destacados intelectuales de otras partes del mundo. Como consecuencia de la labor de esta usina de estudio y difusión de los principios de la sociedad abierta, también se formarán personas que, a su vez, hará posible la aparición de candidatos que en la arena política puedan articular un discurso compatible con esta noble visión que es precisamente la que permitió que, en su momento, la Argentina fuera la admiración del mundo por su notable progreso moral y material, antes de ser presa de los populismos de raigambre diversa desde hace ya demasiado tiempo. Se abre así una justificada esperanza respecto de la acción de una entidad autónoma e independiente de toda corriente partidaria que apunta a esclarecer y abrir cauces y marcar rumbos con el coraje y honestidad intelectual que las circunstancias demandan en un ámbito del necesario rigor, seriedad y poder de persuasión sobre los efectos bienhechores de vivir en libertad. Para bien de todos, es de desear que se logren los mencionados cometidos lo antes posible.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de América (EE.UU.) el 14 de enero de 2011.