Cuando nuestras armas se extravían

Jordan Cohen y Jonathan Ellis Allen advierten que si las armas estadounidenses son utilizadas en contra de ciudadanos rusos dentro del territorio ruso, esto prácticamente garantiza la escalada y aumenta el riesgo de un intercambio nuclear.

Por Jordan Cohen y Jonathan Ellis Allen

El temor a que haya armas sueltas en Ucrania se ha hecho realidad: una vez que llegan las armas estadounidenses, los delincuentes ucranianos las roban. Si no se cambian las políticas estadounidenses de transferencia de armas, Washington inevitablemente armará por accidente a grupos que desean activamente perjudicar a Estados Unidos.

En junio, dos informes separados del inspector general del Departamento de Defensa revelaron una supervisión deficiente cuando se transfieren armas estadounidenses a Ucrania. Las dificultades en la zona de guerra de Ucrania han hecho casi imposible el seguimiento de las armas.

El primer informe reveló que el personal responsable de garantizar la rendición de cuentas no recibió "formación ni orientación". Concluía que el Pentágono "no dispone de controles de rendición de cuentas suficientes para ofrecer garantías razonables de que su inventario de artículos de defensa transferidos a [Ucrania] a través del centro aéreo de Jasionka sea exacto o completo".

El segundo informe descubrió que la Oficina de Cooperación de Defensa-Kiev era incapaz de supervisar cómo se utilizaba el material militar estadounidense. De hecho, los supervisores no podían "visitar las zonas donde se utilizaba o almacenaba el material proporcionado a Ucrania".

Este tipo de problemas no son exclusivos de Ucrania, pero la administración Biden se ha mostrado abierta a aceptar la posibilidad de dispersión de armamento cuando se trata de la guerra de Ucrania. Sin embargo, descartar estos peligros conlleva cuatro riesgos para la seguridad a largo plazo.

En primer lugar, los grandes sistemas de armamento tienen un alto valor en el mercado negro de armas. En Afganistán, por ejemplo, los talibanes han podido seguir financiándose a través de sus redes de contrabando ya existentes vendiendo las armas estadounidenses que quedaron tras la retirada. Estas armas se utilizan ahora en ataques en Pakistán, Cachemira y la Franja de Gaza.

Incluso antes de la guerra, Ucrania tenía uno de los mayores mercados de tráfico ilegal de armas de Europa, según el Índice Global del Crimen Organizado de 2021. Esto no ha hecho más que intensificarse desde la invasión rusa. Por ejemplo, en agosto de 2022 una organización delictiva de Ucrania robó y pretendía vender 60 fusiles y 1.000 cartuchos de munición.

En segundo lugar, las armas pueden dar poder a grupos que pretenden hacer daño a los estadounidenses. Esto ya ha ocurrido en el Medio Oriente, donde Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos perdieron y vendieron armas estadounidenses a grupos vinculados a Al Qaeda. La CNN ha informado de que en Ucrania, este año, Rusia envió armas capturadas de la OTAN a Irán.

Además, Washington ha proporcionado armas indiscriminadamente a grupos que luchan por Ucrania. Entre los grupos que han recibido armas estadounidenses se encuentra la Brigada Azov, una milicia de raíces neonazis que actualmente lucha contra Rusia, pero que anteriormente ha atacado a civiles en Ucrania. La Brigada fue identificada como violadora de los derechos humanos en el Informe sobre Prácticas de Derechos Humanos del Departamento de Estado de 2016 y 2017 y sirve como un engranaje clave en la red mundial de extrema derecha.

En tercer lugar, las armas sueltas crean riesgos de que actores hostiles obtengan tecnología estadounidense confidencial y de alto valor. En octubre de 2022, el Departamento de Estado creó un plan para formar a soldados ucranianos en el rastreo de armas patentadas estadounidenses altamente portátiles, letales y avanzadas. Sin embargo, como señala el plan, esta formación tardará años antes de que el plan tenga un impacto sustancial.

En cuarto lugar, la dispersión de armas puede aumentar la implicación estadounidense en una guerra con otra potencia nuclear. Aunque todavía no se han utilizado armas sueltas contra Rusia, unidades militares ucranianas han ignorado previamente las sugerencias estadounidenses de no atacar el gasoducto Nord Stream y han utilizado vehículos blindados estadounidenses en ataques sobre la frontera rusa.

Si se utilizan armas estadounidenses contra ciudadanos rusos dentro de las fronteras rusas, prácticamente se garantiza la escalada y aumenta el riesgo de un intercambio nuclear. Aunque las probabilidades de esto último sean bajas, la administración Biden debería intentar eliminar el riesgo por completo.

La realidad es que cada vez que se transfiere un número tan elevado de armas –especialmente a una zona de conflicto activo– se produce una dispersión. Pero las consecuencias de esta dispersión están todavía en el aire. Si la administración Biden está dispuesta a aceptar estos riesgos, el Congreso debería hablar en nombre de los estadounidenses que no lo están.

Este artículo fue publicado originalmente en Reason (Estados Unidos) el 9 de agosto de 2023.