Dentro de la angustia económica en EE.UU.
Daniel J. Mitchell afirma que EE.UU. "sufre su peor periodo de recuperación tras una crisis desde la Gran Depresión".
¿Porqué los votantes de todas las tendencias ven, por lo general, a la economía como anémica? Más de tres millones de empleos han sido creados en los últimos dos años, el índice Dow Jones ha aumentado de 8.000 a más de 13.000 y la recesión terminó hace tres años. Parecen ser buenas noticias. ¿Será que el presidente Obama está recibiendo un trato injusto?
La respuesta depende de con qué está comparando usted la economía estadounidense. Si usted simplemente compara la economía actual a como se encontraba en enero de 2009, el trabajo del presidente se ve bien. Y si usted cree que sus afirmaciones de que el tal llamado estímulo y los rescates eran necesarios para salvar a la economía del colapso, entonces él se ve muy bien.
Sin embargo, Obama aún enfrenta una batalla cuesta arriba este noviembre —porque los que no son ricos no sienten que su situación haya mejorado. Hay varias razones:
- La tasa de desempleo aún supera el 8%, a pesar de que la Casa Blanca prometió que bajaría al 6% hoy si el estímulo se ejecutaba.
- Varios millones menos de estadounidenses tienen empleos hoy que hace cinco años.
- La tasa de pobreza ha aumentado a más del 15%, con un número récord de estadounidenses subsistiendo con ingresos por debajo del nivel de pobreza.
- De acuerdo con los datos más recientes, el ingreso medio por hogar es menor que cuando comenzó la recesión.
- La carga de gasto público sigue siendo alta y la creciente cantidad de números rojos es un síntoma de la inflación en Washington.
- La amenaza de mayores impuestos es omnipresente y constituye una espada de Damocles sobre la economía.
- La continua debilidad en los sectores de vivienda y financiero funciona como un recordatorio a las personas de que los rescates e intervención han dejado muchos problemas sin resolver.
Los que trabajan en la Casa Blanca afirman que todo esto simplemente ilustra la debilidad económica que les fue heredada. Es un argumento plausible, al menos en teoría —pero muchos votantes no están convencidos.
Hay buenas razones para el escepticismo. No se necesita ser versado en estadísticas económicas para comprender que EE.UU. está experimentando una recuperación económica anémica.
De hecho, la nación sufre su peor periodo de recuperación tras una crisis desde la Gran Depresión. Los amantes de las estadísticas pueden observarlo por sí mismos: El sitio interactivo de la Reserva Federal de Minneapolis permite comparar entre los ciclos de negocios posteriores a la Segunda Guerra Mundial, basado en el empleo o el PIB.
Así que hay fuertes argumentos para afirmar que las políticas de Obama han retrasado el rebote normal que una economía debería experimentar al salir de una crisis —y los votantes sienten que algunos en Washington son parcialmente culpables de esta situación.
Además, a medida de que la economía respira, es incierto si la Casa Blanca debería obtener algún crédito por ello.
Por ejemplo:
- La recuperación comenzó justo cuando el estímulo de Obama terminó, lo que confirmó las sospechas de que una gran cantidad de dinero se estaba desperdiciando en un proceso que impedía el crecimiento de la economía.
- Las cifras de empleo comenzaron a mejorar a final de 2010, justo cuando los republicanos tomaron el control del congreso y, presumiblemente, la capacidad de Obama de cambiar el curso de la nación.
Quizás lo más importante, es que los votantes pueden ver lo que sucede en Europa, donde los estados de bienestar colapsan tras décadas de exceso de gasto público e impuestos. Tienen una vaga idea de que EE.UU. está en el mismo camino debido a la demografía y a programas de ayuda social mal diseñados.
Pero el problema para la Casa Blanca no son solo las cifras: Hay una creciente inquietud de que las reglas han cambiado para mal. Escándalos como el de Solyndra provocan sospechas de que el capitalismo de compadres ha reemplazado al capitalismo. El número sin precedentes de personas utilizando cupones para alimentos hace reflexionar acerca de las consecuencias a largo plazo de tener más y más personas subsistiendo de ayuda, y menos personas generando ingresos.
Ninguno de estos problemas comenzó con Obama, muchos de ellos existían incluso antes de Bush. Pero Obama ha ampliado estas malas políticas en lugar de cambiarlas. Él prometió esperanza y cambio, pero ha profundizado las fracasadas políticas estatales de su predecesor.
Es por eso que la Casa Blanca no está recibiendo mucho crédito por un aumento en la bolsa de valores y una caída en la tasa de desempleo. Las buenas noticias que estamos recibiendo, las estamos recibiendo a pesar de las personas que ocupan la Casa Blanca.
Este artículo fue publicado originalmente en New York Post (EE.UU.) el 19 de marzo de 2012.