CICIG y su daño colateral

Gabriela Calderón de Burgos considera que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) no solo que no es la única alternativa disponible para que Ecuador fortalezca sus instituciones, sino que sería un remedio peor que la enfermedad.

Por Gabriela Calderón de Burgos

Los abusos cometidos por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) durante su gestión desde 2007 incluyen el uso de testigos falsos o de escasa credibilidad (casos Rosenberg y Sperissen/Vielmann), el abuso de la prisión preventiva (caso Max Quirin), la virtual eliminación de la presunción de inocencia (condenas vía rueda de prensa), la dependencia del Ministerio Público (que equivale a nuestra fiscalía) de una CICIG que a nadie rinde cuentas.  

La CICIG goza de inmunidad diplomática y no responde siquiera a un organismo fiscalizador dentro de las Naciones Unidas (ONU) ni de los países que financian su presupuesto, siendo en efecto un organismo de funcionarios públicos intocables con un amplio y evidente poder sobre los órganos de justicia de Guatemala.

Otro problema de la CICIG, que se veía venir desde antes de su creación, es que por su naturaleza temporal, no resuelve el problema de fondo que es que Guatemala carece de un sistema de justicia nacional funcional. Aunque ya lo de temporal va siendo cuestionable, pues la CICIG ha sido prorrogada en sus funciones cinco veces y en lugar de haber concluido su labor en 2009 seguirá en funciones hasta septiembre de 2019.

Aún luego de haber estado más de 11 años en el país Guatemala sigue siendo uno de los países latinoamericanos peor ubicados en el Índice de Estado de Derecho del World Justice Project. De 30 países de América Latina y el Caribe Guatemala se ubica en la posición 26. A nivel mundial Guatemala se ubica en la posición 96 de 113. Ecuador goza de una posición ligeramente mejor (23 de 30 en la región y 85 de 113 a nivel mundial).

Una República que goza del imperio de la ley no se construye de la noche a la mañana y no conozco de algún caso en el que una comisión de la desprestigiada ONU haya logrado ser la poción mágica que logra generar el Estado de Derecho en una nación en vías de desarrollo. Lo que si conocemos es que aquellos países que gozan de los mejores sistemas de justicia del mundo los construyeron durante un proceso largo, gradual y tortuoso. Esa es la historia del poder judicial inglés, el norteamericano, entre otros.

La perdida de fe o esperanza en nuestras instituciones no nos puede hacer perder la fe en que los ecuatorianos somos capaces, como otros grupos de seres humanos en otras partes y épocas del mundo, de resolver nuestros problemas. Recordemos que 11 años de una cooperación supuestamente encaminada a fortalecer el sistema judicial vemos que el jefe de la Fiscalía Especial contra la Impunidad de Guatemala (FECI) declara abiertamente que todo andaría mal sino fuera por la CICIG y que esta debe permanecer en el país todavía 10 o 20 años más.

Cuidado caemos en la falacia de nirvana, de creer que la alternativa de la CICIG carece de defectos frente a lo que tenemos u otras alternativas. Es allí donde quisiera terminar porque se nos presenta la CICIG como la única alternativa disponible. Incluso hay una que se encuentra cerca: Brasil. Eso sí, no espere soluciones mágicas y rápidas.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 4 de enero de 2019.