¿Dolarización en Argentina?
Gabriela Calderón de Burgos explica que la dolarización es un sistema monetario que no depende del nivel de las reservas en una economía, sino de la confianza que las personas tengan en la moneda de su preferencia frente a las alternativas reales disponibles.
Por Gabriela Calderón de Burgos
Este domingo se realizarán en Argentina las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), proceso en el que se definirán los candidatos a la presidencia. Según encuestas recientes, una mayoría de los argentinos consideran que la inflación es el principal problema de la economía. Esto es comprensible, considerando que la tasa de inflación anual ha llegado a un 115,6%.
En un estudio reciente publicado por el Instituto Cato, mi colega Daniel Raisbeck y yo explicamos por qué Argentina debe dolarizar ya y abordamos en más detalle que el que permite esta columna los reparos a dicha medida.
El argumento más popular es aquel que sostiene que no hay suficientes dólares para dolarizar la economía. Detrás de argumento, yace la creencia de que la dolarización depende de cierto nivel de activos líquidos acumulados en la Reserva Internacional. Todo esto me recuerda a los múltiples opinólogos y políticos en nuestro país que llevan años advirtiendo de que la dolarización “se cae” y que es necesario “defenderla”.
Detrás de los nosepuedistas argentinos y los supuestos defensores de la dolarización en Ecuador lo que tenemos es esencialmente una confusión acerca del papel de las reservas en una economía dolarizada. Como explica el exministro de Finanzas de El Salvador Manuel Hinds, “En una economía no dolarizada, hay dos monedas, una que se usa internacionalmente (en el caso de Ecuador el dólar) y otra que se usa domésticamente (el sucre que existía cuando Ecuador no estaba dolarizado)”.
Para ilustrarlo Hinds propone la analogía de un casino donde usted entrega sus dólares a cambio de fichas para jugar, con la esperanza de cambiar las fichas por dólares antes de retirarse. El cajero del casino tiene que asegurarse de guardar suficientes dólares para cambiar las fichas. Este es el papel del banco central en los países no dolarizados, con una diferencia importante: si el cajero no tiene suficientes dólares para cambiar las fichas, puede ser acusado ante la policía de una estafa mientras que el banco central simplemente devalúa las fichas hasta que le alcancen los dólares. Esto último, suena muy parecido a la “ecuadolarización” explicada en abril por el candidato Andrés Arauz.
En una economía dolarizada, en cambio, solo hay una moneda y esto es como entrar en un casino donde las máquinas aceptan directamente dólares. Usted no necesita pasar por la ventanilla intercambiando sus dólares por fichas, es decir, no depende del cajero (banco central). El valor de la moneda local ya no está definido por el banco central nacional, sino por los mercados internacionales y en términos de su valor en euros o en yen. Hinds agrega, “Ese valor no cambia si Ecuador tiene o no tiene reservas. Los precios en dólares y los contratos en dólares siguen valiendo lo mismo, aquí y en la China, aunque Ecuador no tenga reservas”.
Por esta razón es que Argentina no necesita tener tantas reservas como dicen algunos economistas. También por esta razón es que a pesar del pésimo récord de la clase política argentina (y ecuatoriana), la dolarización no necesita de políticas restrictivas para mantener los dólares dentro de la economía. El sistema funciona porque depende únicamente de la confianza que las personas mantengan en la moneda de su preferencia frente a las alternativas reales disponibles.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 11 de agosto de 2023.