EE.UU.: El aniversario No. 80 de la Seguridad Social no es causa para celebrar

Michael Tanner indica que "el Seguro Social gastó $63.000 millones más el año pasado de lo que recibió a través de impuestos y otras fuentes de ingresos. Generalmente, si uno está gastando más de lo que uno gana, eso es considerado, sino una crisis, al menos un problema".

Por Michael D. Tanner

Este mes se cumplió el aniversario No. 80 de la Seguridad Social. Como corresponde con una fecha tan significativa, la ocasión fue marcada por declaraciones políticas, comentarios y perspectivas en la prensa —muchos de ellos equivocados.

No debería sorprender que los candidatos presidenciales están opinando también. Con la excepción de Donald Trump y Mike Huckabee, todos los candidatos a la nominación del Partido Republicano favorecen algún tipo de reforma al Seguro Social que reducirá los beneficios en el futuro, aunque solamente Ted Cruz activamente busca revivir el plan de cuentas personales del presidente George W. Bush. Los candidatos a los nominación del Partido Demócrata, mientras tanto, no solo se oponen a cualquier recorte a los beneficios futuros del Seguro Social sino que están coqueteando con varias expansiones de los beneficios.

Con esto en mente, probablemente vale la pena inyectar unas cuantas verdades inconvenientes al debate acerca de la Seguridad Social —o al menos exponer los mitos más comunes.

No hay crisis del Seguro Social. Tan típico de este sentimiento fue todavía otro artículo de Paul Krugman declarando que “El Seguro Social no se enfrenta a una crisis financiera”. No estoy seguro cuál es la definición del Profesor Krugman de una “crisis financiera”, pero el Seguro Social gastó $63.000 millones más el año pasado de lo que recibió a través de impuestos y otras fuentes de ingresos. Generalmente, si uno está gastando más de lo que uno gana, eso es considerado, sino una crisis, al menos un problema. Y, según los propios administradores, ese déficit nunca mejorará. En general, las obligaciones futuras no financiadas del Seguro Social llegan a $26 billones (“trillions” en inglés).

El Seguro Social no estará ahí para la gente joven. Este es el lado opuesto al argumento de que “no hay crisis”. Algunos partidarios de la reforma al Seguro Social exageran el problema, implicando que el programa desaparecerá completamente. Pero siempre y cuando el gobierno pueda obligar a la gente a pagar al sistema, algo del programa sobrevivirá. Solo que la gente joven no recibirá tanto como se les ha prometido o, de hecho, algo que valga la pena. Según las proyecciones de la Oficina del Congreso para el Presupuesto, para los trabajadores nacidos en 1980s, solo hay suficientes fondos para pagar 76 por ciento de sus beneficios programados; para los niños de hoy nacidos en la década de los 2000, esto cae a 69 por ciento. Y, los impuestos ya son tan altos en relación a los beneficios que la gente joven recibirá mucho menos de que lo hubiesen recibido si hubiesen invertido sus impuestos de manera privada.

El Fideicomiso salvará al Seguro Social. Los defensores del actual sistema de Seguridad Social señalan que el Fideicomiso del Seguro Social contiene aproximadamente alrededor de $2,8 billones en bonos del Estado que, en teoría, pueden ser utilizados para pagar beneficios hasta 2034. No estoy seguro de que eso sea algo reconfortante para alguien que tenga 47 años hoy y que se espera jubilar en 2035. Pero más importante todavía es que esto no comprende la naturaleza del Fideicomiso. Es cierto que esos bonos están respaldados por “toda la fe y crédito” del gobierno de EE.UU. y son una de las inversiones más seguras en el mundo. Pero cuando llegue el momento de redimir esos bonos, estos tendrán que ser cancelados con las recaudaciones generales. Y, como se podrá haber dado cuenta, al gobierno federal no le sobran $2,8 billones. Tal vez la mejor explicación del Fideicomiso vino de la administración Clinton (Hillary, tome nota de esto):

El Fideicomiso ha sido robado. Muchos conservadores sugieren que el Seguro Social estaría bien si solo el Fideicomiso no hubiese sido robado. Algunas veces, esto es mal atribuido a la creación de un “presupuesto no especificado” por parte de Lyndon B. Johnson, aunque el Seguro Social no tuvo más que superávits nominales de flujo de efectivo hasta 1985 (esos superávits se acabaron en 2009). Más importante, no comprende la incapacidad estructural del gobierno federal de realmente ahorrar dinero. Durante el periodo breve en que el Seguro Social si obtuvo un superávit, el dinero tuvo que destinarse a algo. No puede ser enterrado en una caja de cigarros detrás del edificio del Tesoro. La Administración del Seguro Social, por lo tanto, compra bonos del Tesoro con el dinero como señalé anteriormente. Una vez que ese dinero compra un bono, se convierte en recaudación general del gobierno federal y es gastado en lo que sea que el gobierno federal gasta dinero. Esos bonos serán pagados, pero, como he señalado, eso tendrá que provenir de la recaudación general, implicando que esto provendrá desde los contribuyentes actuales o futuros.

El Seguro Social puede arreglarse eliminando el tope sobre las ganancias tributables. Como siempre, la respuesta de la Izquierda a cualquier problema es “elevar los impuestos a los ricos”. Actualmente, los impuestos en el rol de pagos para el Seguro Social son pagados sobre el primer dinero que usted gana (Después de eso, usted continúa pagando impuestos en el rol de pagos para Medicare, pero no para el Seguro Social). Los oponentes a una reformas más comprensiva sugieren que los problemas del Seguro Social podrían resolverse si ese límite fuese elevado o incluso eliminado. Por supuesto, dicha alza de impuestos recaería no solo sobre los ricos sino también sobre los profesionales de clase media alta. Alguien que gana $118.500 seguramente no es pobre, pero no es exactamente un hermano Koch, tampoco. Más importante, no funcionaría. Los cálculos mostrando que dicho aumento de impuestos reduce significativamente los déficits del programa dependen de inflar mayores balances en el Fideicomiso. Pero como hemos visto, dichos balances no significan nada más que una medida contable. En realidad, eliminar el tope completamente (sin proveer beneficios adicionales a cambio de los impuestos más altos) le compraría al Seguro Social tan solo ocho años adicionales de solvencia en su flujo de caja. Para 2024, el Seguro Social nuevamente estaría pagando más de lo que recibe.

El Seguro Social no es un derecho. Muchos ancianos se niegan a llamar al Seguro Social y a Medicare como un derecho, diciendo que el término califica a estos programas como una forma de prestación social cuando, en realidad, los ancianos han pagado impuestos para financiar esos programas. Sin embargo, incluso dejando a un lado el asunto de si esas quejas caracterizan adecuadamente los impuestos en la nómina de sueldos, ellos no comprenden el significado de derecho. Un derecho es en realidad un término legal y presupuestario que describe un programa que no está sujeto a asignaciones anuales. No hay discreción acerca de cuánto gastar. Prácticamente está en auto-piloto. Según esta definición, el Seguro Social y Medicare, así como otros programas como el respaldo a los precios agrícolas, son derechos, pero —tal vez irónicamente— muchos programas tradicionales de prestaciones sociales tales como la Asistencia Temporal a Familias en Necesidad (TANF, por sus siglas en inglés) no lo son. Además, muchos de los que están cobrando su Seguro Social hoy recibirán mucho más en beneficios de lo que pagaron en impuestos. Eso no será cierto para los trabajadores jóvenes de hoy. ¿Podría haberles ido mejor si se les hubiese permitido mantener esos impuestos y ahorrarlos para sí mismos? Por supuesto. Pero lo mismo se puede decir acerca de la gran mayoría de impuestos que usted paga versus lo que usted recibe del gobierno.

Los impuestos para el Seguro Social son ahorrados para su jubilación. Tal vez la confusión acerca de si el Seguro Social es un derecho se deriva de una falta de comprensión acerca de la relación entre los impuestos en la nómina de sueldos y los beneficios. El Seguro Social es, en esencia, un esquema Ponzi. Cuando usted paga sus impuestos para el Seguro Social, nada de ese dinero es ahorrado de alguna forma para su jubilación. En cambio es utilizado para beneficiar a aquellos que ya están jubilados. Cuando usted se jubila, usted dependerá de que la próxima generación de trabajadores pague impuestos para financiar sus beneficios. Eso funciona razonablemente bien cuando hay muchos trabajadores y solo un poco de jubilados. Pero todos estamos viviendo vidas más largas y teniendo menos bebés. Eso significa que la carga sobre los trabajadores más jóvenes se vuelve cada vez más pesada.

El Seguro Social ahora cumple 80 años. Una mirada profunda a los hechos sugiere que no hay mucho que celebrar.

Este artículo fue publicado originalmente en National Review Online (EE.UU.) el 19 de agosto de 2015.