El Congreso debe mantener a la Fed a su sombra

Norbert Michel sostiene que no cabe esperar que una sola persona –o grupo de economistas o banqueros centrales– comprenda y reaccione adecuadamente a todas las condiciones cambiantes de la economía.

Por Norbert Michel

Prácticamente todos los que siguen las noticias económicas pasaron la semana pasada mojándose en una nueva idea política lanzada por Scott Bessentsupuestamente uno de los "asesores económicos más cercanos de Donald Trump". Bessent quiere convertir al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en un presidente incapaz de la Fed mediante el nombramiento de un "presidente de la Fed en la sombra" un año antes de que Powell termine su mandato.

Es difícil culpar a la gente por atacar esta idea, pero todo el episodio es un gran recordatorio de lo difícil que es hacer que los miembros de la Fed –y los funcionarios electos que los pusieron allí– rindan cuentas de cómo hacen su trabajo.

Según Bessent, nombrar al nuevo presidente de la Fed tan pronto garantizaría que la gente empiece a ignorar lo que Powell tiene que decir, y en su lugar, empezarán a prestar atención al nuevo nominado. De alguna manera, se supone que este proceso mejorará la política monetaria.

Como la mayoría de los críticos, creo que es una mala idea introducir este tipo de luchas políticas en la política monetaria, y no tiene sentido añadir aún más confusión a lo que hace la Fed. Ignorando que otros 11 miembros del Comité Federal de Mercado Abierto seguirían teniendo algo que decir sobre la política de la Fed, no hay ninguna garantía de que el nuevo candidato fuera confirmado, ni siquiera con una mayoría republicana en el Senado.

Esperemos, sin embargo, que este esquema no eclipse la importancia de reducir el actual nivel de confusión que rodea a las decisiones de la Fed.

Durante el último año, las noticias de los mercados financieros han estado dominadas por personas que adivinaban cuándo empezaría finalmente la Fed a recortar su tipo de interés objetivo. Las empresas financieras han gastado innumerables recursos en previsiones y pronósticos, supuestamente porque las decisiones de recorte de tipos de la Fed encarnan todo el mejor conocimiento de las condiciones económicas presentes y futuras.

Hay buenas razones para creer que la Reserva Federal no es mejor que otros profesionales en la previsión económica, y suficientes pruebas para dudar de que la gente deba dar tanta importancia a las declaraciones de la Reserva Federal y a sus decisiones sobre los tipos de interés.

La clave para responder a estas preguntas, y para juzgar lo bien que la Fed está haciendo realmente su trabajo, es saber exactamente cómo la Fed está tomando sus decisiones de recorte de tipos. Y el público simplemente no dispone de esta información.

Sí, la Fed tiene el mandato legal de "promover el máximo empleo y precios estables", pero el Congreso también dejó todos los detalles en manos de la gente de la Fed. Es decir, la Fed emplea una política monetaria discrecional sin ninguna norma explícita. No tiene requisitos vinculantes para alcanzar ningún objetivo económico específico en materia de precios, desempleo u otras variables macroeconómicas. Puede juzgar tanto la dirección de la economía como la respuesta apropiada de la política monetaria, y no tiene reglas específicas sobre cómo interactúan sus acciones con la política fiscal.

Exigir a la Reserva Federal que siga una norma de política monetaria contribuiría en gran medida a solucionar este problema. Afianzaría las expectativas del público sobre las acciones de la Reserva Federal, mejoraría los resultados económicos y aumentaría la responsabilidad de los funcionarios electos y designados.

Uno de los principales obstáculos a la aplicación de una norma de política monetaria es que los funcionarios de la Reserva Federal quieren poder cambiar su postura política cuando surgen circunstancias imprevistas. Pero es fácil abordar esta preocupación exigiendo a la Reserva Federal que establezca una norma de política de referencia y permitiéndole suspenderla si explica públicamente el razonamiento al Congreso (Este fue el enfoque adoptado en la Ley FORM de 2015, un proyecto de ley que fue aprobado por la Cámara de Representantes de Estados Unidos).

Irónicamente, el uso de una regla de política para fijar un objetivo de tipos es exactamente cómo los macroeconomistas modernos suponen que se comporta un banco central maximizador del bienestar. Aun así, los defensores de la política monetaria puramente discrecional afirman que la enorme complejidad y variabilidad de la economía requiere una amplia discrecionalidad.

Lo cierto es lo contrario. No cabe esperar que una sola persona –o grupo de economistas o banqueros centrales– comprenda y reaccione adecuadamente a todas las condiciones cambiantes de la economía.

Pero una norma de actuación permitiría a todos los agentes privados de la economía reducir al mínimo la incertidumbre sobre lo que hará la Reserva Federal. Una norma de política monetaria no resolverá los problemas económicos de todos, pero permitirá a la gente ajustar su comportamiento en función de expectativas razonables, sin tantas conjeturas.

Y lo que es igual de importante, ayudará a los ciudadanos a responsabilizar de sus decisiones tanto a los funcionarios designados como a los elegidos. Muchos miembros del Congreso pueden sentirse incómodos con esta característica, pero si les incomoda que se les culpe de los fracasos de la Reserva Federal, entonces quizá no deberían confiar tanto poder a la Reserva Federal en primer lugar.

Este artículo fue publicado originalmente en Forbes (Estados Unidos) el 15 de octubre de 2024.