Ecuador: Mala señal
Aparicio Caicedo indica que "La política de telecomunicaciones parece obedecer más los caprichos ideológicos de turno que la conveniencia de los ciudadanos. Solo así se explica que la operadora pública tenga casi tres veces más espectro que sus competidoras, a pesar de tener muchísimos menos clientes (30 veces menos, así de disparatado)".
Por Aparicio Caicedo
Las empresas de telefonía celular tienen el arte de despertar ese furibundo anticapitalista que llevamos dentro. Quién no maldice en arameo cada vez que perdemos la condenada señal, que por cierto siempre se va cuando más la necesitamos. Es más, hasta juramos venganza y rogamos que el gobierno intervenga para castigar el abuso corporativo. Y es comprensible. ¿Quién más va a ser culpable si no la malvada compañía que nos brinda el servicio? Sin embargo, la cuestión no es tan simple si la analizamos con detenimiento. Porque ahí veremos a nuestro viejo amigo el Estado, honrando su tradición de problematizar las cosas.
Imagine esto por un momento: el Estado es dueño de toda la tierra cultivable y solo asigna parcelas a empresas agrícolas para que estas las exploten. Algunas invierten mucho, tienen mejores cosechas y sus productos se venden más. Como es de esperar, solicitan más terreno para poder satisfacer su creciente demanda. Pero su pedido es negado o desatendido por años. Y empiezan a tener problemas con sus productos por la estrechez de las parcelas asignadas. Mientras esto pasa, una empresa pública recibe muchas más hectáreas de los campos más fértiles, a pesar de que su cosecha es minúscula.
Absurdo, ¿verdad? Bueno, donde dije “tierra” pongan “espectro radioeléctrico”, cambien “empresa agrícola” por “operador de telefonía móvil” y “parcela” por “frecuencia”: ahí tienen exactamente lo que pasa en Ecuador. Las operadoras privadas llevan años pidiendo la concesión de más frecuencias, para atender su creciente demanda. Pero nada. Esto lógicamente crea problemas que afectan la calidad de su servicio. Mientras, la operadora estatal recibe las mejores frecuencias, aun cuando apenas cuenta con clientes.
Hasta la fecha, el gobierno ecuatoriano ha adjudicado 180 MHz de espectro, quedando muy por debajo de lo recomendado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Recién se ha dado el primer paso para estudiar la ampliación de frecuencias a las operadoras privadas, iniciando un largo recorrido burocrático que debió darse hace años. Y somos los consumidores los únicos afectados por este retraso. Obviamente, los que pagan los platos rotos son quienes dan la cara, y encima les cae la "Super Antimonopolio" (Superintendencia de Control del Poder de Control de Mercado) para vigilar que no abusen de su “posición dominante”.
La política de telecomunicaciones parece obedecer más los caprichos ideológicos de turno que la conveniencia de los ciudadanos. Solo así se explica que la operadora pública tenga casi tres veces más espectro que sus competidoras, a pesar de tener muchísimos menos clientes (30 veces menos, así de disparatado). Más aún, encima se excluye a las privadas de ese segmento de banda conocido como “dividendo digital”, donde se despliega la tecnología 4G. Es decir, se les niega acceso a las tierras más fértiles para poder servir mejor a sus clientes, que son la amplia mayoría de los usuarios. Eso solo pasa en el Reino del Nunca Jamás, y aquí.
La cuestión es compleja. A mí al menos me costó entenderlo. Pero una vez que se comprende queda claro. Aquí el único que abusa de su posición dominante es el Estado, desalentando la inversión y la mejora del servicio con la mala señal institucional que emite.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 19 de septiembre de 2013.