Ecuador: El "problema" de la dolarización

Gabriela Calderón de Burgos indica que "Las devaluaciones y depreciaciones no están correlacionadas a largo plazo con el éxito en las exportaciones. Por eso ha de ser que ahora mismo nuestros vecinos están quejándose de la depreciación de sus monedas".

Por Gabriela Calderón de Burgos

Hay análisis que sufren de los mismos prejuicios en contra de la dolarización de los que albergan las autoridades del gobierno.

Un artículo publicado en el Wall Street Journal lamentaba en noviembre que Ecuador “tiene la mala fortuna de ser un productor de petróleo con una economía ‘dolarizada’ que utiliza el dólar estadounidense como moneda de curso legal”. Las autoras agregaron que “Ahora, [la dolarización] está privándolos de la válvula de escape que una moneda local depreciada puede brindar en momentos en que la caída en los precios del petróleo está perjudicando sus exportaciones”.

El economista Lawrence White respondió a este artículo así:

“La alternativa relevante frente a la dolarización no es un régimen imaginario en el que depreciaciones precisamente calibradas del tipo de cambio de la moneda local son administradas por expertos justo cuando es necesario ajustar los salarios, una mejora por sobre la dolarización sin incurrir en costos. Darle a un banco central como el de Ecuador la discreción de emitir su propia moneda es deshacerse del ancla en el dólar que actualmente mantiene en su lugar las expectativas de inflación del público y estabiliza el sistema”.

White explica que las únicas dos alternativas al régimen de la dolarización son uno de tipo de cambio ajustable y uno de flotación libre. Ambos tienen evidentes desventajas frente a la dolarización, considerando que vivimos en un mundo con libre circulación de capitales y el dudoso récord de nuestro Banco Central. Entonces la dolarización es un “problema” mucho menor que sus alternativas reales.

Sobre la apreciación del dólar, que probablemente continuará dado que la Fed de EE.UU. elevó la tasa de interés, varios han sugerido que esto perjudicará más a los países dolarizados que a aquellos con moneda propia. Suponen que estos últimos pueden bajar sus tasas de interés por debajo de la tasa en dólares al tener moneda propia. Sin embargo, el economista Manuel Hinds señala que “sin políticas monetarias, los países dolarizados tienen tasas de interés mucho más bajas que las de los no dolarizados (menos de la mitad que el promedio de los no dolarizados)”. ¿Por qué suben las tasas de interés los países no dolarizados? Hinds dice que “si no lo hacen, la fuga de capitales de sus países hacia EE.UU., ya grande, aumentaría inmediatamente porque los depósitos bancarios buscan las tasas de interés más altas”.

Sobre la supuesta competitividad que podríamos adquirir si tuviésemos una moneda depreciable, se presume que todos los bienes son elaborados enteramente o en gran medida con insumos no transables, que no cruzan las fronteras. Pero en una economía mundial cada vez más globalizada y en la que cada vez más de los bienes y servicios contienen una porción creciente de insumos transables, sus precios están determinados en monedas de aceptación universal, como el dólar o el euro.

Las devaluaciones y depreciaciones no están correlacionadas a largo plazo con el éxito en las exportaciones.1 Por eso ha de ser que ahora mismo nuestros vecinos están quejándose de la depreciación de sus monedas: se les encarecen el financiamiento y los insumos importados de producción, incrementa el peso de la deuda denominada en dólares, todo lo cual los vuelve menos —no más— competitivos. Así que esta Navidad agradezca que, a pesar de la política económica del gobierno, estamos dolarizados y eso nos salva de varios problemas mayores.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo el 25 de diciembre de 2015.

Referencia:

1. Hinds, Manuel. Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries. Yale University Press: octubre de 2006.