Día mundial de la independencia

Por José Piñera

El 4 de Julio de 1776 se aprobó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América. El texto fue redactado por el entonces joven delegado de Virginia, Thomas Jefferson, revisado por una comisión compuesta, entre otros, por Benjamin Franklin y John Adams, y finalmente aprobado por unanimidad por los 56 representantes de las trece colonias. El objetivo práctico del documento fue dar a conocer al mundo (me encanta la frase "let the facts be submitted to a candid world") las razones que impulsaban a las colonias a independizarse del control político británico. Gran parte del texto es una enumeración detallada y elocuente de las violaciones constitucionales y legales en que habría incurrido el rey Jorge III. Por cierto, no deja de ser una ironía histórica el hecho de que ese mismo Día el monarca ingles anotara en su diario de vida "Nothing of importance this day", y sorprendente que cuando recibió el texto de la Declaración no comprendiera su importancia.

Fue una tragedia que los delegados de Georgia y Carolina del Sur condicionaran su firma y, por lo tanto, la viabilidad de todo el proyecto independentista, a la remoción de la acusación, que Jefferson había incluido en su borrador, de que Jorge III había "emprendido una guerra cruel contra la naturaleza humana" al introducir la esclavitud en las colonias y permitir el tráfico de esclavos. Al excluir este tema, los delegados del Sur no evitaron que la fuerza del famoso enunciado "todos los hombres nacen iguales" llevara a su conclusión lógica e inevitable, pero si prolongaron el horror de la esclavitud por casi un siglo, y sembraron la semilla de la sangrienta guerra civil que fue necesaria para cerrar esta herida. Siempre me ha impactado lo inmensamente doloroso que debe haber sido este compromiso para hombres tan íntegros como Jefferson, Franklin y Adams, pero que tenían la madurez política y el coraje moral como para comprender que en la vida publica no siempre se pueden obtener todos los objetivos simultáneamente, y que a menudo es necesario aceptar mundos imperfectos siempre que la dinámica de los hechos creados apunte en la dirección correcta.

Este documento es la "partida de bautismo" de la epopeya de los EE.UU. En cierta ocasión especial, tras reafirmar que nací y moriré chileno, fui designado "honorary american" por Edward Crane, el héroe de la libertad que fundo el Cato Institute. Por ello, celebro casi todos los Cuatro de Julio con mis amigos norteamericanos, y generalmente en Washington D.C. visitando los evocadores monumentos a Washington, Jefferson y Lincoln. Nunca olvido que una Constitución elaborada una década mas tarde tradujo estos principios de manera brillante a un texto legal casi perfecto, dando origen al otro pilar fundamental de la exitosa experiencia de ese país (¡que maravilla tener una misma y sabia Constitución, jamás violada, durante mas de dos siglos!).

Si de un texto lleno de aciertos como aquel de la Declaración tuviera que escoger, aquí y ahora, solo una idea, elegiría aquella sobre el rol legitimo de los gobiernos, pues creo que en la confusión sobre esta materia estriba la causa principal de la pobreza en el mundo, y especialmente en nuestra querida y dolida América Latina. El concepto clave que afirma la Declaración es el siguiente: "Para asegurar estos derechos (individuales, inalienables, concedidos por el Creador) se constituyen Gobiernos (democráticos) entre los hombres..." ¿Qué derechos son estos? Pues la "Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad". Así de claro y contundente. Cuanto mejoraría el mundo si cada vez que una autoridad política pretendiera ejercer una acción, emitir un decreto o aprobar una ley se preguntara: "es conducente a la protección de esos derechos"? Si lo es, es rol legitimo del Gobierno. Si no lo es, esta usurpando espacios de libertad individual, con todo tipo de negativas consecuencias. Les sugiero que lean de aquí en adelante la prensa con esta perspectiva (como yo lo hago, mas bien lo sufro, cada Día y con los diarios de varios países) y se darán cuenta de que la inmensa mayoría de las propuestas sobre políticas publicas no pasan este "filtro de la libertad".

En fin, considero la Declaración como el documento político más importante en la historia de la humanidad. Por cuanto ella apela de manera tan lucida a principios universales, propongo que este Día Cuatro de Julio sea celebrado como el Día Mundial de la Independencia. No de la independencia de cada país del control político de otras naciones (los chilenos de los españoles, los brasileros de los portugueses, etc.), para lo cual cada país tiene su propia fecha. Apunto a otra independencia, a aquella que subyace todas las demás y sin la cual las rupturas políticas solo sustituyen un control por otro, a esa independencia mental y del alma que trae la verdadera libertad, aquella a la que se refería el inmortal Cervantes cuando su Don Quijote afirmaba: "La libertad, Sancho, es uno de los mas preciados dones que a los hombres dieron los cielos. Con ella no pueden igualarse los tesoros que la tierra encierra ni el mar encubre. Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida".

(NOTA: Es interesante conocer lo que le sucedió a los 56 hombres que firmaron la Declaración. Cinco firmantes fueron capturados por los ingleses, acusados de traición, torturados y fusilados. A doce les saquearon sus casas antes de quemarlas. Dos perdieron a sus hijos luchando en el Ejercito Revolucionario y a otro le capturaron dos hijos. Nueve de los 56 lucharon y murieron en la Guerra de Independencia. Los firmantes no eran agitadores profesionales ni demagogos que no tenían nada que perder. Por el contrario, 24 eran abogados, 11 eran comerciantes, 9 eran propietarios de tierras agrícolas. Eran hombres educados y de buena situación económica. Pero firmaron la Declaración sabiendo muy bien que, si eran capturados, la pena era la muerte. Esos hombres tenían bienestar, pero valoraban aun más la libertad.