Concesiones: Una alternativa creativa para los parques nacionales de Costa Rica
Los parques nacionales en Costa Rica han sufrido en los últimos años una crisis presupuestaria profunda, la cual ha afectado la inversión en infraestructura y servicios básicos para los turistas. Esto es una mala noticia para un país que por más de dos décadas se ha esforzado por establecer la reputación como uno de los principales destinos mundiales del ecoturismo. El gobierno, frente a una carencia similar de inversión en áreas consideradas más importantes—como la educación, la asistencia médica, y el transporte—ha descuidado los parques nacionales y está buscando préstamos de instituciones financieras internacionales para resolver el problema. En lugar de eso, debería aprovechar la ventaja del gran potencial económico que constituyen las áreas protegidas del país y permitir que el sector privado se responsabilice en su conservación.
Es difícil exagerar la importancia de los parques nacionales para la economía de Costa Rica. Más de un cuarto del territorio nacional esta protegido por el Estado, y se estima que un 60 por ciento de los turistas extranjeros visitan por lo menos una de las áreas protegidas. Un estudio del Instituto Nacional de la Biodiversidad en conjunto con la Universidad Nacional encontró que las actividades económicas relacionadas a las áreas protegidas contribuyeron con $814 millones a la economía local en el 2002, más del 5 por ciento del PIB del país ese año.
Desgraciadamente, la infraestructura básica en los parques nacionales se ha deteriorado recientemente debido a la falta de inversión. Más aún, las áreas protegidas que se encuentran en partes remotas del país no están bien vigiladas, contribuyendo a la caza y tala ilegal de árboles. Esta situación está afectando la imagen de Costa Rica como uno de los principales destinos para ecoturismo. Hace unos años, la revista National Geographic Traveler le dio 64 puntos (de 100) al país como destino turístico, enfatizando que la “tala extensiva de árboles no iguala la imagen de ser un líder en ecoturismo que al país le gusta proyectar”.
Es irónico que aunque los parques nacionales contribuyan tanto a la economía local hayan sido tan descuidados por las autoridades, las cuales le han dado—justificadamente—más prioridad a las escuelas, los hospitales, e infraestructura vial, que también han sufrido por muchos años de una carencia de fondos.
Los visitantes pagan para entrar a los parques, pero solo 20 por ciento de las áreas protegidas son visitadas por los turistas y el dinero recolectado de los parques “lucrativos” ha sido distribuido entre todas las áreas protegidas. Por esta razón, hasta algunas organizaciones ambientales ahora se oponen a la creación de nuevos parques nacionales, puesto que eso diluiría aun más el financiamiento para cada parque.
Afortunadamente, hay una solución práctica en el horizonte. Durante la última década, los empresarios locales han desempeñado un papel cada vez más importante en la protección de los recursos naturales, desde la contribución de dinero para pagar los salarios de los guardabosques hasta la conservación de selvas privadas. Hoy, 10 por ciento del territorio de Costa Rica está protegido por bosques privados. Estas áreas poseen la infraestructura ( caminos, teleféricos, baños, cabañas) que carecen los parques del gobierno y son rentables porque atraen una gran cantidad de turistas de una manera sostenible.
Dada la falta de recursos del gobierno y el interés evidente del sector privado en proteger apropiadamente los parques nacionales (porque de eso dependen sus ingresos), las autoridades deberían considerar dar en concesión los parques que atraen turistas a las asociaciones empresariales locales, las cuales se encargarían de administrarlos y construir la infraestructura necesaria.
Una posible preocupación es que las empresas privadas explotarían los recursos naturales de los parques al admitir un número masivo de turistas. Sin embargo, la experiencia demuestra que a largo plazo esto afectaría la imagen del parque y los prospectos del negocio. Por lo tanto, los contratos deben ser a largo plazo y podrían también ofrecer restricciones en el flujo de turistas permitidos por día.
En cuanto a los parques no frecuentados por turistas, el gobierno debería buscar un contrato con organizaciones ambientales internacionales con experiencia en gerencia de recursos naturales, tales como el Audubon Society, Nature Conservancy, Tropical Rainforest Coalition, y Conservation International. Estas organizaciones poseen presupuestos adecuados y estarían entusiasmadas de encargarse de la administración y la protección de unas de las áreas que ofrecen la mayor biodiversidad en el mundo. Más aún, esto podría ayudar a incrementar sus esfuerzos de movilización de fondos en los países ricos. También, al dar en concesión los parques nacionales no frecuentados, el gobierno evitaría un conflicto de intereses, debido a que algunas organizaciones ambientales podrían inclinarse por restringir del todo el turismo, lastimando así a las comunidades locales. De esta manera, estos parques estarían administrados con el único propósito de conservación, manteniendo así bajos los costos operacionales.
Así como Costa Rica fue un pionero en la abolición de su ejército hace más de 50 años, también podría ser un ejemplo mundial permitiendo al sector privado proteger sus recursos más valiosos. La protección ambiental y la iniciativa privada pueden ir mano en mano. Costa Rica debería mostrar el camino.