¿Cómo logramos una mayor oferta de respiradores?
Thomas A. Firey dice que el uso de la Ley de Defensa de la Producción por parte de la administración de Trump tiene más que ver con mantener viva su administración en un año electoral que con mantener vivas a las víctimas del COVID-19.
Por Thomas A. Firey
Durante los últimos días de marzo y principios de abril, el Presidente Donald Trump, invocó repetidas veces la “P” —ese es su nombre para la Ley de Defensa de la Producción; el resto de la gente la llama “DPA”— para los insumos críticos en la lucha contra el COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus.
Primero, Trump emitió una orden de DPA para que General Motors produzca respiradores y pareció amenazar con hacer lo mismo para Ford. Luego, emitió una orden similar para GE Healthcare, Medtronic, ResMed, Phillips y otras dos empresas que de hecho fabrican respiradores. Finalmente, “golpeó” a 3M con “una 'ley de P' hasta al fondo” para que produzca mascarillas de protección facial.
Trump no está solo en querer desplegar los poderes de la DPA en medio de la crisis del coronavirus. Muchos otros políticos y analistas han clamado porque la ley sea utilizada no solo para los respiradores y mascarillas, sino también para la producción de guantes, equipos de protección personal e hisopos para realizar las pruebas. Un miembro de la administración de Trump, Peter Navarro, está emocionado de que el presidente esté haciendo esto. Navarro usualmente ayuda a dirigir las políticas proteccionistas de la administración, pero también está supervisando “sus poderes de guerra para forzar a las empresas privadas a luchar en contra de la pandemia del coronavirus”. Le dijo al Wall Street Journal:
“A lo largo de los últimos días, nos topamos con obstáculos con GM”, agregó el Sr. Navarro. “No podemos peder un solo día, particularmente a lo largo de los próximos 30 a 60 días. De manera que el Presidente Trump invocó la Ley de Defensa de la Producción como una forma de fortalecer y acelerar esta movilización. Lo felicito por hacerlo. Esto facilitará mucho mi trabajo”.
Es alentador que, luego de en gran medida ignorar el virus por dos meses, la administración de Trump finalmente está dispuesta a involucrarse. Pero no hay razones para pensar que la DPA —o, “P”— producirá ventiladores, mascarillas, guantes, equipos de protección personal, hisopos, etc., más rápido de que lo que fueran producidos de otra manera.
La DPA fue establecida en septiembre de 1950 luego de EE.UU. se encontró mal preparado a inicios de la Guerra de Corea. La economía estadounidense luego de la Segunda Guerra Mundial estaba andando y los funcionarios del gobierno no querían competir con los consumidores estadounidenses para conseguir la producción requerida por las fuerzas armadas. De manera que los legisladores le dieron al gobierno federal tres poderes: (1) puede ordenar a los productores aceptar y priorizar las demandas del gobierno federal antes que aquellas de otros (tanto para productos terminados como para el orden en la cadena de suministros), (2) puede proveer a los productores con capital para iniciar y expandir la producción, y (3) puede tomar acción en contra de la especulación de precios y la acumulación de productos.
Una inundación de dólares en virtud del segundo poder podría ayudar en la producción de respiradores, pero es el primer poder que la administración citó en su orden para GM. Según la Casa Blanca, “El Secretario [de Salud y Servicios Humanos] utilizará toda y cualquier autoridad disponible en la Ley para requerir que la General Motors acepte, desempeñe, y priorice los contratos y ordenes para el número de ventiladores que el Secretario determine que son apropiados”.
Pero GM —a pesar de no ser un fabricante de respiradores— ya estaba tomando medidas agresivas para empezar dicha producción. El fabricante de autos se había vuelto un sub-contratista para un fabricante de respiradores de la zona de Seattle llamado Ventec, el cual normalmente produce alrededor de 250 unidades al mes.
Con la ayuda de GM en tanto la fabricación masiva como la ubicación de insumos, Ventec está aumentando la producción de su propia planta para lo que espera llegar a ser una producción de 2.000 respiradores al mes. Mientras tanto, GM está ensamblando una segunda línea de producción en una planta de electrónicos en Kokomo, Indiana, que tiene un cuarto limpio y otras instalaciones que se requerirán para la fabricación de respiradores. La expectativa es que la fábrica produzca más de 10.000 unidades al mes para este verano.
A diferencia de los problemas de la Guerra de Corea que condujeron a la DPA, hay pocas preocupaciones de que en medio de una economía estadounidense en problemas, GM esté distrayendo su atención desde los respiradores hacia los automóviles. El fabricante de autos ha estado dejando de producir y está ansioso de tener más trabajo e ingresos.
Alianzas similares se han logrado entre Medtronic y Tesla para la “gigafactory 2” de Tesla en Buffalo, y entre GE Healthcare, Ford y un pequeño fabricante de respiradores llamado Airon para la fábrica Rawsonville de Ford en Ypsilanti, Michigan. Esos acuerdos también se lograron antes de que Trump diera sus ordenes.
Respecto de 3M, la empresa ya había duplicado la producción de mascarillas y espera llegar más allá, haciendo hasta 2.000 millones de mascarillas a nivel mundial este año. El fabricante global también está enviando parte de su producción en el extranjero hacia EE.UU. para ayudar con la escasez doméstica.
Ya sea que estén motivados por las fuerzas del mercado o por consideraciones humanitarias (o tal vez por un poco de las dos), estos fabricantes y sus profundas cadenas de suministro ya estaban “fortaleciendo y acelerando” la producción de equipos que salvan y protegen vidas. Entonces, ¿por qué se dan las ordenes de la DPA de Trump?
En el caso de 3M, la administración aparentemente estaba molesta al enterarse de que la empresa envió un pequeño porcentaje de su producción de mascarillas en EE.UU. a otros países en el continente americano. Parece ser que ayudar a los trabajadores de salud para que combatan la enfermedad en lugares como Canadá y Haití no pone a EE.UU. primero. Pero como 3M señaló, desatar una guerra comercial en torno a los equipos médicos no es una movida inteligente cuando las infecciones y las muertes de COVID están al inicio de una curva y cuando el mundo se enfrenta a un shock de oferta generalizado.
En el caso de GM, la administración está frustrada porque tomara tiempo para que la fábrica de Kokomo llegue a su producción máxima. Sin embargo, dada la necesidad de asegurar insumos, crear líneas de producción y entrenar a los trabajadores, lograr que tengan suficiente conocimiento, y hacer pruebas de calidad a la producción, esto no debería ser una revelación para una administración que se enorgullece de su conocimiento acerca de las empresas. El costo marginal aumenta conforme la demanda se desplaza hacia afuera, y realmente aumenta cuando esa demanda realmente aumenta. O, en otras palabras, es difícil ir de un cierre total a una velocidad máxima.
Y esa podría ser una explicación real para las ordenes. La administración de Trump ignoró o desestimó la amenaza del COVID-19 hasta hace tan solo unas cuantas semanas atrás, y entorpeció la principal acción importante que si tomó.
Ahora la Casa Blanca está esperando que las ordenes compensen por el desperdicio de dos meses cuando hubiera podido estar preparándose para la enfermedad —o, al menos, desviar la atención del público de ese fracaso y desplazar la culpa hacia las empresas.
Esto es, la “P” no se está invocando para mantener vivas a las víctimas del COVID, sino para mantener viva una presidencia afligida en un año electoral.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato at Liberty (EE.UU.) el 6 de abril de 2020.