Derrota ante la violencia

Sergio Sarmiento dice que aunque el gobierno mexicano se niegue a reconocer la derrota en la guerra contra el narcotráfico, la creciente violencia en varias ciudades mexicanas evidencia lo contrario.

Por Sergio Sarmiento

Ciudad Juárez se ha convertido en la ciudad más violenta de nuestro país, quizá de hecho una de las más violentas en el mundo. Matanzas como la de los jóvenes que el 30 de enero asistían a una fiesta juvenil, y celebraban una victoria de su equipo de futbol americano, se han convertido en parte de una tragedia cotidiana.

Ya no puede el gobierno seguir afirmando que no hay un problema real porque todos los ejecutados tienen algo que ver con la delincuencia organizada. Cada vez es mayor el número de personas que son ejecutadas en Juárez y en otros lugares del país sin tener absolutamente ningún vínculo con los grupos de criminales.

El propio presidente Felipe Calderón ha reconocido que se necesita una nueva estrategia en Ciudad Juárez. Efectivamente, esta urbe fronteriza fue una de las primeras en recibir contingentes del ejército y de la policía federal para apoyar a las fuerzas municipales y estatales. A tres años de distancia, sin embargo, es evidente que esta medida no ha sido suficiente.

Si un ciudadano común y corriente tiene que atravesar Ciudad Juárez será detenido en numerosas ocasiones por retenes militares y policiales. De hecho, correrá siempre el riesgo de que uno de eso retenes no sea legítimo y esté operado por criminales. Lo paradójico del caso, sin embargo, es que los comandos que ejecutaron a los muchachos el 30 de enero, y los que han participado en otros ataques notables, pueden al parecer atravesar la ciudad las veces que quieran sin temor a ser detectados o molestados.

La solución que hasta la fecha ha ideado el gobierno en puntos conflictivos es enviar a más efectivos del ejército o de la policía federal. Pero no parece que está táctica esté funcionando. Se necesita quizá una mejor labor de inteligencia que la que están realizando las autoridades, y en particular las federales que son, no olvidemos, las que tienen bajo su responsabilidad el combate de los delitos contra la salud, los cuales están provocando la mayor parte de la violencia.

El gobierno federal se niega a aceptar que estamos perdiendo la guerra contra el narco. Cita para ello cifras de decomisos de drogas y de dinero o detenciones y muertes de capos del narco. Sólo que esta guerra no la estamos peleando para matar o detener a líderes del narcotráfico. El propósito original era evitar el tráfico de drogas a EE.UU., pero la información disponible sugiere que éste se mantiene o aumenta; y también impedir el crecimiento del consumo en nuestro país, el cual, sin embargo, está aumentando.

La verdad es que México ha decidido pelear en nuestro territorio una guerra cuya responsabilidad pertenece más bien a los estadounidenses. El resultado ha sido concentrar la violencia en nuestro país. No deja de ser paradójico que a pesar de que la distribución se lleva a cabo necesariamente en EE.UU., el país consumidor, los muertos se registran en México. Como siempre, nosotros llevamos la peor parte.

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