El "crímen" de blogear en Egipto
Por Raja M. Kamal y Tom G. Palmer
Tom G. Palmer es académico del Cato Institute y director de Cato University.
Un anterior estudiante universitario, Abdelkareem Nabil Soliman fue condenado a cuatro años en la cárcel. Su alegado “crímen”: expresar sus opiniones en un blog. Su error: tener el valor de hacerlo bajo su propio nombre.
Soliman, de 22 años, fue expulsado de la Universidad Al-Azhar la primavera pasada por criticar agudamente el rígido plan de estudio y el extremismo religioso de la universidad. Le ordenaron aparecer frente a un contralor público el 7 de noviembre con el cargo de “difundir información disruptiva para el orden público”, “instigar el odio hacia los musulmanes” e “insultar al presidente”. Soliman fue detenido mientras se realizaba la investigación y dicha detención ha sido renovada cuatro veces. No ha tenido un acceso consistente a abogados o a su familia.
Las autoridades egipcias han cometido un error en denunciar y encarcelar a Soliman. Es Egipto quien se lastimó al condenar y enviar a la prisión a Soliman. Por esta razón, los verdaderos amigos de Egipto le hacen un llamado al gobierno para que abandonen los cargos contra él. Es lo correcto y lo mejor para la posición de Egipto en el mundo moderno.
El caso ha capturado la atención de los periódicos alrededor del mundo y de organizaciones de derechos humanos tales como Amnistía Internacional. Redes informales de bloggers han pasado la voz, notablemente por http://www.freekareem.org. Hace dos semanas, bloggers y activistas de derechos humanos alrededor del mundo se reunieron para hacerles un llamado a las autoridades egipcias para que respeten la libertad de expresión. Nosotros repetimos este llamado.
Soliman ha criticado a las autoridades egipcias por fallar en proteger los derechos de las mujeres y de las minorías religiosas. Él ha expresado sus ideas sobre el extremismo religioso en términos muy fuertes. Soliman es el primer blogger egipcio en ser enjuiciado por el contenido de sus observaciones. Increíblemente, la queja legal se originó con la universidad que lo expulsó. En algún tiempo dicha universidad fue un gran centro de aprendizaje en el mundo árabe. Pero ha sido reducida a actuar como informante de los estudiantes que cuestionan la ortodoxia.
Uno de nosotros, Tom Palmer, conoció a Soliman en una conferencia para bloggers el año pasado en el Medio Oriente. En persona, Soliman parece ser reservado y tímido pero muy dedicado a defender los derechos de las mujeres y de las minorías.
Nos mantuvimos en contacto por medio de G-mail chat. A pesar de las advertencias de tener cuidado con lo que dice vía Internet y de las posibles consecuencias de objeción pública, Soliman dijo que no tenía miedo de expresar sus opiniones.
El pasado octubre, Soliman escribió por mensaje instantáneo que había sido ordenado a asistir a una entrevista con los fiscales al día siguiente. Amigos en organizaciones tales como Hands Across the Middle East Support Alliance y la Red Árabe para la Información de Derechos Humanos rápidamente encontraron un abogado para Soliman. Se difundió la voz cuando fue detenido y se organizaron protestas en frente de las embajadas egipcias. Soliman no tenía ningún movimiento o grupo organizado que lo apoyara pero su caso llegó a ser conocido alrededor del mundo.
Encontramos insólito que una universidad pudiera mandar a un estudiante a las autoridades para que fuese enjuiciado por expresar sus opiniones. El futuro de la ciencia y el aprendizaje están en riesgo cuando opiniones distintas son castigadas y no debatidas. Conjuntamente hemos contactado a las autoridades egipcias para pedirles que corrijan un claro error y liberen a Soliman.
Egipto es un firmante del Convenio Internacional de Derechos Civiles y Políticos que garantiza la “libertad de buscar, recibir, y dar información e ideas de todo tipo, sin importar fronteras, ya sea de manera verbal o por escrito o en papel, o por medio del arte, o cualquier otro tipo de medio”. Las excepciones permitidas son pocas y requieren prueba de la “necesidad” antes de que las restricciones puedan ser impuestas. La expresión de opiniones en el blog personal de un estudiante no constituye una amenaza para la seguridad nacional, la reputación del presidente o el orden público.
Soliman no es una amenaza para Egipto, pero esta persecución si lo es.
El tema no es si estamos o no de acuerdo con las opiniones que expresó Abdelkareem Nabil Soliman. Lo que importa es un principio: las personas deberían ser libres para expresar sus opiniones sin tener miedo de ser encarcelados o matados. Blogear no debería ser un crímen.
Este artículo fue publicado en el Washington Post (EE.UU.) el 21 de febrero de 2007.
Traducido por Helena Ball para Cato Institute.