Democracia y mercado en los libros de texto
Por Pedro Schwartz
Rafael Zaragoza acaba de publicar en la editorial Aduana Vieja un libro titulado “Democracia y mercado en los textos de bachillerato”, en el que aparece a los ojos del lector un aterrador panorama de prejuicio e ignorancia en los libros de enseñanza de Historia Contemporánea.
El ensayo recorre los principales momentos de la evolución de nuestras sociedades democráticas y contrasta la interpretación sesgada de los libros de texto con los resultados de la historiografía más reciente. Comienza poniendo en duda la tenebrosa imagen de la Revolución Industrial presentada por tantos historiadores, así como la presentación de la I Guerra Mundial como la evolución lógica de rivalidades capitalistas, típicas de una economía liberal. Desmitifica la revolución bolchevique y la presenta como lo que fue, un golpe de Estado contra el régimen constitucional establecido por los liberales al mando de Kerenski. Desmonta el intento de blanquear a Lenín cargando todas las culpas sobre un Stalin traidor de la Revolución. Recuerda que el verdadero apaciguador de Hitler no fue Chamberlain en Munich sino el propio Stalin, quien, al repartirse Polonia con la Alemania nazi, dejó a su gemelo totalitario las manos libres para atacar en Holanda, Bélgica y Francia.
Los textos examinados malinterpretan, nos hace ver Zaragoza, la historia de Europa entre las dos guerras mundiales. Sobre todo señala la ausencia de la debida equiparación entre los regímenes totalitarios comunistas y los fascista y nazi. Los segundos se inspiraron en los métodos violentos de la Unión Soviética De hecho recuerda lo que los textos examinados no dicen que la mortandad causada por Lenín, Stalin, Mao y Pol Pot ha sido mucho mayor en varias decenas de millones de personas que la infligida por Hitler y Mussolini. La crisis económica de los años treinta la atribuyen los textos a un fallo inherente del capitalismo, cuando se debió al proteccionismo e intervensionismo crecientes en aquellos años y, podría añadir Zaragoza, a la equivocada política monetaria aplicada por el Banco de la Reserva Federal de los EE.UU.
La II Guerra Mundial y la Guerra Fría se interpretan mal en los textos como una lucha entre las fuerzas progresistas y las reaccionarias, cuando lo fue, en dos momentos, un enfrentamiento entre democracia y totalitarismo, con la victoria repetida de las democracias en su versión anglosajona. La descolonización posterior a la II Guerra Mundial no fue la victoria de la libertad sobre la opresión capitalista como normalmente se presenta, sino la de la identidad nacional frente al control extranjero. Además vino marcada en los nuevos Estados por el rechazo de la tradición democrática, al asociarla con el colonialismo. La excepción fue la India, donde la democracia se mantuvo, pero se impuso la planificación socialista hasta la década de 1980, con el efecto de retrasar gravemente el desarrollo económico de sus masas hambrientas. No es de extrañar que los jóvenes españoles así formados crean que el imperialismo americano es y ha sido el principal peligro para la paz del mundo, como revelan las encuestas de opinión.
Esos textos muestran una profunda incomprensión del funcionamiento de una economía libre y del alivio que trae para los pobres del mundo. Todo es hablar de comercio desigual, todo es quejarse de las desigualdades creadas por el capitalismo, o denunciar las depredaciones de las empresas privadas en la Naturaleza, o elogiar la resistencia ante la globalización. En este punto de la falta de comprensión de la economía de mercado, este ensayo de Rafael Zaragoza es un útil complemento del libro escrito hace unos años por el académico Manuel Jesús González sobre los textos usados en la segunda mitad de la década de 1990. Zaragoza se fija en los libros publicados de 2000 a 2005: La conclusión es que todo sigue igual en el nuevo siglo.
No todos los libros de texto examinados son igualmente esclavos de una ideología que relativiza la democracia y demoniza el mercado. Pero, por increíble que parezca, todos ellos parten de la interpretación marxista de la historia, según la que la lucha de clases es el motor del cambio y la democracia formal no es sino la antesala de la democracia social. El nazismo es la expresión de los intereses de la plutocracia y la burguesía, con olvido de su carácter principalmente obrero. La violencia comunista es mucho más excusable que la fascista. La pobreza del mundo se debe al capitalismo, se supone que excepto en la China e India de hoy. La principal amenaza para las libertades y el bienestar es el neo-liberalismo, representado por Reagan y Thatcher, y no el neo-comunismo latinoamericano, encarnado en populistas e indigenistas.
Las editoriales responsables deberían recapacitar sobre el daño que están haciendo a los jóvenes al presentarles una visión de la historia del mundo destructiva de los dos pilares básicos sobre los que se asienta nuestra civilización: la democracia y el mercado. Pero no, seguirá reinando el marxismo instintivo, la retórica revolucionaria, el odio a la mundialización, el progresismo barato y el indigenismo ingenuo.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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