EE.UU.: Cómo las regulaciones perjudican al sector de manufacturas

Daniel J. Ikenson dice que "En lugar de enfocarse exclusivamente (o siquiera gran parte del tiempo) en producir bienes eficientemente y competir en el mercado, los manufactureros estadounidenses se ven obligados a incurrir en una serie de costos anti-económicos y a navegar un laberinto de cargas regulatorias simplemente por el 'lujo' de crear valor, proveer empleos, relacionar comunidades, y fortalecer la base tributaria."

Por Daniel J. Ikenson

“Renacimiento” probablemente no es el término correcto para un sector que ha estado experimentando, según cada métrica de desempeño, una tendencia al alza desde el punto más bajo de la recesión. La información del gobierno de EE.UU. publicada más recientemente revela puntos máximos sin precedente para el sector de manufacturas en cuanto a producción, valor agregado, ingresos, exportaciones, ganancias, e inversión extranjera directa. Los negocios andan bien para los manufactureros en EE.UU., pero podrían andar mejor todavía.

En lugar de enfocarse exclusivamente (o siquiera gran parte del tiempo) en producir bienes eficientemente y competir en el mercado, los manufactureros estadounidenses se ven obligados a incurrir en una serie de costos anti-económicos y a navegar un laberinto de cargas regulatorias simplemente por el “lujo” de crear valor, proveer empleos, relacionar comunidades, y fortalecer la base tributaria.

Los manufactureros, de hecho todas las empresas estadounidenses de determinado tamaño, soportan una carga tributaria pesada; se ven obligadas a proveer seguro de salud y otros beneficios costosos a sus empleados; son vulnerables a demandas frívolas por obligaciones relacionadas a sus productos; deben lidiar con el tiempo y el gasto que demandan los reclamos de compensaciones por parte de los trabajadores; están sujetas a interrupciones en el trabajo y reglas laborales ineficientes demandadas por los trabajadores organizados, y; deben rendir cuentas en virtud de unas incongruentes y superfluas normas de salud, emisiones, laborales y de consumidores —todas proliferándose velozmente y elevando el costo de hacer negocios.

El ambiente de negocios en EE.UU., junto con una creciente percepción de que el capitalismo de compadres está bien difundido, se ha vuelto cada vez más hostil a los manufactureros.

Mientras que EE.UU. todavía puede jactarse de tener la porción más grande de la inversión extranjera directa, esa porción cayó de 39% en 1999 a 17% en 2011. Parte de ese declive se debe al crecimiento económico y a oportunidades relacionadas de inversión en el resto del mundo, pero otra razón bien documentada que explica este cambio son las percepciones en deterioro del ambiente de negocios en EE.UU., como fue descrito en un análisis de 2013 del Cato Institute (en inglés).

¿Se puede hacer más para fomentar el potencial en el área de manufacturas? Si, pero la solución no implica más políticas verticales. Se requiere racionalizar las regulaciones, asegurarnos de que las reglas del juego son coherentes y consistentes, y adoptar menos políticas contenciosas para promover la inversión y la producción.

Este artículo fue publicado originalmente en The Wall Street Journal Online (EE.UU.) el 2 de junio de 2014.