Cómo argumentar a favor de la legalización de la marihuana
Jeffrey A. Miron cree que el mejor argumento a favor de la legalización de las drogas es que "el Estado no tiene por qué interferir en las actividades privadas, salvo cuándo sea para prevenir que se cause un daño a otros".
Por Jeffrey A. Miron
El panorama para la legalización de la marihuana está mejor que nunca.
Numerosos estados la han despenalizado o permitido para uso médico, y muchos otros están considerando estos pasos o incluso la plena legalización. La situación es similar a lo largo de Europa y varios presidentes latinoamericanos quieren discutir el tema.
De manera que la oportunidad de legalizar se encuentra madura, pero la tarea sigue siendo de enormes proporciones. Alrededor de la mitad de los estadounidenses aún se opone a la legalización. La opinión pública se ha inclinado a favor de la legalización en el pasado, pero solo para invertirse en los años siguientes. Un proyecto de ley para la legalización en California obtuvo buenos resultados en las encuestas, pero fracasó en las urnas en noviembre de 2010.
Por lo tanto, los defensores de la legalización deben determinar cuáles argumentos son eficaces y cuáles no. Desafortunadamente, muchos de los argumentos usuales no son persuasivos y corren el riesgo de hacer más daño que bien.
Una afirmación problemática es que la legalización generará una gran ganancia para el presupuesto. Este argumento tiene algo de cierto, dado que la legalización significa una reducción del gasto y un aumento de los ingresos fiscales. Sin embargo, la magnitud de la marihuana por sí sola es modesta, por lo que es fácil exagerar este beneficio. Y el público sabe que los partidarios de la legalización lo seguirían siendo aún sin este beneficio presupuestario, así que este argumento resta credibilidad.
Otro argumento extraño es que la legalización se trata principalmente de ayudar a los enfermos a través de la marihuana medicinal. Todos saben que la marihuana medicinal facilita el uso recreacional y que muchos partidarios de la marihuana medicinal están contentos con este resultado. Así que el enfoque de la marihuana medicinal parece engañoso. Peor aún, esto ha generado una nueva oposición a la legalización plena: los productores de marihuana medicinal, quienes no quieren competencia.
Una tercera premisa engañosa es que la legalización —de marihuana solamente— reduciría dramáticamente la violencia en EE.UU. y América Latina. La mayoría de la violencia inducida por la prohibición ahora proviene de otras drogas, por lo que esta táctica hace que los partidarios de la legalización de la marihuana parezcan estar desinformados o ser deshonestos.
Otro mal argumento en defensa de la legalización es que la marihuana es más segura que el alcohol o los cigarrillos. Independientemente de los hechos, esta afirmación solo impulsa a los prohibicionistas a apoyar la prohibición de más productos. Además, la mayoría de los males de la prohibición se generan de la prohibición misma, no de las propiedades del bien en sí.
Tal vez el peor argumento a favor de la legalización es que el consumo no aumentaría. Las pruebas disponibles no sugieren un gran aumento, pero los precios más bajos y la aceptación legal ciertamente nos conducirían en esa dirección. Los partidarios de la legalización deberían rechazar la idea de que un mayor consumo es necesariamente malo, o que la reducción del consumo de marihuana es una meta apropiada para una política de Estado.
¿Qué argumento deberían utilizar? Que el Estado no tiene por qué interferir en las actividades privadas, salvo cuándo sea para prevenir que se cause un daño a otros. Preocupaciones por tales "externalidades" podrían justificar leyes contra el manejo bajo la influencia o tal vez una edad mínima para el consumo. No pueden justificar una prohibición total de la marihuana o restricciones significativas.
Esta defensa de la legalización tiene a su favor la enorme virtud de la honestidad y obliga a los prohibicionistas a admitir que no apoyan la libertad individual. Algunas personas comparten la perspectiva prohibicionista, pero la mayoría no. Así que los partidarios de la legalización deberían confiar en sus conciudadanos y creer que, cuando se utilizan argumentos honestos, el lado correcto, por lo general, es el victorioso.
Este artículo fue publicado originalmente en CNBC.com (EE.UU.) el 20 de abril de 2012.