Deuda pública, riesgos y oportunidades

Miguel Collado Di Franco dice que no habiéndose recuperado todavía las empresas y las familias de los efectos de las medidas de la pandemia, no parece prudente elevar los impuestos, sino más bien realizar una reforma tributaria que reduzca los incentivos a la evasión y a la elusión de impuestos.

Por Miguel Collado Di Franco

La deuda del sector público no financiero de República Dominicana alcanzó US$47.674,1 millones a diciembre de 2021, un incremento de US$3.051,7 millones con relación a 2020. Al sumar la deuda del Banco Central de la República Dominicana, el total representó US$62.036,8 millones (Gráfica No. 1); US$4.770,4 millones más que al 31 de diciembre de 2020.

En términos del Producto Interno Bruto (PIB), la deuda del país se situó en 66,7%. Este es un nivel alto desde el punto de vista histórico del país (Gráfica No. 2). Emplear la relación deuda sobre el PIB puede ser útil para realizar comparaciones entre países y en el tiempo. Por ejemplo, sirve para advertir que el incremento acumulado de los últimos dos años ha llevado el monto de la deuda a uno de sus niveles históricos más alto. Sin embargo, este cociente presenta el inconveniente de que no constituye una medida que puede suministrar una idea certera sobre el riesgo que representa el nivel de endeudamiento en un determinado momento.

En 1983, por ejemplo, con una relación deuda PIB de 32%, la República Dominicana incumplió con sus compromisos (hizo default). El cociente deuda/PIB no refleja, necesariamente, la posibilidad de un gobierno poderle hacer frente a sus compromisos financieros. La deuda se paga con los ingresos que recibe el Estado. El PIB es solo una estadística que trata de representar la actividad económica, tanto privada como pública. Esto último quiere decir que el PIB incluye el gasto público, fracción que no es aislada en los análisis. Por tanto, si al emplear dicho cociente se tiene la intención de reflejar la capacidad de pago de un gobierno en un determinado momento, en realidad se estaría sobre estimando la misma.

Es más apropiado emplear un indicador que refleje la liquidez del gobierno para hacer frente a los compromisos de la deuda. Desde hace unos diez años, en el CREES hemos venido empleando la relación gasto en intereses como porcentaje de los ingresos tributarios (GIIT) para estos fines. En años recientes, calificadoras internacionales de riesgo han empezado a usar esta medida.

Tradicionalmente, el valor del GIIT de la República Dominicana ha sido mayor que el promedio de América Latina (Gráfica No. 4). De acuerdo con los últimos datos disponibles para realizar la comparación, el país se encontraba entre los que exhibían mayor riesgo de acuerdo con esta medida (Gráfica No. 5).

Una forma de medir el nivel de riesgo de un país es por medio de la diferencia de rendimientos entre su bono soberano y un bono considerado libre de riesgo de igual madurez. La brecha entre un bono del Tesoro de los Estados unidos y un bono soberano de otro país es la prima por riesgo que demandan los inversores. Mientras más riesgoso es percibido un título soberano, mayor es esa diferencia y mayor su costo para el emisor. Una forma estandarizada para medir la brecha descrita, o el riesgo país, es el EMBI, o Indicador de Bonos de Mercados Emergentes desarrollado por JP Morgan Chase.

Como se puede apreciar en la Gráfica No. 6, República Dominicana mantiene un riesgo mayor que los países de igual calificación otorgada por las calificadoras de riesgo (BB-). Es decir, la deuda de República Dominicana es más costosa que la de Brasil, Guatemala y Honduras; países con igual calificación. En el gráfico también se destaca que desde inicios de este año 2022, el riesgo de los bonos soberanos de los países de América Latina ha aumentado. Hacia el corto y mediano plazo, el aumento de los rendimientos de los bonos de las economías emergentes es un factor que incidirá sobre las finanzas públicas de sus gobiernos.

¿Por qué empiezan a aumentar los rendimientos de los bonos de economías emergentes?

Con el estallido de la pandemia de COVID-19, los bancos centrales adoptaron una política aún más laxa que la mantenida hasta entonces. Cuando las tasas de política monetaria son reducidas para expandir la cantidad de dinero, los activos de riesgo, entre ellos los bonos soberanos, tienden a beneficiarse.

La Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), el mayor banco central del mundo, empezó a comprar bonos del gobierno de ese país. Con el tiempo, esto deprimió los rendimientos de esos títulos. En 2021 llegaron a tener rendimientos históricamente bajos, en términos nominales y reales. Como resultado, los inversores empezaron a demandar bonos soberanos de otras economías. La percepción del riesgo de los títulos se altera cuando se producen periodos de rápida y elevada expansión monetaria. Cuando se bajan las tasas artificialmente, aumenta el crédito y los recursos para ser destinados a diferentes activos cuyo riesgo ha sido distorsionado por esa misma manipulación de los tipos de interés. Tal ha sido el caso de la deuda soberana de países de América Latina.

En la actualidad, con el cambio de política monetaria en EE.UU. (reducción de la compra de títulos por parte de la Fed), y las expectativas de inflación, los rendimientos de los bonos están aumentando. En la medida en que la Fed aumente las tasas en el futuro cercano, los rendimientos de los bonos de EE.UU. serán mayores y los inversores empezarán a abandonar sus posiciones en bonos soberanos de otros países. El velo del riesgo introducido por la reducción artificial de la tasa de interés empezará a disiparse. En adición, si esos países no han puesto su casa en orden en términos fiscales, habiendo acumulado mayor deuda, es normal que sean percibidos como más riesgosos.

¿Cuál podría ser la situación para República Dominicana?

El precio de la deuda de República Dominicana será afectado por las acciones de la Fed. Los inversionistas demandarán mayores rendimientos. Acciones como la reciente operación de manejo de pasivos, o “refinanciamiento’, ayudan a reducir el servicio de la deuda. Estas son oportunidades que brindan, precisamente, las condiciones de tasas bajas.

Sin embargo, la deuda sigue aumentando. La inflación de precios continuará contribuyendo a obtener recaudaciones nominales importantes en 2022, tal como sucedió en 2021. No obstante, es oportuno recordar que el gobierno no contará con unos RD$78.000 que obtuvo en 2021 provenientes de los adelantos de impuestos de las instituciones financieras y de la Barrick Gold, así como de recursos de la ley 46-20, principalmente. Parece coincidir con este panorama, que las autoridades traten de incrementar las recaudaciones de forma administrativa mediante normas y reglamentos.

En una situación en la cual las familias y las empresas todavía no se han recuperado de los efectos de las medidas de la pandemia, no parece prudente elevar la carga tributaria. Las condiciones señalan que este sí es un momento oportuno de reformas para que la sociedad civil tenga mayores recursos para invertir y crear más riqueza; y tratar de eludir los efectos de la inflación de precios que afecta a todos. Desde el punto de vista económico, es el momento para que las autoridades implementen medidas que favorezcan los esfuerzos de creación de empleos y riqueza. Una reforma tributaria que reduzca los incentivos actuales a la evasión y a la elusión de impuestos, eliminando tributos y reduciendo las tasas de los existentes, como principales medidas, sí ayudaría a los objetivos particulares de los ciudadanos. Si a esta reforma, en el sentido correcto de ese término, se le acompaña de una ley de responsabilidad fiscal, República Dominicana se colocaría en una mejor posición con relación a sus pares para afrontar los retos de los cambios en las condiciones monetarias a nivel internacional.

Este artículo fue publicado originalmente en CREES (República Dominicana) el 18 de febrero de 2022.