Crueldad gubernamental
Por Tibor R. Machan
En el mundo actual, no toda la crueldad proviene necesariamente de gente perversa y malvada, sino que a menudo es el resultado de estupidez y negligencia.
Me refiero a políticas públicas que por negligencia o descuidos causan estragos y dañan innecesariamente a la gente que sufre del exagerado poder ejercido por legisladores, burócratas y jueces, quienes, a su vez, encargan a la policía de hacerles el trabajo sucio.
Es cierto que la policía lucha contra el crimen, pero también es cierto que muchos de los supuestos criminales y delincuentes que persiguen no le han hecho ningún daño a otros sino a sí mismos. Me refiero a las prostitutas, a quienes visitan prostíbulos y casas de juego, como también a aquellos que se drogan.
Algunos verdaderos criminales son enviados a prisión, pero en Estados Unidos, el país líder del mundo libre, entre 40 y 50 por ciento de la gente en la cárcel no debiera estar en prisión. La injusticia es realmente asombrosa.
La justicia ha avanzado, indudablemente, luego de la prohibición de la esclavitud, la eliminación del servicio militar obligatorio y la instrumentación de estipulaciones sobre debido proceso, pero las costumbres del gobierno no han mejorado mucho. No es la razón de ser del gobierno de una sociedad libre defender a la gente de sí misma, por más que las actuaciones de estos molesten la sensibilidad de otros. Tampoco es el papel del gobierno reemplazar las obligaciones de la familia y de los amigos.
Aquí en California, a una mujer que sus médicos le habían recetado el uso de marihuana para calmar los horribles dolores de un tumor en el cerebro perdió su demanda en los tribunales. No conozco los tecnicismos legales, ni en este caso me importan mucho. Lo que realmente importa es que el gobierno no permitió la utilización de lo único que calmaba su agonía.
Este es un caso donde “la libertad bajo la ley” es un evidente engaño. No hay libertad si estamos sujetos a órdenes idiotas y paranoicas de políticos que responden arbitrariamente a la voluntad de mayorías. Y algunos todavía piensan que el gobierno siempre está al servicio del interés público.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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