Egoísmo

Isaac Katz indica que el egoísmo es el principio en que se basa la libertad para que cada quien busque su felicidad, sin garantías de lograrlo.

Por Isaac Katz

Una característica de los sistemas totalitarios, comunistas o fascistas, como señaló Friederich Hayek en su libro Camino de servidumbre, es el desprecio del individuo, de su libertad y de su bienestar, un sistema donde se cancelan tanto la libertad económica como la política. Bajo estos sistemas, el individuo como tal es despreciado y se convierte en un engrane más de la maquinaria estatal; su sacrificio se considera como válido porque, se argumenta, es en aras de alcanzar el “bien común”, el cual no se puede definir y, por lo mismo, se vuelve imposible de alcanzar. Y, dado que el concepto de “bien común” es una entelequia, éste termina reflejando las preferencias del gobernante, el cual se asume como el representante y encarnación del “pueblo”; él sabe lo que el “pueblo” quiere. 

Sin llegar a los extremos de un gobierno totalitario, es claro que el presidente Andrés Manuel López Obrador no le otorga mayor valor al individuo como tal. Su discurso ha tenido como constante que él solo busca el bienestar del “pueblo bueno” y desprecia el esfuerzo individual y los méritos que cada quien en lo individual hace, cooperando con los otros miembros de la sociedad, para tratar de alcanzar un mayor nivel de bienestar para él y su familia. El presidente, particularmente a los individuos de clase media, los considera egoístas y los ha tildado de “aspiracionistas”. 

En su libro Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones, Adam Smith apuntó: “No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero lo que nos procure el alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni le hablamos de nuestras necesidades sino de sus ventajas”. 

Por otra parte, el mismo Smith en su libro La teoría de los sentimientos morales señaló: “por más egoísta que se puede suponer al hombre, existen evidentemente en su naturaleza algunos principios que lo hacen interesarse por la suerte de los otros y hacen que la felicidad de estos les resulte necesaria, aunque no derive de ella más que placer de contemplarla”. 

Dos afirmaciones que parecen contradecirse pero que no lo son. El propio Smith, en La teoría de los sentimientos morales, escribió “La sociedad de personas distintas puede subsistir, como la de comerciantes distintos, en razón de su utilidad, sin ningún amor o afecto mutuo; y aunque en ella ninguna persona deba favor alguno o esté en deuda de gratitud con nadie, la sociedad podrá sostenerse a través de un intercambio mercenario de buenos oficios de acuerdo con una evaluación consensuada”. 

En las decisiones que se toman dentro del hogar sobre qué necesidades satisfacer y en consecuencia cuál es la asignación de los recursos que se poseen hay siempre un elemento de egoísmo y, simultáneamente, uno de altruismo como por ejemplo el que los padres estén dispuestos a sacrificar consumo propio para destinar esos recursos a la alimentación, vestido, educación y salud de sus hijos.  Este tipo de actitudes que contiene elementos de egoísmo y simultáneamente de altruismo se debilitan a medida que nos alejamos del círculo cercano, familia y amigos, y de ahí se tiene que las relaciones con individuos alejados del círculo familiar y de amistad cercanos, tiendan a ser predominantemente egoístas. 

El egoísmo es el principio en que se basa la libertad para que cada quien busque su felicidad, sin garantías de lograrlo. El altruismo puro es, en realidad, incompatible con la libertad y los derechos individuales. No se puede combinar la búsqueda de la propia felicidad con el estatus de alguien que se sacrifica por otros en todo momento y circunstancia. 

Todo esto para enmarcar la afirmación de López-Gatell, quien dijo que es legal y legítimo, pero desafortunado buscar el bienestar individual para vacunar contra COVID-19 mediante amparos a menores de edad ya que no tienen la visión general, la visión colectiva. Obvio; los padres, de manera egoísta/altruista velan, primordialmente, por el bienestar de sus hijos, no el de toda la sociedad.

Este artículo fue publicado originalmente en Asuntos Capitales (México) el 1 de octubre de 2021.