El capitalismo nos está sacando de la cocina
Chelsea Follett indica cómo las innovaciones que surgieron del mercado han liberado a millones de mujeres alrededor del mundo, para quienes antes cocinar no era una mera diversión sino una tarea necesaria.
Por Chelsea Follett
La semana pasada una mujer rica de Manhattan murió luego de que su ropa se incendió mientras cocinaba. Su muerte trágica fue inusual, pero antes cocinar era mucho más peligroso y consumía más tiempo. Incluso hoy, más de 4 millones de personas que carecen de hornos modernos mueren prematuramente cada año por aspirar el humo de la cocina. Además del hecho de que cocinar era inseguro, también dejaba poco tiempo para lo demás.
Como señaló una vez la profesora Deirdre McCloskey, “[en] 1900 la típica familia americana de clase media pasaba 44 horas [por semana] preparando la comida”, y la mayoría del trabajo recaía sobre las mujeres. En otras palabras, en los tiempos en que uno debía batir su propia mantequilla y hornear su propio pan, preparar la comida ocupaba las mismas horas que un trabajo de tiempo completo. Esta estimación incluye el tiempo dedicado a comprar, cocinar y servir la comida, como así también el tiempo dedicado a lavar los platos. Tenga en cuenta que además de cocinar, las mujeres también era responsables de limpiar la casa, lavar y reparar la ropa y atender a los niños.
Las cosas comenzaron a cambiar rápido. En 1910, los hogares estadounidenses pasaban aproximadamente seis horas diarias en preparar las comidas, incluyendo la limpieza; para mediados de 1960 (cuando inician las estimaciones más fiables), este tiempo cayó a una hora y media. Para 2008, el estadounidense promedio de ingresos bajos pasaba poco más de una hora diaria preparando los alimentos y el estadounidense promedio de ingresos altos poco menos de media hora al día.
La desagregación de la data por género revela un progreso mucho mayor para las mujeres. En EE.UU., desde mediados de 1960 a 2008, las mujeres redujeron por más de la mitad el tiempo dedicado a la preparación de las comidas. Mientras tanto, los hombres casi duplicaron el tiempo que le dedicaban a esto a medida que la distribución de las labores del hogar se volvía más equitativa entre los géneros.
Salvadas por el mercado
La producción masiva de alimentos cotidianos ayudó a transformar la forma en que las mujeres gastaban su tiempo. En 1890, 90% de las mujeres americanas horneaban su propio pan. El pan hecho en fábrica y pre-cortado en rodajas debutó en 1928. Para 1965, 78 de cada 100 libras de harina que una mujer traía a su cocina venía en la forma de pan horneado o en alguna otra forma ya preparada. Hoy, hornear panes es una diversión para los amantes de la comida, en lugar de una tarea requerida a las mujeres.
Con el tiempo, los mercados produjeron y redujeron el costo de innovaciones tales como hornos microondas, hornos de convección, cocinas, parrillas, tostadores, licuadoras, procesadoras de comida, ollas de cocción lenta y otros dispositivos de cocina que ahorraron trabajo. Los mercados incluso han producido servicios de entrega de alimentos que traen la comida a la puerta de nuestras casas con solo apretar un botón en una aplicación en un celular. Los procesos del mercado incluso disminuyeron los costos de salir a comer y hoy los estadounidenses gastan más en comer afuera que en sus propias casas.
La liberación de las mujeres de la cocina sigue en marcha a medida que los dispositivos tecnológicos y la producción masiva de bienes se extiende a nuevas partes del mundo. A nivel mundial, el 55% de los hogares sigue cocinando completamente con ingredientes crudos al menos una vez a la semana. Una encuesta del 2015 encontró que el promedio de horas dedicadas a cocinar entre aquellos que regularmente lo hacen es de 13,2 horas a la semana en la India y de 8,3 en Indonesia, comparado con 5,9 horas en EE.UU.
La brecha de tiempo dedicada a la preparación de alimentos sigue siendo amplia entre los países ricos y pobres. Pero incluso en la India —el país más pobre en la encuesta y con la mayor cantidad de horas dedicadas a la preparación de comidas— las mujeres dedican casi 31 horas menos por semana a la preparación de alimentos que los hogares estadounidenses en 1900. Incluso considerando algunos problemas de compatibilidad en la comparación de estas dos estadísticas (la estimación para 1900 era para el hogar entero e incluía el tiempo de limpieza), el gran tamaño de esta diferencia sugiere al menos algo de mejora.
Todavía hay mucho por mejorar. En 2016, solo 0,6% de los hogares chinos y 0,1% de los hogares indios tenían lavaplatos comparado con el 67% de los hogares estadounidenses, según los datos de Euromonitor. En 2016, la penetración de mercado de los microondas era de 23,4% de los hogares en China y 3,1% de los hogares en la India, comparado con el 91,3% de los hogares estadounidenses. Solo el 15% de los hogares indios poseía un refrigerador en 2006.
Si la prosperidad continúa extendiéndose y la pobreza continúa disminuyendo globalmente, los electrodomésticos de cocina y los productos ya preparados liberarán cada vez más horas de preparación de alimentos para las mujeres en todo el mundo. Siempre pueden haber accidentes extraños como el de Manhattan, pero no hay razón por la que la innovación no pueda disminuir el riesgo liberando a las mujeres en todas partes de las tareas de la cocina.
Este artículo fue publicado originalmente en The American Spectator (EE.UU.) el 20 de junio de 2017.