Cómo la humanidad está iluminando la vida

Malcolm Cochran dice que mientras que en el pasado dependíamos de científicos especializados para identificar unos cientos de especies, hoy hasta un niño de 10 años con un teléfono inteligente puede identificar millones.

Por Malcolm Cochran

Sola en el bosque, la persona moderna podría encontrar difícil identificar hayas. Comparada con los shamanes indígenas que buscaban miles de plantas medicinales, nosotros estamos profundamente desconectados de la naturaleza. Pero incluso si nuestro entendimiento personal de la naturaleza está en declive, como una especie, nunca hemos conocido más acerca del mundo natural. 

El hecho es que, aunque es valioso, el conocimiento indígena está muchas veces limitado a la zona local, es difícil distinguirlo de los mitos y ritos, y, si es transferido de forma oral, fácil de perder. Los naturalistas alfabetizados se enfrentaron a problemas similares. Aristóteles registró muchas especies por escrito, pero gran parte de su trabajo se perdió. La mayoría de las investigaciones escritas tradicionales que sobrevivieron los tiempos modernos son de envergadura limitada, desorganizadas y esparcidas a lo largo de tomos difíciles de comprender. 

A lo largo de los últimos pocos siglos, la humanidad ha transformado este conocimiento popular y disperso en un relato sistemático de la vida en la tierra. Durante las últimas pocas décadas, hemos hecho que ese conocimiento esté disponibles a todo el mundo. Luego de años de experiencia, los naturalistas más agudos en la historia puede que hayan sido capaces de identificar unos cientos de especies en el campo. Hoy, un niño de 10 años con una aplicación en un teléfono inteligente puede identificar millones con mejor precisión.

El proceso empezó con Carl Linnaeus (1707-1778), un botanista sueco cuya magnum opus, Sistema Naturae, conforma la base de la taxonomía moderna. Linnaeus utilizó un sistema basado en rangos para ordenar la vida según su estructura física. Su sistema de reinos, clases, ordenes, familias, géneros, y especies todavía se usa hoy, aunque ha sido significativamente revisado y expandido. Para 1758, Linnaeus había catalogado y categorizado alrededor de diez mil especies. Desde 2020, esa lista ha crecido hasta llegar a más de dos millones

Nuestro conocimiento de la vida se ha profundizado y ampliado. Con poco entendimiento de la evolución o la microbiología, Linnaeus solo identificó dos reinos en la vida: el de las plantas y el de los animales. Ahora, sabemos de siete (Plantae, Protozoa, Animalia, Chromista, Fungi, Bacteria y Archaea), además el mundo extraño de la vida no-celular (viruses y priones).

Este conocimiento también se está volviendo más confiable. En el pasado, como la información acerca de la biodiversidad estaba dispersa entre muchas organizaciones y profesiones, los organismos fueron registrados múltiples veces bajo nombres distintos. En 2011, el biólogo de la Universidad de Hawaii Camilo Mora estimó que 17,9% de los nombres de las especies eran sinónimos para la misma especie. 

Esto está empezando a cambiar gracias al internet, que hizo posible las bases de datos globales que intentan centralizar y estandarizar la información acerca de la biodiversidad. Estos archivos compilan sinónimos taxonómicos bajo una misma entrada y los relaciona con el nombre común de la especie (esto es, Ictalurus furcatus con el bagre azul), implicando que estos datos son útiles tanto para los científicos como para las personas comunes y corrientes. 

Algunas de estas bases de datos son especializadas —MycoBank lidia con Fungi, FishBase con peces, y así sucesivamente. Otras son más generales. El Catálogo de la Vida, por ejemplo, utiliza datos de bases de datos especializadas para crear un registro universal. Desde el año 2000, el Catálogo de la Vida ha crecido desde 220.000 especies hasta llegar a más de 2 millones. Utilizando su sitio Web, puede accesar información acerca de casi cualquier forma de vida descubierta con una sola búsqueda. 

Otros proyectos tienen objetivos más ambiciosos. El International Barcode of Life (iBOL) está creando una biblioteca de “DNA barcodes”, o secciones cortas del ADN que son únicas a cada especie. Utilizando registros de ADN elimina el riesgo de sinónimos taxonómicos y provee una manera certera de identificar especímenes encontrados en ambientes salvajes. iBOL ya ha escaneado 500.000 especies y planea escanear otros dos millones para 2026.

Al organizar nuestro conocimiento acerca de la vida, estas bases de datos prometen llevar la taxonomía a una época de oro en cuanto a la confiabilidad y accesibilidad. La información que alguna vez existía solo en la cabeza de expertos y pergaminos que se estaban pudriendo ahora está al alcance de cualquiera que tenga una computadora. 

Estos avances no podrían haber llegado en un mejor momento. Aunque no conocemos el estado de la vida de los microbios, la biodiversidad de plantas y animales está en declive, implicando que necesitamos actuar rápidamente. Si una especie se extingue antes de que la identifiquemos y capturemos su muestra, cualesquiera que sean los secretos que estaban contenidos en su genética puede que se pierdan para siempre. Pero si una especie se extingue luego de que se ha capturado una muestra de ella, sería posible revivirla

El número de especies que se extinguen antes de que las descubramos depende de tres factores: la tasa de descubrimiento, la tasa de extinción, y el número total de especies en existencia. El biólogo Mark Costello de la Universidad de Auckland ha calculado que la tasa de descubrimiento de especies supera con creces la tasa de extinción. De manera que, por lo menos, deberíamos esperar identificar la mayoría de las especies en la tierra antes de que se extingan. Cuántas terminemos registrando depende de cuántas especies existen, una pregunta que todavía no han podido contestar los científicos. 

Para asegurar que descubramos la mayor cantidad posible de vida, deberíamos disminuir la tasa de extinción y aumentar la tasa de descubrimiento. Por supuesto, no es suficiente tener muchos tipos de vida; deberíamos también asegurar que cada especie pueda prosperar en grandes números. La buena noticia es que a nivel global, la deforestación se está desacelerando, y la vida silvestre está volviendo. Esas tendencias, junto con los esfuerzos exitosos de conservación, han causado que muchas especies que antes se encontraban en peligro de extinción ya no lo estén

Esta renovación no está limitada a las áreas protegidas. Las investigaciones recientes en España han mostrado que luego de que los seres humanos se retiraron de la naturaleza y permitieron que sus granjas crezcan hacia los bosques, los animales se volvieron más atrevidos y expandieron sus hábitats hacia los territorios no protegidos. En lugar de esconderse en acantilados remotos, las águilas doradas empezaron a construir nidos en árboles de altitud más baja. Los lobos, osos y jabalíes crecieron en números y ahora están inmiscuyéndose en los asentamientos humanos. La nutria europea, alguna vez considerada “una especialista de río alto”, se mudó río abajo e incluso colonizó las áreas costeras y las canchas de golf.

En otras palabras, estamos descubriendo que la naturaleza es resistente. Cuando nosotros quitamos nuestra presión del mundo natural, la vida silvestre se recupera. 

Las cosas se proyectan bien en el frente de los descubrimientos también. El ecologista Lucas Joppa descubrió que desde 1800, el número de especies descubiertas al año en todos los grupos excepto el de los pájaros está aumentando de manera exponencial junto con el número de taxonomistas. Sin embargo, el número de especies que el taxonomista promedio describe está decayendo, implicando que puede que necesitamos cada vez más taxonomistas para mantener la velocidad de los descubrimientos. 

Afortunadamente, la tecnología está dándole a todos la capacidad de contribuir a la taxonomía. iNaturalist, una red social desarrollada en UC Berkeley, le permite a los usuarios cargar fotos de organismos que luego pueden ser identificados por toda la comunidad naturalista o por mediante el algoritmo de aprendizaje automático que ha sido entrenado en observaciones anteriores. 

Hasta la fecha, la aplicación ha generado 78 millones de observaciones, muchas de las cuales contribuyen a proyectos generados por los usuarios y que abordan todo desde rastrear especies invasoras hasta fotografiar especímenes vivos anteriormente no documentados. La aplicación tampoco es solo una moda. Desde 2012, el número de usuarios de iNaturalist y las observaciones se han duplicado cada año. 

Ya se que estén identificando hierbas en sus jardines, rastreando bichos invasores, o contando focas en la Antártida, los ciudadanos científicos prometen llevar nuestro conocimiento del mundo natural a cimas cada vez más altas. 

Los seres humanos post-industriales puede que se estén separando de la naturaleza. Pasamos muy poco tiempo en ella y, comparados con nuestros ancestros nomádicos, dependemos muy poco de ella. Pero al removernos del mundo natural, le estamos dando a otra criaturas la oportunidad de prosperar, y cualquiera que sea la conexión que hemos perdido, esta está siendo reemplazada con un conocimiento que es igual de espectacular.

Este artículo fue publicado originalmente en Quillete (EE.UU.) el 14 de octubre de 2021.