Conservadores, liberales, libertarios: ¿qué diferencias importan?
Constanza Mazzina dice que tal vez la pregunta que ayuda a diferenciarlos es qué rol esperan que tenga el estado y si en todo caso no hay estado, cómo se organiza la convivencia social.
En su famoso ensayo "Por qué no soy conservador", Hayek defiende los principios liberales de la libertad individual, la economía de libre mercado y la importancia de la ley y la justicia, y critica el conservadurismo por su aversión a la innovación y su tendencia al colectivismo. Hayek critica la aversión conservadora a la innovación y el cambio, argumentando que los liberales deben estar abiertos a nuevas ideas y soluciones. En todo caso la tradición debe ser vista como un punto de partida para la innovación y el progreso. Para Hayek, la tradición no debe ser vista como algo sagrado e inmutable, sino como un conjunto de prácticas y creencias que han sido probadas y refinadas a lo largo del tiempo. Sin embargo, esto no significa que la tradición deba ser preservada a toda costa y menos aún que desde el estado deba preservarse. Hayek argumenta que los liberales deben estar dispuestos a cuestionar y revisar la tradición cuando sea necesario, y a incorporar nuevas ideas y perspectivas en la medida en que sean útiles y relevantes.
Hayek defiende el individualismo y la libertad individual, argumentando que estos son los principios fundamentales de la filosofía liberal. Según Hayek, los individuos deben ser libres de tomar sus propias decisiones y de perseguir sus propios objetivos, siempre y cuando no dañen a los demás.
Hayek critica el nacionalismo y el racismo, argumentando que estos son incompatibles con los principios liberales de la libertad y la igualdad. Según Hayek, el nacionalismo y el racismo pueden llevar a la discriminación y la opresión de ciertos grupos, y pueden ser utilizados para justificar la violencia y la agresión contra otros países o culturas. Y aquí hay un punto que no debe ser olvidado y que es clave en la tradición liberal, Hayek defiende la idea de la ciudadanía mundial y la cooperación internacional, argumentando que estos son esenciales para la paz y la prosperidad en un mundo globalizado. Hayek sostiene que los liberales deben estar comprometidos con la defensa de los derechos humanos y la promoción de la tolerancia y la comprensión entre diferentes culturas y nacionalidades.
Por otro lado, Hayek destaca la importancia de la ley y la justicia en una sociedad libre, argumentando que estas son esenciales para la protección de los derechos individuales y la promoción de la cooperación social. Según Hayek, la ley y la justicia deben estar basadas en principios universales e impersonales, en lugar de en la arbitrariedad y el capricho.
En contraste a la tradición conservadora, Hayek critica la idea de que el Estado debe tener un papel activo en la regulación de la moralidad, argumentando que esto puede llevar a la opresión y la tiranía. Hayek sostiene que la moralidad debe ser una cuestión de conciencia individual y de responsabilidad personal, en lugar de ser impuesta por el Estado. Por lo tanto, el liberal desconfía del estado que quiere entrometerse en su vida cotidiana y aboga por un estado de funciones limitadas y un ejercicio del poder responsable y transparente.
Ahora bien, ¿qué distingue a liberales de libertarios? Al igual que con el conservadurismo, el rol del estado, es decir, la intervención estatal: los liberales están dispuestos a aceptar una mayor intervención estatal en áreas como la educación, la salud y la seguridad social, siempre y cuando se haga de manera eficiente y justa. Los libertarios, por otro lado, se oponen a casi cualquier forma de intervención estatal y creen que la sociedad debe resolver estos problemas de manera privada. Los liberales ven al Estado como una entidad que debe proteger los derechos individuales y promover la justicia en tanto igualdad ante la ley. Los libertarios ven al Estado como una entidad que utiliza la coerción y la violencia para obtener sus objetivos. Según esta perspectiva, el Estado es una institución que se basa en la fuerza y la intimidación, en lugar de en la cooperación y el consentimiento voluntario.
Sintéticamente, los liberales están dispuestos a aceptar una mayor intervención estatal y regulación en áreas específicas, siempre y cuando se haga de manera justa y eficiente. Los libertarios, por otro lado, se oponen a casi cualquier forma de intervención estatal y regulación, y creen que la sociedad debe resolver sus problemas de manera privada. Desde la perspectiva libertaria, el Estado y los impuestos son vistos como una amenaza a la libertad individual y la propiedad privada. Según esta perspectiva, los impuestos son una forma de coerción, ya que los ciudadanos son obligados a pagarlos bajo amenaza de violencia o prisión.
Entonces, estas tradiciones que suelen ser catalogadas dentro de un paquete que llaman "la derecha", deben ser cuidadosamente diferenciadas. El liberal no es conservador así como tampoco es libertario. La pregunta que ayuda a diferenciarlos es qué rol esperan que tenga el estado, qué rol asignan al estado y si en todo caso no hay estado, cómo se organiza la convivencia social.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 28 de diciembre de 2024.