El control de tasas de interés
Iván Alonso considera las consecuencias de la ley que obliga al Banco de la Reserva del Perú a fijar tasas de interés máximas.
Por Iván Alonso
La ley para fijar topes a las tasas de interés que acaba de aprobar el Congreso tendrá, como tantas otras que nadan contra la corriente del mercado, efectos distintos a los que esperan sus autores. No solamente no abaratará el crédito para aquellas empresas y familias que, a ojos de los congresistas, pagan tasas excesivas, sino que lo encarecerá. Peor aún, privará de crédito a muchas empresas y familias. El gobierno debería observarla.
El texto aprobado por el Congreso le ordena al Banco Central de Reserva (BCR) fijar las tasas máximas de interés compensatorio, moratorio y legal que los bancos y financieras pueden cobrar. No queda claro –porque, en su arrebato, los congresistas son incapaces de expresarse con claridad– si el plural se refiere a que hay tres tipos de interés (compensatorio, moratorio y legal) o si para cada tipo (compensatorio, digamos) puede haber más de una tasa máxima, dependiendo, por ejemplo, del plazo o del tipo de operación. Supongamos que sea una sola tasa máxima de interés compensatorio. Supongamos que se fije en 50% anual.
En el mercado financiero, no todos los deudores ni todas las operaciones son iguales.
A algunas empresas los bancos les prestan gustosos al 5%; a otras, más riesgosas, al 10%; y a otras, mucho más riesgosas, al 60%. Estas últimas ya no podrán financiarse con la banca. Su nivel de riesgo hace imposible que un banco les preste a la tasa máxima fijada por el BCR. Lo mismo pasa con las personas naturales. Algunas tarjetas de crédito, para los clientes más solventes, cobran una tasa anualizada de 20%; otras, para los demás clientes, cobran 80% o más. Estos últimos tampoco podrán seguir financiando su consumo con la banca. En ambos casos, son las empresas y personas menos solventes –y más informales, quizás– las que quedarán excluidas del sistema financiero.
¿Qué alternativa tienen esas empresas y personas? Tendrán que recurrir a prestamistas informales, que, como ya se ha dicho hasta la saciedad, les cobrarán tasas de interés mucho mayores de las que ahora les cobran los bancos. Eso, si tienen suerte, porque el efecto principal del control de las tasas de interés será la contracción del crédito de todo tipo.
El crédito bancario es la base en la que se apoyan otros tipos de crédito, como la colocación de bonos en el mercado de capitales y el crédito informal. Por cada sol que presta, el banco crea un sol de depósitos bancarios. Los depósitos circulan de una cuenta a otra. Una parte se retira en efectivo, que también circula de una mano a otra. Eventualmente ciertas cantidades se concentran en las cuentas de inversionistas que compran bonos o en las manos de prestamistas informales. Al contraer el crédito bancario, el control de las tasas de interés provocará una contracción de los depósitos y, en consecuencia, una contracción tanto del mercado de bonos como del mercado de crédito informal.
La nueva ley podría inclusive causar una recesión. La contracción del crédito de todo tipo reduce los medios pagos a disposición de consumidores e inversionistas, haciendo más difícil concretar las transacciones de las que se compone el PBI.
Todo dependerá, por supuesto, de dónde fije la tasa máxima el BCR. Hoy confiamos en “Julio”, como llaman los “name-droppers” a su presidente. Pero en cualquier momento podría ser reemplazado por un Augusto sin criterio.