El día de la libertad fiscal en México
Por Roberto Salinas-León y Adolfo Gutiérrez Chávez
Adolfo Gutiérrez es analista económico.
La esclavitud está prohibida en nuestro país. Un esclavo no es dueño de su destino o de sus decisiones. La libertad, por otro lado, permite a los individuos desarrollar al máximo sus capacidades para definir su destino y salir adelante. En materia económica, la libertad es el camino hacia la prosperidad. Las sociedades con mayor grado de libertad económica son las mismas que han logrado alcanzar los mayores índices de prosperidad general.
No hay misterio en este dato: las personas libres crean mucha mayor riqueza porque tienen garantizada la propiedad de sus bienes y porque son dueñas de su trabajo. Asimismo, un requisito para el desarrollo a largo-plazo es un sistema tributario que maximice ingresos fiscales, pero que lo haga en una forma que no lesione incentivos empresariales y laborales. Suena fácil, pero el reto es mayúsculo. Los agentes económicos, en la medida que disfruten de amplia libertad fiscal, de derechos fiscales, de estabilidad fiscal, tendrán los incentivos para crear más riqueza y por ende disfrutarán de mayores niveles de bienestar.
Un especialista en la materia, Paul Craig Roberts, dice que "la libertad económica surgió cuando los siervos y esclavos se convirtieron en seres libres. La diferencia consistía en si la persona era dueña o no del producto de su trabajo." Sin duda en nuestro mundo civilizado, es común pensar que las personas son dueñas de su trabajo. La verdad es que no es así, pues el gobierno se adueña de una parte del trabajo de los individuos por medio de los impuestos, ya sean directos o indirectos. En este sentido, la carga fiscal total que enfrentan los contribuyentes en una sociedad representa un cierto grado de "esclavitud" con relación a su trabajo, independientemente del uso que se le den a los recursos tributarios.
Si consideramos el monto total de impuestos que los contribuyentes pagarán durante todo un año, podemos calcular el tiempo que tienen que trabajar para el gobierno, es decir, para conseguir el dinero necesario para cubrir la totalidad de sus obligaciones impositivas. En el área de Estrategia Económica de TV Azteca, realizamos un estudio basado en las tesis que usa el Instituto Fraser de Canadá para calcular aquel día del año, en el cual las personas dejan de trabajar para pagar sus contribuciones, y comienzan a ser libres, disfrutando de los frutos de su trabajo. Este día tan especial, lo denominamos el Día de Libertad Fiscal (DLF).
El cálculo del DLF es, en otras palabras, la relación que guarda la carga tributaria total con el ingreso bruto total de las familias. Con base a los diversos cálculos realizados por la SHCP en el 2001, se puede saber cómo participan las familias en la recaudación tributaria total. Con la esperanza recaudatoria para 2002 (un total de 806,200 millones de pesos por la reducción de tarifas de ISR y la introducción de nuevos impuestos a la estructura tributaria), se estima que cada familia del decil más bajo de ingresos recibirá alrededor de 279 pesos mensuales, entre la totalidad de las exenciones, subsidios, créditos fiscales y transferencias. Esto es equivalente al 68% de sus percepciones mensuales. En cambio, los hogares más ricos, los pertenecientes al último decil de ingresos, pagarán en promedio 24,367 pesos al mes entre ISR, IVA, IEPS, impuestos al lujo y otros gravámenes. Esto representa el 56% de su ingreso mensual. Las peculiaridades de nuestro complicado sistema impositivo ocasionan que sean sólo los últimos cuatro deciles de ingreso los que terminan pagando el total de la recaudación.
Pero hay más. También hay que calcular el impuesto más injusto, la inflación, que afecta a todos los niveles de ingreso prácticamente por igual. La inflación esperada para 2002, si bien la más baja en treinta años, reducirá el poder adquisitivo de los hogares más pobres en 383 pesos al año, lo que les representa el 7.8% de su ingreso. Las familias más acomodadas perderán casi 14 mil pesos ó el 2.6 por ciento de sus percepciones anuales.
Al final, las familias pertenecientes al VI decil, que son las que realmente empiezan a pagar impuestos, serán obligadas por el Estado a darle cinco centavos por cada peso que ganan, es decir, trabajarán para el gobierno 5% de su jornada laboral anual. Considerando que los trabajadores son remunerados por trabajar 365 días al año (incluye el pago al trabajo por domingos y días festivos), estas familias terminaron de trabajar para el gobierno el día número 18 del año, por lo que pudieron empezar a disfrutar de los frutos de su trabajo a partir del 19 de enero, cuando festejaron su Día de Libertad Fiscal. Mientras tanto, las familias de mayor ingreso trabajaron el 58.4% del año para el gobierno, por lo que fue hasta el pasado 2 de agosto cuando celebraron su libertad fiscal.
Para tener un promedio del Día de Libertad Fiscal para familias que pagan impuestos hay que ponderar los ingresos de los contribuyentes, según su participación a la carga fiscal. El promedio ingreso mensual de un hogar contribuyente será de 36,704 pesos durante el 2002; pagará en impuestos 19,923 pesos (más unos 994 pesos por concepto de inflación).
En total, el contribuyente común y corriente terminará trasfiriendo 20,918 pesos, equivalentes al 57% de lo que gana. Así, el día 27 de julio fue el último día del año 2002 en que el promedio de las familias que pagan impuestos trabajó para pagar sus contribuciones tributarias. El 28 de julio, por lo tanto, fue el Día de Libertad Fiscal para el promedio de contribuyentes; día en el cual pueden empezar a cosechar el fruto de su trabajo.
En México, la "esclavitud fiscal" ha aumentado, pues en el 2001 trabajamos para el gobierno 195 días al año en lugar de los 208 de este año. Esta es una muestra, entre varias otras, de las tremendas distorsiones que sufre nuestro sistema fiscal. El incentivo de las familias de altos ingresos es evadir, dado el alto grado de "esclavitud fiscal" operante. Es más, del total de impuestos pagados, las familias contribuyentes más pobres aportan el 0.8%, mientras que las más ricas lo hacen en 78%. La evasión, tanto para el contribuyente más pobre como para el contribuyente más rico, es un deporte nacional no por mala fe, sino por reglas del juego que generan o imposibilidad de cumplimiento (bajos ingresos) o incentivos para evadir (sobre-fiscalización).
El Día de Libertad Fiscal depende de variables que, valga la redundancia, varían. Un estudio más profundo deberá incluir aspectos como el crédito fiscal al salario, el gravamen de otras prestaciones, devaluaciones, sobre-regulación, tasas de interés y la deuda pública. Ello sin duda arrojaría un DLF diferente. Pero el ejercicio de calcular un DLF es un instrumento de comunicación valioso, sobre todo para medir la transición de nuestro país hacia la libertad, así como para iluminar en términos sencillos y sensatos la idea que, a más gasto público, menos gasto para el público.
Mientras tanto, el día de libertad fiscal es una muestra contundente de la necesidad de una profunda reforma en el sistema fiscal mexicano. Un país no puede prosperar si el promedio de su trabajo pertenece al gobierno en razón de más de la mitad del año.