EE.UU.: Aprendiendo de las políticas migratorias del pasado

Alex Nowrasteh explica que "La Ley de [de Inmigración de] 1965 fue alabada como una reforma importante que volvió a abrir parcialmente la inmigración. Entre 1790 y 1921, con la excepción de la vergonzosa Ley de Exclusión de Chinos de 1882, EE.UU. tenía en gran medida una inmigración libre".

Por Alex Nowrasteh

Hace 48 años el Presidente Lyndon Johnson (del Partido Demócrata) firmó la Ley de Inmigración de 1965, la reforma migratoria más integral que se había dado en generaciones. Hoy, décadas después, el Congreso está contemplando otra reforma migratoria de gran envergadura que legalizaría a millones de inmigrantes no autorizados y permitiría una mayor inmigración legal de ahora en adelante. Muchas veces se dice que deberíamos aprender de nuestra historia y la reforma migratoria no es una excepción. Una reflexión acerca de la Ley de 1965 podría contribuir al debate actual.

La Ley de 1965 fue alabada como una reforma importante que volvió a abrir parcialmente la inmigración. Entre 1790 y 1921, con la excepción de la vergonzosa Ley de Exclusión de Chinos de 1882, EE.UU. tenía en gran medida una inmigración libre. A quienes se bajaban de un bote en los centros de procesamiento de inmigrantes en las costas del Este y Oeste, como la Isla Ellis, se les permitía ingresar luego de someterse a una inspección de salud y criminal.

Los barcos llenos de inmigrantes, que transportaban italianos, judíos, rusos y polacos no arribaron a las playas estadounidenses y descargaron sus pasajeros con la esperanza de evadir una patrulla de fronteras (estas no existieron hasta 1924). Debido a que tantos podían venir legalmente, la inmigración no autorizada era algo raro.

Eso terminó a principios del siglo veinte con el énfasis de la Época Progresista en proteger a los sindicatos laborales. Aunque se crearon como algo temporal en 1921, y luego se volvieron permanentes desde 1924, las nuevas cuotas nacionales de origen limitaron la inmigración a países del Norte y Oeste de Europa, cuyos inmigrantes eran más preparados y menos probable que se inscribieran en un sindicato.

Lo que es todavía peor es que estas leyes también estuvieron inspiradas en el movimiento progresista eugenésico de ese entonces. Los inmigrantes de Europa del Norte y del Oeste eran bienvenidos porque se los consideraba genéticamente superiores. A los europeos del Este y del Sur de Europa, a los asiáticos, y a otros se les negaba totalmente la entrada o se les restringía severamente debido a su supuesta inferioridad genética. 

Esto suena ridículo hoy, pero hace 90 años era algo muy serio. De hecho, una comisión establecida por el Congreso en 1907, la Comisión Dillingham, confirmó esta supuesta inferioridad. Basándose en una mala metodología estadística y en un razonamiento absurdo, concluía que 67 por ciento de los estudiantes judíos de Polonia y 64 por ciento de los estudiantes del sur de Italia eran “retardados”. Según el reporte, los inmigrantes italianos, judíos, de Europa del Este y de Asia eran tan inferiores que su asimilación a la cultura estadounidense sería imposible.

Las cuotas de origen nacional que surgieron en la década de 1920 no fueron totalmente eliminadas hasta que se aprobó la Ley de Inmigración de 1965 —el mejor logro de esa ley. Después de esa legislación, todos los países estuvieron sujetos a cuotas numéricas.

Mientras que al derogar leyes eugenésicas logró algo positivo, la Ley de 1965 tuvo dos defectos. El primero fue que por primera vez colocó límites numéricos a los inmigrantes de países del Hemisferio Occidental como México y Canadá. En lugar de volver a la política migratoria de antes de 1921, la Ley de 1965 aceptó restricciones arbitrarias a la inmigración como parte normal del sistema.

El segundo defecto importante inmediatamente precedió la aprobación de la Ley de 1965. A vísperas de ser aprobada dicha ley, el gobierno cerró su último programa a gran escala de visas temporales de trabajo para inmigrantes con poca preparación. Este programa, conocido como el Programa Bracero, había permitido que obreros de México trabajasen temporalmente en las haciendas estadounidenses. En su punto más alto a mediados de la década de 1950, el programa permitió que medio millón de trabajadores al año viniesen a trabajar legalmente aquí. Como las leyes restrictivas de la década de 1920, fue la presión de los sindicatos laborales liderados por César Chávez y otros lo que condujo al fin del Programa Bracero.

El Programa Bracero no era perfecto y tenía problemas, muchos de los cuales podrían haberse resuelto permitiendo que los inmigrantes cambiasen fácilmente de trabajo, pero era mucho mejor que la inmensa economía informal de trabajadores no autorizados que se desarrolló luego de que se eliminara el programa.

La cancelación del Programa Bracero en 1964 conduce a algunos críticos de la inmigración a culpar a la Ley de 1965 de causar una mayor inmigración no autorizada, que aumentó considerablemente después de ese año. Pero realmente fue la cancelación del programa y de la última vía legal para que los migrantes poco calificados viniesen legalmente a buscar trabajo aquí, lo que promovió la inmigración no autorizada.

La Ley de 1965 mejoró la política migratoria de EE.UU. al remover de la ley el razonamiento basado en la eugenesia, pero dos defectos evitaron que logre su potencial total. En el aniversario No. 48 de la Ley de Inmigración de 1965, esperemos que el Congreso haya aprendido de ese error y reconozca los beneficios de una mayor inmigración legal.

Este artículo fue publicado originalmente en The Hill Online (EE.UU.) el 3 de octubre de 2013.