Criptomonedas, reconversión monetaria y la economía socialista
Rubén Guía Chirinos explica la irrelevancia de la criptomoneda "Petro" y el impacto de haberle quitado cinco ceros al bolívar fuerte.

No es secreto para nadie que Venezuela está pasando por una severa crisis económica, política y humanitaria, pues en medio de todo este desastre inducido por quienes han secuestrado el poder por más de veinte años, aparece el dictador Nicolás Maduro auto proclamándose como el salvador a los problemas que su antecesor y él mismo ha causado, pues resulta que de la noche a la mañana el sátrapa se ha iluminado y descubrió que unos anuncios de medidas económicas podía salvar al país. ¡Haberlo sabido antes!
Las medidas en cuestión se vienen gestando desde hace ya un tiempo, la primera de ellas es la creación de una “criptomoneda” llamada El Petro, la cual tiene como característica principal que estaría respaldada por las reservas de petróleo venezolano, petróleo que aún no se ha extraído, materia prima sobre la cual Venezuela mantiene una deuda enorme con diversos países; además la emisión de esa deuda no ha sido aprobada por la Asamblea Nacional, órgano que es el único autorizado para emitir ese tipo de endeudamiento, y ha sido sancionada por el gobierno de EE.UU., prohibiéndole a sus ciudadanos su comercialización.
Lo más curioso al respecto de todo esto es que el Petro no existe; si bien las criptomonedas no tienen una dimensión tangible, cuentan con un sistema —BlockChain— auditable por todos los que quieran hacer ese ejercicio, por ende se pueden observar las transacciones que se realizan y sus destinos, todo ello en tiempo real. La inexistencia del Petro se produce más allá de la tangibilidad o intangibilidad, y es que al soportar su operatividad sobre el sistema de cadenas de bloques, es igual de transparente y auditable, y es el caso que al día en que se escriben estas líneas el criptoactivo de la dictadura solo cuenta con 27 transacciones, las cuales puede ver aquí, lo que a casi un año de su creación lo hace inexistente.
Pero como si todo ello no fuera lo suficientemente tragicómico, al dictador Maduro se le ocurrieron brillantes ideas que son la mágica la solución a la guerra económica que él se imagina. La primera de estas ideas es la reconversión monetaria, la cual consiste en quitar cinco ceros a la devaluada moneda nacional, cosa que ya había hecho el sátrapa anterior, pero sólo con tres ceros; es decir, al bolívar se a reconvertido dos veces para un total de ocho ceros suprimidos, tal cual como en la Zimbawe de Robert Mugabe.
Otra de las grandiosas medidas consiste, en términos del dictador, “anclar” el nuevo cono monetario denominado bolívar soberano y el salario mínimo al Petro, con lo que “complementariamente” se decretó que el criptoactivo sería una unidad contable más. La lógica, si se puede llamar así, detrás de esto es que para el régimen un Petro tiene un costo de 60 dolares, y “anclar” la moneda y el salario traería como consecuencia el aumento del valor del dinero y de la capacidad adquisitiva de los venezolanos.
En concreto lo que ha sucedido es que por decreto se aumentó el salario mínimo de aproximadamente un poco más de un dólar a treinta dólares, ya que de ahora en adelante el salario no puede ser menos que medio Petro, si del inexistente Petro, que además está vinculado a una materia prima que puede fluctuar de precio en cualquier momento, y que por si fuera poco Venezuela produce cada vez menos. Las consecuencias a corto plazo parecen ser despidos masivos, mayor aumento de precios que ya se están reflejando, a lo que la dictadura ha respondido con encarcelamiento de gerentes y comerciantes, nuevamente desconociendo los derechos a la vida, la libertad y la propiedad.
Esto no es más que otra demostración de que los socialistas están convencidos de que la economía puede ser dirigida, que la riqueza se decreta, que los individuos en el totalitarismo utópico de la izquierda no tienen cabida para tomar decisiones sobre cosas tan simples como un contrato laboral, fijar un precio, entre otras muchas otras cosas más. Todo esto nos ha llevado a los venezolanos de ser ciudadanos a ser simples siervos del todo poderoso régimen bananero de un infame dictador que ha de ser el orgullo de los economistas del extinto bloque soviético.