Corrupción
Manuel Ayau dice que "La principal fuente de corrupción es la oportunidad del funcionario o burócrata de tomar decisiones discrecionales que afectan los intereses de la gente".
Cuando se vive bajo un Régimen de Derecho, las personas hacen las cosas por derecho y no por permiso, dentro del límite que impone respetar los derechos de los demás. La violación de derechos ajenos debe ser certera y debidamente castigada. Pero no se puede evitar afectar intereses. Por ejemplo, si alguien construye un puente afectará a los lancheros y beneficiará a los transeúntes; quien inventó el automóvil afectó a fabricantes de carruajes y benefició a los demás; quien siembra mucho maíz afecta el ingreso de los demás cosechadores de maíz y beneficia al pueblo; la competencia siempre afecta a los productores y beneficia a los consumidores; si pinta su casa de otro color, afecta a los vecinos que no les gusta ese color y beneficia a quienes sí les gusta, etc.
La corrupción disminuye cuando se elimina la impunidad del criminal, cuando se le descubre, apresa, juzga y con certeza se le aplica la pena correspondiente. La clave es certeza y para lograrla se requiere que el proceso de selección de los jueces no esté politizado y cuente con recursos económicos y humanos.
La principal fuente de corrupción es la oportunidad del funcionario o burócrata de tomar decisiones discrecionales que afectan los intereses de la gente. La “mordida” se da, precisamente, para que la decisión del burócrata sea favorable a quien está pidiendo permiso o suplicando para poder hacer algo.
Nótese que se trata de hacer algo pacífico y legal. Por ejemplo, si usted quiere cortar un árbol en su propiedad o cambiar el techo a su casa, seguramente requerirá un permiso. En algunos casos se requiere un estudio previo y un dictamen oficial para que usted pueda hacer uso de lo que es legítimamente suyo. Tal reglamentación se justifica aduciendo que lo que usted haga afecta los intereses de sus vecinos y que el gobierno está para cuidar esos intereses y no necesariamente sus derechos.
El punto es que no hay tal cosa como un acto que no afecte intereses ajenos. Lo más que se puede aspirar para no reprimir el progreso y para no incentivar la corrupción es que todos puedan hacer lo que no está prohibido, lo que sea pacífico y respetuoso de los mismos derechos ajenos y no por permiso de algún funcionario con poder discrecional.
Los funcionarios y burócratas son humanos, con virtudes y vicios. No son como nos enseñan en la escuela, abnegados servidores públicos que protegen los derechos e intereses de los ciudadanos. Cuando las reglas colocan los intereses del ciudadano a merced del funcionario surge el incentivo perverso del enriquecimiento indebido. Por eso, la causa de la corrupción es el sistema que sujeta a los ciudadanos a la discrecionalidad de burócratas, cuya función es aprobar o no las iniciativas individuales de la gente. El no poder hacer las cosas por derecho sino por permiso es la puerta grande de la corrupción. Esto explica por qué los países socialistas, donde todo se hace por permiso y no por derecho, son famosos por su extrema corrupción.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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