El capitalismo salva vidas y el socialismo siempre fracasa
Johan Norberg señala que hace 200 años, en el momento del nacimiento del capitalismo industrial, sólo había unos 80 millones de personas en el mundo que no vivían en la pobreza extrema y que hoy, más de 7.300 millones de personas no viven en la pobreza extrema.
Por Johan Norberg
Como cada ciclo electoral, 2024 se reducirá a la economía. A pesar de las fanfarronadas de las grandes personalidades y del partidismo mezquino que domina el discurso actual, las cuestiones de bolsillo, como la inflación, reinarán por encima de todo. Siempre es así.
Según una encuesta reciente de Pew, el fortalecimiento de la economía estadounidense es la principal prioridad política de los votantes en 2024. Y eso no tiene nada que ver con la elección de los vicepresidentes o las reuniones de donantes de alto nivel; tiene todo que ver con el bolsillo, la cuestión más bipartidista que existe.
¿Darán los estadounidenses un paso hacia la libertad económica, o continuará el declive constante hacia una extralimitación gubernamental cada vez mayor? Si las elecciones de 2024 son las más importantes de nuestra vida, como se dice a menudo, la dirección de la política económica estadounidense es la más importante.
Espero un abrazo nacional al libre mercado. Pero parece que los dos grandes partidos se están apartando del sistema que ha hecho de Estados Unidos la economía más próspera de la historia. Por un lado, encontramos el viejo rechazo izquierdista a la libre empresa; por otro, la nueva hostilidad conservadora nacional al libre comercio. Ambos partidos están comprometidos con el gasto deficitario.
Por lo tanto, debemos recordar algunas verdades básicas: el capitalismo crea riqueza y salva vidas. El socialismo y el proteccionismo siempre fracasan. Por un amplio margen, el libre mercado es el arma más eficaz contra la pobreza, y seguirá levantando a los pobres si se lo permitimos.
Basta con mirar los datos: Hace 200 años, en el momento del nacimiento del capitalismo industrial, sólo había unos 80 millones de personas en el mundo que no vivían en la pobreza extrema, es decir, 2 dólares al día o menos, ajustados a la inflación. Hoy, más de 7.300 millones de personas no viven en la pobreza extrema.
¿Por qué? El libre mercado. El crecimiento económico y la reducción de la pobreza comenzaron en lugares y períodos en los que se tomaron medidas importantes para proteger los derechos de propiedad, promover los negocios y la inversión y ampliar el comercio. Las personas, los bienes y los servicios cruzaron las fronteras y millones de personas prosperaron.
Excepto que el número no es "incontable". De 2002 a 2022, casi 1.000 millones de personas salieron de la pobreza extrema en todo el mundo. Sorprendentemente, unas 135.000 personas salieron de la pobreza cada día. La razón principal es la libertad económica, e incluso regímenes totalitarios como China han adoptado alguna forma de liberalización económica.
Con pruebas tan abrumadoras, ¿por qué tanta gente ignora los efectos beneficiosos del libre mercado? Una razón es que las estadísticas rara vez nos conmueven emocionalmente. Como Stalin dijo una vez en el contexto opuesto: "La muerte de un hombre es una tragedia. La muerte de un millón es una estadística".
Lo mismo ocurre con el progreso. Cuando un hombre sale de la pobreza, lo sentimos visceralmente y empatizamos. Sin embargo, un millón de personas que salen de la pobreza no es más que una estadística.
Por eso es importante subrayar que ese dato está formado por un millón de personas reales, de carne y hueso, con esperanzas y temores, que ahora pueden, por primera vez, poner comida en la mesa y enviar a sus hijos a la escuela. El testimonio más poderoso del impacto positivo del libre mercado reside en las vidas que prosperan.
Estas historias están perfectamente resumidas en el nuevo documental "She Rises Up" ("Ella se levanta"), que narra la trayectoria de tres extraordinarias empresarias de países en desarrollo que están levantando a toda su comunidad gracias a su actividad empresarial. Desde la fabricación al comercio, las tres mujeres han luchado contra viento y marea para lanzar y ampliar pequeñas empresas, creando puestos de trabajo donde el gobierno no podía y ofreciendo una prosperidad que nunca antes había existido en sus barrios.
Puede que los críticos del capitalismo quieran ignorar estas historias, pero los que creemos en el libre mercado no podemos olvidarlas nunca. Hay demasiadas historias humanas como para ignorarlas, y no hay mejor momento para contarlas que ahora.
Dejando a un lado el ruido político, mi esperanza en 2024 es que se comprenda mejor que la economía no trata solo de números, sino de personas. Cada vez que alguien dice que quiere controlar el mercado y restringir el comercio, en realidad lo que pretende es controlar y restringir a las personas, su creatividad y sus sueños.
Tanto si se confía en pruebas anecdóticas como empíricas, no hay mejor política que la libertad económica. Así es como todos seguimos levantándonos una y otra vez.
Este artículo fue publicado originalmente en Washington Times (Estados Unidos) el 29 de julio de 2024.