El distorsionado debate acerca del salario mínimo

Ryan Bourne muestra que la sabiduría convencional que repite que no hay evidencia de que una elevación del salario mínimo cueste empleos requiere ignorar la mayor parte de la evidencia empírica reunida en los estudios publicados sobre este asunto en EE.UU. desde 1992.

Por Ryan Bourne

Algunas veces se siente como si los partidarios y opositores de las alzas del salario mínimo están en universidades distintas. En gran medida, esto se debe a las interpretaciones totalmente opuestas del equilibrio de la literatura académica en torno a esta cuestión. 

Las investigaciones acerca del salario mínimo en EE.UU. han sido extensas, aún así uno puede leer a Paul Krugman diciendo, “Simplemente no hay evidencia de que elevar el salario mínimo cuesta empleos, al menos cuando el punto de partida es tan bajo como lo es en los EE.UU. modernos”, o a otros académicos concluyendo que “Hay un respaldo considerable a la hipótesis del mercado competitivo de que en un salario mínimo eficaz resultaría en un empleo menor”. 

¿Cuál visión refleja mejor nuestro entendimiento? En un nuevo estudio en desarrollo, los economistas David Neumark y Peter Shirley reúnen la totalidad de estudios publicados que evalúan el impacto de las alzas de salario mínimo sobre los resultados en la tasa de empleo a nivel de los estados y de las ciudades en EE.UU. desde 1992. Contactando a los investigadores que escribieron los estudios, ellos identifican los resultados “nucleares” o preferidos de esos investigadores en cada caso y cuando fue posible, utilizando las estimaciones reunidas para resumir al menos tres décadas de investigaciones. Sus conclusiones, contrario a lo que podría leer en el resto de la prensa, son claras:

  • La gran mayoría de los estudios que analizan EE.UU. estiman un efecto negativo sobre el empleo de incrementos al salario mínimo (79,3 por ciento de ellos). De hecho, más de la mitad de todos los estudios muestran un impacto negativo que es estadísticamente significativo con un umbral de 10% o más. 
  • El impacto negativo es más fuerte para los adolescentes, los adultos jóvenes, y los trabajadores menos educados, y especialmente fuerte para los trabajadores directamente afectados (aquellos que ven el incremento de su nivel de salario aumentar automáticamente mediante la política). 
  • No hay evidencia de que estos impactos se vuelvan menos negativos en los estudios de años más recientes. 
  • Los estudios que observan el impacto de las alzas del salario mínimo sobre las industrias de salarios bajos (en lugar de grupos poblacionales) son menos proclives a encontrar un impacto negativo sobre el empleo. Pero estos son menos eficaces para identificar el impacto de la elevación de un piso de sueldos sobre los trabajadores como un grupo, dado que la proporción de trabajadores directamente afectados es obviamente más pequeña, y los resultados de empleo podrían reflejar la sustitución que realizan los empleadores de trabajadores con poca preparación por otros con mayor calificación. 

Neumark y Shirley resumen sus hallazgos diciendo: “nuestra evidencia indica que concluir que el cuerpo de evidencia en las investigaciones no logra encontrar efectos de desempleo en los salarios mínimos requiere descartar o ignorar la mayor parte de la evidencia”.

La próxima vez que alguien diga “no hay evidencia de que el salario mínimo cuesta empleos u horas de trabajo”, remítalos a este estudio, o de hecho, a este análisis de políticas públicas del Instituto Cato elaborado por el economista de San Diego, Jeffrey Clemens, quien concluyó que “la nueva sabiduría convencional malinterpreta la totalidad de la evidencia reciente para los efectos negativos de los salarios mínimos. Varias vertientes de investigaciones llegan a la conclusión de que los salarios mínimos altos reducen las oportunidades para los individuos más necesitados”.

Los académicos de Cato también han escrito acerca de los argumentos económicos utilizados para justificar un salario mínimo federal de $15, los riesgos particulares de elevar los salarios mínimos durante esta pandemia, y por qué no hay un almuerzo gratis en lo que concierne a los salarios mínimos (incluso si el empleo no cae).

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 25 de enero de 2021.