El Banco de Argentina se involucró en la esterilización, 1991-2002
Por Steve H. Hanke
Contestando la Carta al Editor de Martín Redrado, la cual criticaba el artículo de Mary O’Grady del 21 de octubre de este año “Argentina: La tierra del peso que se encoge de manera increíble”:
Sr. Redrado, gobernador del Banco Central de Argentina, repite un gran mito monetario. El tercer ítem en su crítica de ocho puntos establece: “contrario a lo que pasó en los 1990s cuando la oferta de dinero era determinada por los flujos de capitales, la esterilización es actualmente usada como un mecanismo para satisfacer las metas para coincidir con la demanda local de pesos”.
Desde abril de 1991 hasta comienzos de enero del 2002, el Banco Central estaba gobernado parcialmente por la Ley de la Convertibilidad. Contrario a lo que dice el Sr. Redrado, el Banco Central se involucró en una esterilización muy activa durante este periodo. Por ende, el banco no estaba operando una caja de conversión.
Luego de una observación detenida de los estados de cuenta del Banco Central, yo determiné que el banco esterilizó cambios en sus reservas extranjeras en virtualmente todos los meses que existió el sistema de la convertibilidad. Como yo reporté en “Sobre la dolarización y las cajas de convertibilidad: Error y decepción”, en el Journal of Policy Reform, 2002, 59% de los cambios en las reservas extranjeras fueron esterilizados, en promedio, durante el periodo de abril 1991-enero 2001.
Debido a las políticas monetarias hiperactivas del Banco Central durante el periodo de la convertibilidad, la oferta de dinero (dinero base) no fue únicamente determinada por cambios en las reservas extranjeras del banco, como sería el caso bajo un régimen de caja de convertibilidad. De hecho, solo un 41% (en promedio) de los cambios en las reservas extranjeras del Banco resultaron en cambios en la oferta del dinero.
Si el gobernador del Banco Central de Argentina no puede correctamente caracterizar el pasado del banco, a nosotros no nos queda otra opción que cuestionar la precisión de sus aseveraciones sobre sus operaciones actuales.
Esta carta fue publicada originalmente en el Wall Street Journal el 2 de noviembre del 2005.
Traducido por Gabriela Calderón para Cato Institute.