Cuba y los elefantes
Héctor Ñáupari comenta el documental "Cuba y los elefantes", elaborado por Yesenia Álvarez y Patricia Arizola, que expone la crueldad del régimen de los hermanos Castro.
Por Héctor Ñaupari
"Cuba y los elefantes" es un extraordinario documental sobre la circunstancia actual de la isla, creado gracias a la visión, valentía y tenacidad de dos jóvenes peruanas, Yesenia Álvarez y Patricia Arizola, quienes dirigen el Instituto Político para la Libertad, y que fueron expulsadas de Cuba hace dos años por la solidaridad que brindaron a las Damas de Blanco, la heroica iniciativa que lucha a favor de la libertad de decenas de presos políticos cubanos desde el 2003.
Gracias a su trabajo, hemos visto “la melancólica sed de los encarcelados” como reza el verso del poeta cubano Alfredo Felipe Valdés. El documental nos hace testigos directos de la opresión que sufren los cubanos, sin visos de cambio o solución. Es indispensable conocer estos terribles sucesos y difundir esta estupenda obra, para enfrentar las sombras de dudas que todavía se ciernen en la opinión pública internacional respecto a la dictadura de los Castro.
En efecto, que en un reciente film se muestre el supuesto interés del Che Guevara por los desposeídos, sin observarlo como un verdugo a mansalva de inocentes, justificando sus crímenes en la coartada siniestra de la convicción revolucionaria y el oportunismo de izquierdas, da cuenta que el gobierno cubano tiene, a pesar de sus conocidas violaciones a los derechos humanos y las libertades fundamentales, algún éxito en legitimarse. Sobretodo, a través de ciertas expresiones culturales, como la nueva trova o la poesía social, que ocultan, con sus metáforas y ucases, su terrible realidad.
Si bien ya casi nadie propone el modelo político y económico cubanos como ejemplos a seguir, el castrismo desfalleciente aún es sostenido por el unicornio azul de Silvio Rodríguez y las calladas maneras de Pablo Milanés. Para gran parte de la opinión pública internacional, que discrepa de la tiranía y la debacle económica de la isla, estos personajßes son sinceros exponentes de una música comprometida con determinados ideales, cuando en realidad constituyen la vil coartada de una tiranía para perpetuarse por cincuenta años.
La gran tragedia de nuestro tiempo es que estos embaucadores, y otros muchos con ellos, a pesar de defender un régimen oprobioso, continúan jugando con la saludable pasión de millares de jóvenes de nuestro continente, por la justicia y la determinación de luchar por un mundo mejor, haciéndoles creer que ese paraíso al cual aspiran es un verdadero infierno, como tan valientemente se ha expuesto en "Cuba y los elefantes". Con esas melodías rebuscadas y militantes, al igual que con los poemas de Julio Cortázar y Nicolás Guillén, se ha blanqueado el sepulcro donde se ha despojado a los cubanos de sus derechos, de su moral y de su individualidad. Hasta hoy, la historia los ha absuelto. No lo permitamos más.
Entonces, para pasar la factura a estos cerrados corifeos de la dictadura más longeva del hemisferio occidental, hemos de recomendar este magnífico documental e insistir en su inmediata difusión, en los colegios, las universidades, los municipios y plazas públicas de toda América Latina; porque, luchando por la libertad de Cuba, lograremos nuestra propia libertad.