Desalentando la competencia tributaria

Por Daniel J. Mitchell

Hong Kong y Singapur han disfrutado de un crecimiento rápido y ahora están clasificados entre las jurisdicciones más ricas del mundo —gracias, en parte, a sus bajos impuestos y mercados libres. Sin embargo, ninguna acción buena sucede sin luego tener malas consecuencias. Hoy, ambas jurisdicciones se enfrentan con posibles sanciones económicas por cortesía del congreso de Estados Unidos.

Dos propuestas que atacan las jurisdicciones de bajos impuestos están circulando en Washington. La primera, la “Ley para Detener el Abuso los Refugios de Impuestos” del senador de Michigan Carl Levin, cambiaría las leyes tributarias estadounidenses para impedir inversiones en 34 jurisdicciones con bajos impuestos. La inclusión en la lista está determinada por la aseveración del Sr. Levin de que una jurisdicción ha sido descrita por el Servicio Interno de Ingresos (IRS, por sus siglas en inglés) estadounidense como una “jurisdicción secreta” en denuncias legales en contra de terceras partes que supuestamente están evadiendo impuestos. En Asia, Singapur y Hong Kong estarían entre las jurisdicciones que efectivamente se encuentran en la lista negra. Peor aún, el proyecto de ley autoriza sanciones financieras para aquellas jurisdicciones que no cambien sus leyes tributarias o de privacidad para facilitar el cumplimiento extraterritorial de la ley tributaria estadounidense.

La otra propuesta, igualmente perjudicial, está patrocinada por el senador demócrata, Byron Dorgan de Dakota del Norte. Su proyecto de ley crea una lista negra de 40 naciones y territorios, aunque el proyecto de dos páginas no menciona como llegaron a estar en la lista ni como pudieran salir de ella. La legislación requeriría que las empresas estadounidenses consideren los ingresos obtenidos en las jurisdicciones mencionadas como fuentes de ingreso dentro de Estados Unidos, un cambio que aumentaría dramáticamente la carga tributaria de estas empresas. Hong Kong y Singapur no se encuentran actualmente en la lista del Senador Dorgan, sin embargo eso podría cambiar mientras que el proyecto recorra el camino del proceso legislativo.

Dada la combinación tóxica de un sentimiento en contra del libre comercio y de un hambre por los nuevos ingresos tributarios que está presente en el congreso demócrata, algunos especulan que los patrocinadores de los dos proyectos podrían crear una lista negra combinada de 46 jurisdicciones. Pero aun en el caso de que alguna jurisdicción se salve de estar en esa lista, ambos proyectos le darían autoridad ilimitada al Secretario de la Tesorería para agregar nuevos “refugios tributarios” a la lista.

Si son promulgados, estos proyectos de ley infligirían tasas de impuestos más altas e incertidumbre económica en los centros financieros más activos de Asia, desalentando así a los inversionistas, empresarios y compañías estadounidenses. Igual de preocupante es la posibilidad de que otras naciones utilicen la acción de Estados Unidos como excusa para imponer listas negras similares. Los políticos de los países europeos con estados de bienestar que conllevan altos impuestos han sido defensores incondicionales de las políticas en contra de la competencia tributaria y seguramente estuvieran satisfechos si Estados Unidos fuese a liderar el ataque a las jurisdicciones de bajos impuestos —particularmente debido a que tanto Hong Kong como Singapur ya han rechazado participar en la iniciativa de ahorro de impuestos, un plan creado por la Comisión Europea para encontrar y cobrarle impuestos a los capitales fugados.

Estas propuestas, particularmente la legislación de Levin, ya están causando inquietud en Asia. Los gobiernos de Hong Kong y Singapur están muy concientes de la amenaza que constituyen estos proyectos de ley. El sector privado en ambas legislaciones también le está prestando atención a la situación, particularmente debido a que el senador Levin asegura que su legislación aumentará los ingresos tributarios por $100.000 millones anuales. Esto insinúa un gran incremento de la carga tributaria, aunque es probable que haya muy pocos, si es que los hay, ingresos adicionales ya que los inversionistas y las empresas estadounidenses cambiarían su comportamiento para evadir tal impuesto —probablemente retirando dinero de las jurisdicciones en la lista negra.

Irónicamente, si los proyectos de ley de Levin y Dorgan son aprobados, Estados Unidos sería la principal víctima. El Centro para la Libertad y la Prosperidad ya mandó una carta al Secretario de la Tesorería, Henry Paulson, explicándole porqué las propuestas de Levin y Dorgan son contrarias a los intereses estadounidenses. Firmada por representantes de 45 ‘think-tanks’, grupos a favor de el libre comercio y organizaciones de contribuyentes, la carta ataca las propuestas con tres argumentos.

Primero, en un mundo competitivo globalizado, discriminar a inversionistas y empresas estadounidenses crearía oportunidades para que otras naciones agarren una mayor porción del mercado. Segundo, los proyectos de ley apuntan de manera desproporcionada a las naciones pobres, ya que tres cuartos de las jurisdicciones en la lista negra son del mundo en desarrollo, lo cual solo reduce el número de amigos de Estados Unidos alrededor del mundo. Finalmente, los proyectos seguramente le traerían problemas a Estados Unidos ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) debido a las obligaciones de tratamiento nacional y de tratamiento de nación más favorecida.

Idealmente, los proyectos propuestos serían detenidos porque representan una política perjudicial y no simplemente porque perjudican los intereses estadounidenses. Los senadores Levin y Dorgan están intentando socavar la competencia tributaria a pesar de que este es un proceso que debería ser celebrado en vez de amenazado. La movilidad del trabajo y el capital ha forzado a los gobiernos alrededor del mundo a reducir las tasas de impuestos e ingresos personales y corporativos que inhiben el crecimiento. Comenzando con las reducciones de impuesto de Thatcher y Reagan, las tasas de impuestos personales han bajado por un promedio de casi 25 puntos de porcentaje en el mundo desarrollado y las tasas de impuestos corporativos han bajado por casi 20 puntos de porcentaje. Esta liberalización, fomentada por la rivalidad fiscal, sería socavada si los gobiernos no tuvieran que preocuparse de que los gansos que ponen huevos de oro se escapen a otras jurisdicciones.

El proteccionismo fiscal no es la respuesta. Si los senadores Levin y Dorgan están preocupados por la migración de trabajos y capital hacia lugares como Hong Kong y Singapur, deberían considerar reducir las tasas de impuestos estadounidenses. Después de todo, Estados Unidos debería exportar libertad, no políticas dañinas.

Este artículo apareció en el Asian Wall Street Journal el 4 de abril, 2007.

Traducido por Helena Ball para Cato Institute.