Ecuador: La burocracia
Gabriela Calderón de Burgos asevera que el crecimiento del gasto público y de la burocracia suele derivar en un aumento en el nivel de corrupción de un país. Además, indica que ambas cosas están sucediendo en Ecuador.
Por Gabriela Calderón de Burgos
Guayaquil, Ecuador— La burocracia, un término que ha adoptado una connotación negativa en nuestro país, no necesariamente tiene que ser corrupta e ineficiente. Hay países en los que los burócratas incluso son considerados verdaderos ”servidores públicos”. En otros países, en cambio, la norma parece ser que los empleados públicos en lugar de llegar a servir parecen llegar a servirse de los recursos del Estado (o “del pueblo” como le gusta decir a los más astutos). ¿Cómo podemos hacer de nuestros burócratas unos auténticos servidores de los ecuatorianos?
En 1971, el economista William Niskanen explicó en su clásico La burocracia y el gobierno representativo que, como cualquier otro individuo, el burócrata intenta maximizar sus utilidades. La diferencia entre un trabajador en el sector privado y el burócrata es que el segundo para lograrlo tiene que aumentar el tamaño de su ministerio/secretaría/oficina (es decir, gastar más) ya que con cada aumento mejora su remuneración real1 (oficina más grande, más viáticos, suficiente importancia como para ser incluido en viajes del Presidente a Rusia e Inglaterra, etc.). El trabajador o empresario del sector privado, en cambio, se ven constantemente forzados a reducir costos o perder frente a su competencia (si es que no hay barreras legales a la entrada de otras empresas al mercado).
El Premio Nóbel James Buchanan y su colega Gordon Tullock explicaron que la diferencia entre los países con una burocracia más eficiente y menos corrupta y aquellos con una “burocracia dorada” se debe, en parte, al tamaño del estado: Mientras que los primeros países tienen un Estado con pocos recursos y poderes limitados, los segundos tienen un Estado que suele ser el agente económico más importante de la economía y además, tiene poderes prácticamente ilimitados. El problema con el segundo modelo de Estado, es que suele atraer a individuos con una ambición de poder y riqueza personal que termina afectando su habilidad de proveer servicios públicos.2
Y hay evidencia que respalda esta teoría. Por ejemplo, un estudio de 2003 y que utilizó datos de más de 100 países concluyó que un aumento en el tamaño del gobierno de 10% resulta en un aumento en el nivel de corrupción de 2%.3
De esto podemos concluir que en Ecuador deberíamos estar reduciendo el tamaño del Estado (y de la burocracia) si—honestamente—queremos combatir con la corrupción.
Pero según reporta Jaime Carrera del Observatorio de la Política Fiscal: “En 2010, habrá 454 mil servidores públicos, o 3,2% de la población, cuyo mantenimiento costará a toda la sociedad más de $6.000 millones, equivalentes a toda la recaudación por impuesto a la renta e IVA. Al agregar los empleados de los gobiernos seccionales, las seguridades sociales y empresas públicas, serán cerca de 500 mil los servidores estatales. Entre 2007 y 2010, aumentaron 95 mil empleados del Estado”. Carrera agrega que el costo de los trabajadores públicos representará más del 10% del PIB y 60% del gasto corriente para 20104. El tamaño del Estado en la economía pasó de ser 27% en 2007 a 40% en 2008 (un incremento de 70%).
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 2 de diciembre de 2009.
Referencias:
1. Lemieux, Pierre. “The Public Choice Revolution”. Revista Regulation. Otoño 2004. Disponible en: http://www.cato.org/pubs/regulation/regv27n3/v27n3-2.pdf.
2. Ali, Abdiweli y Said Isse, Hodan. “Determinants of Economic Corruption: A Cross-Country Comparison”. Cato Journal. Vol. 22 (No. 3), invierno 2003. Disponible en: http://www.cato.org/pubs/journal/cj22n3/cj22n3-4.pdf.
3. Ali, Abdiweli.
4. Carrera, Jaime. “Obeso sector público, los pobres sufrirán”. Diario Hoy. 30 de noviembre de 2009. Disponible en: http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/obeso-sector-publico-los-pobres-sufriran-380138.html.
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Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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