Constitución y gasto público
Oscar Ortiz Antelo considera que "La medida asumida para combatir el grave peligro de que la economía española vaya a la quiebra y recupere confianza, es un precedente positivo que merece ser estudiado porque cambia mucho de los conceptos que han dominado el debate económico en los últimos años".
España ha reformado su Constitución mediante un gran acuerdo político entre el gobernante Partido Socialista y el opositor partido Popular. El objeto, establecer límites a la capacidad del Estado de endeudarse incurriendo en déficits que amenacen la estabilidad presupuestaria y la economía en su conjunto.
La medida asumida para combatir el grave peligro de que la economía española vaya a la quiebra y recupere confianza, es un precedente positivo que merece ser estudiado porque cambia mucho de los conceptos que han dominado el debate económico en los últimos años.
Sigue el ejemplo de Alemania en el 2009, cuando una reforma similar fue adoptada bajo el liderazgo de la canciller Angela Merkel, en el llamado gobierno de Gran Coalición entre el Partido Social Demócrata y el partido Demócrata Cristiano. Desde entonces, Alemania no solo ha sido el país que mejor ha soportado las crisis financieras y económicas de los últimos 24 meses sino que el que más ha crecido en Europa.
El hecho de que en ambos casos hayan participado partidos socialistas, es un hecho importante porque refleja de que mas allá de las ideologías e ideas económicas que han defendido durante más de un siglo, hoy reconocen que el gasto público excesivo y su financiamiento mediante endeudamiento público insostenible, lleva a las naciones a una situación de déficit en las que se empobrece a la gente de forma mucha más profunda que la sensación de aparente bonanza que se disfruta con gobiernos que gastan de forma populista lo que tiene y no tiene el Estado.
El ejemplo de Alemania, nuevamente es muy valioso. No solo ha controlado la deuda pública sino que ha logrado éxitos muy importantes en el crecimiento económico gracias a incrementos notables en su productividad y competitividad. Las actuales circunstancias muestran que este modelo parece ser mucho más exitoso que el inyectar cantidades impresionantes de dinero a la economía, como lo ha hecho EE.UU., que no logran sostener en el tiempo, ni la estabilidad económica ni el bienestar social.
Latinoamérica debe seguir con mucha atención la aplicación de estas reformas y la evolución de la crisis, pues, el gasto público en casi todos los países se ha incrementado notablemente gracias a los crecientes ingresos generados por exportaciones que se han beneficiado de precios sin precedentes para las materias primas.
El peligro está en caer nuevamente en un círculo vicioso, en el que la disminución de precios provocada por la crisis internacional nos lleve nuevamente a crisis fiscales que generen inflación y se destruyan los avances conseguidos en los niveles de bienestar de los sectores de menores ingresos.
En el fondo, lo que debemos aprender es cómo asegurar la sostenibilidad de la lucha contra la pobreza y la búsqueda de la prosperidad, desarrollando políticas sociales fundamentadas en un crecimiento sostenible y no en gasto público deficitario que dura poco y después cuesta más, especialmente a los pobres.