EE.UU. debería eliminar las barreras al comercio con África

Marian Tupy indica que "Como consecuencia de una mayor libertad económica y crecimiento, la proporción de gente que vive con menos de $1,25 al día cayó de 56 por ciento a 48 por ciento entre 1990 y 2010. Mientras que esta caída no es tan impresionante como aquella que se dio en otras regiones, la reducción de pobreza en África Sub-Sahariana es un gran logro, considerando que la población aumentó de 507 millones a más de 865 millones durante el mismo periodo de tiempo".

Por Marian L. Tupy

Cerca de cincuenta mandatarios africanos se reunieron en agosto para inaugurar la primera cumbre de líderes africanos y estadounidenses en Washington, DC. A lo largo de las últimas dos décadas, África ha logrado grandes avances integrando sus economías al resto del mundo y reduciendo la pobreza. Su importancia como socio comercial es probable que aumente en el futuro. Los líderes estadounidenses deberían tener en cuenta esto y ayudar a forjar una relación entre EE.UU. y África que se enfoque en las ganancias mutuas del comercio, no en la ayuda externa.

África Sub-Sahariana, una región cuyo nombre era sinónimo de guerra, pobreza y mal gobierno, está de vuelta en las noticias como una de las historias de éxito del nuevo milenio. Desde 2000, el crecimiento se ha ubicado en alrededor de un 5 por ciento anual, aumentando el ingreso promedio per cápita en un 32 por ciento.

El mejor desempeño económico en parte se puede atribuir al precio alto de los commodities y a la liberalización económica del continente. Al fin de la Guerra Fría, por ejemplo, la calificación de África era de 4,71 sobre 10 en el índice de Libertad Económica en el Mundo, publicado por el Instituto Fraser. Para 2011, los datos del centro de investigaciones canadiense muestran que esta había aumentado a 6,12.

Como consecuencia de una mayor libertad económica y crecimiento, la proporción de gente que vive con menos de $1,25 al día cayó de 56 por ciento a 48 por ciento entre 1990 y 2010. Mientras que esta caída no es tan impresionante como aquella que se dio en otras regiones, la reducción de pobreza en África Sub-Sahariana es un gran logro, considerando que la población aumentó de 507 millones a más de 865 millones durante el mismo periodo de tiempo.

La mortalidad infantil ha caído de 177 de cada 1.000 partos a 98, una reducción de un 45 por ciento.

El porcentaje de la población con acceso a una fuente mejorada de agua aumentó de 48 por ciento a 63 por ciento, mientras que el porcentaje de la población con acceso a instalaciones sanitarias aumentó de 26 por ciento a 31 por ciento.

La desnutrición ha caído de 33 por ciento a 25 por ciento. La oferta calórica per cápita aumentó de 2.150 a 2.430. El número de países con una oferta calórica por debajo de 2.000 calorías, un mínimo comúnmente aceptado, cayó de 13 estados africanos a tres. La ingesta calórica de Ghana, Islas Mauricio y Sudáfrica es más alta que aquella de miembros de la Unión Europea como Bulgaria, Letonia y Eslovaquia.

Junto con esas mejoras vinieron algunos bienvenidos desarrollos sociales. La posición de las mujeres, por ejemplo, está mejorando. Según el Reporte de la Brecha de Género publicado por el Foro Económico Mundial, que compara a hombres y mujeres en cuanto a su participación y oportunidades económicas, sus logros educativos, su salud y supervivencia, y su empoderamiento político, la brecha de género en África se ha reducido en algo entre 2006 y 2012. Los avances de África son particularmente visibles en educación, con un número récord de niñas inscritas en todos los niveles de educación.

Finalmente, aunque no menos importante, el continente se ha vuelto más democrático y pacífico. Según Freedom House, una organización estadounidense sin fines de lucro, en 1990 habían solamente cuatro países políticamente libres en África. Para 2014, había 10 países libres en África. Según los investigadores en la Universidad Uppsala, el número de conflictos permaneció igual entre 1990 y 2013. Gran parte de los conflictos africanos hoy en día, sin embargo, son conflictos menores (entre 25 y 999 muertes al año), no guerras (con más de 1.000 muertes al año), que han caído de ocho a tres.

La cumbre en Washington vino ocho años después de la cumbre entre los líderes chinos y africanos en Beijing, la cual se enfocó en la expansión del comercio y de la inversión entre los dos mercados. La relación económica entre China y África ha florecido desde ese entonces. Entre 2006 y 2012, el volumen de comercio entre los dos aumentó de $55.000 millones a $220.000 millones —el doble del volumen del comercio entre África y EE.UU. El porcentaje de la inversión china destinada a África es cuatro veces más alta que aquella proveniente de EE.UU.

Mientras es cierto que gran parte de la inversión china en África ha sido liderada por el Estado, las investigaciones indican que África se ha vuelto un destino atractivo para decenas de miles de empresas chinas del sector privado, todas ansiosas de hacer negocios en el riesgoso ambiente africano.

Desde hace mucho tiempo, muchos estadounidenses han solido percibir a África a través de los ojos de la ayuda externa. Hoy en día queda claro que la libertad económica, no la ayuda externa, es un contribuyente esencial al crecimiento y a la prosperidad. Como Bono, el muy conocido promotor de la lucha contra la pobreza global dijo durante su discurso de 2012 en la Universidad de Georgetown: “La ayuda externa es solo una solución pasajera. El comercio y el capitalismo empresarial sacan a más gente de la pobreza que la ayuda externa”.

Si el president Obama quiere ayudar a África, debería prometer trabajar con el congreso para eliminar los aranceles y barreras no arancelarias que todavía obstaculizan el comercio con el continente africano.

Este artículo fue publicado originalmente en Financial Times (Reino Unido) el 4 de agosto de 2014.