Cuando políticas "verdes" afectan a los humanos

Por Thomas R. DeGregory

"Somos 6.000 millones" es el eslogan de muchos grupos ambientalistas y anti-globalización, la mayoría de los cuales son dirigidos por acaudalados hombres blancos del Norte de Europa y América quienes afirman defender a los pobres y a la Madre Tierra de los males de la globalización, las compañías multinacionales y la tecnología moderna. ¿Pero están ellos en realidad haciendo el bien?

La prensa parece haber comprado la agenda y la terminología de los grupos anti-globalización. Por ejemplo, para los medios de comunicación un "activista contra el hambre" es alguien que promueve una ideología anti-tecnológica particular, y no alguien que de hecho haya ayudado a la gente necesitada a tener acceso a los alimentos de la manera más efectiva: mediante incrementos en las cosechas hechos por ellos mismos.

Organizaciones con "alimento" o "desarrollo rural" en sus nombres han recaudado y gastado cientos de millones de dólares en campañas. A pesar de esto, dichos grupos no han gastado virtualmente nada en ayudar directamente a aquellos que lo necesitan. También atacan salvajemente a gente como Norman Borlaug y a institutos agrícolas de investigación internacionales que son responsables de que el mundo pueda alimentar a 6.000 millones de personas-y alimentarlos mejor que nunca mediante el desarrollo de una revolución agrícola que estuvo cerca de triplicar la producción alimenticia mientras la población se duplicaba. Esto fue posible con tan solo un pequeño incremento de la tierra cultivable, que pasó de 3.500 millones a 3.700 millones de acres.

La "Revolución Verde", a la cual muchos de estos activistas se han opuesto, es considerada regularmente como un "fracaso" por aquellos que carecen de una estrategia viable para alimentar a los 6.000 millones de habitantes del planeta, número que se prevé que aumente a 9.000 millones antes de estabilizarse.

Desde mayo he realizado tres viajes a Asia y uno a África, con escalas en Londres, y he observado la otra cara de la "sociedad civil." He vivido, viajado y estado envuelto en el área de desarrollo en más ocasiones y en más áreas de África, Asia y otros lugares del Tercer Mundo de los que puedo contar. En diversos países africanos que he visitado recientemente, las ONG's (Organizaciones No Gubernamentales) anti-globalización han bloqueado el financiamiento para la construcción de represas hidroeléctricas y proyectos de irrigación. Aquellos en países acaudalados-para quienes la electricidad es prender un interruptor, pagar la cuenta eléctrica y una cerveza fría en el refrigerador-están haciéndole muy difícil a los países pobres el incrementar su oferta eléctrica para que en los hospitales se puedan preservar las vacunas y para evitar que sus alimentos se arruinen.

Alrededor de Asia he trabajado en villas rodeadas por sembradíos de arroz donde el grano provee las calorías (en algunas ocasiones hasta el 70% o más), con pocos árboles frutales y quizás un huerto a la par de la casa para suministrar nutrientes vitales y un mínimo de variedad en la dieta. En algunos de estos países la deficiencia vitamínica, particularmente de vitamina A, es la responsable de ceguera en los niños y/o de aumentar sus probabilidades de morir de enfermedades como la diarrea y el sarampión. Aún así, las ONG's se oponen vigorosamente al desarrollo de un arroz enriquecido genéticamente en vitamina A.

En un país asiático que visité este verano, un virus de papaya estaba matando los árboles de los locales. Todos los espléndidos científicos con los que me estaba reuniendo sabían acerca de árboles de papaya exitosamente modificados con un gen viral que emite una encima que estimula el crecimiento del sistema inmunológico natural del árbol y lo protege contra el virus. Sin embargo, la constante y masiva campaña de las ONG's contra la modificación genética ha intimidado efectivamente a estos científicos. Y esto ha sucedido inclusive cuando altas autoridades del gobierno con las que discutí el caso han dejado claro que no hay una política estatal contra la modificación genética. La campaña de miedo de las ONG's había causado la parálisis. Mientras tanto, las pobres familias campesinas sufrían de pérdida crítica de la nutrición básica que les permite mantener sus magras existencias.

Un distinguido científico afirmó que está preparando un artículo en donde apoya los alimentos modificados genéticamente. Pero agregó que no tiene sentido ya que él tendría que volver a la ciencia mientras que el contraataque de las ONG's-no importa lo irracional y desinformado-duraría indefinidamente. Pareciera que las ONG's no tienen nada más que hacer aparte de llevar a cabo campañas propagandísticas que todos admiten que es un arte que han perfeccionado. Irónicamente, uno de las ONG's "locales" más activas en el país donde los campesinos están perdiendo sus árboles de papaya recibe sus fondos del gobierno de Estados Unidos, a través de una fundación establecida para apoyar iniciativas locales.

Tal y como las multinacionales que tanto critican, las ONG's anti-globalización y ambientalistas son organizaciones maximizadoras de ingresos. Obtienen sus fondos mediante el mercadeo del miedo, sin importar el costo humano. Amedrentar y recaudar dinero son sus labores de tiempo completo. Es hora de que los juzguemos por sus acciones y no por lo que ellos falsamente dicen ser.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.