Chávez ve a Cuba como un modelo

Por Mary Anastasia O'Grady

Para nadie es un secreto que Hugo Chávez quiere algún día ser como Fidel Castro. La semana pasada, Chávez dio un paso más hacia esa meta al emitir 26 nuevos decretos diseñados para derrumbar los derechos de propiedad y consolidar aún más su poder económico en el palacio presidencial. También nacionalizó al tercer banco del país.

Sin embargo, Hugo no sólo está imitando a su ídolo cubano en lo económico. Lo que ha sido menos difundido es la creciente colección de prisioneros políticos del presidente venezolano, y sus otros métodos siniestros para neutralizar a sus opositores.

Las medidas económicas de la Revolución Bolivariana ya son preocupantes de por sí. El gobierno ha proclamado a la producción y distribución de alimentos como un bien público, lo que significa que el Estado puede intervenir de la manera que quiera. De hecho, ya lo ha hecho, y muchos creen que Chávez tiene en la mira a Polar, una empresa local de alimentos y bebidas, para nacionalizarla.

Chávez ha pasado casi una década intentando transformar a Venezuela en una economía de planificación centralizada. Los resultados son funestos. Hay escasez de alimentos, la inversión del sector privado y el empleo se están reduciendo y la inflación en los últimos 12 meses es de cerca de 34%. El aumento de la tasa de homicidios sugiere que se está desmoronando el orden civil.

Sin embargo, Chávez parece satisfecho con las circunstancias, mostrando otra forma en la que se parece a Castro: ambos son narcisistas antes que cualquier otra cosa y ambos están motivados por un intenso deseo de gobernar como un caudillo. El bienestar del país no importa.

En términos políticos, esto significa que todos aquellos que desafíen el poder del presidente deben ser silenciados, por la fuerza, de ser necesario. A diferencia de lo que han dicho Jimmy Carter y el senador estadounidense Chris Dodd sobre que la Venezuela de Chávez es una democracia, este gobierno está tratando de aniquilar a su competencia política.

Chávez no ha tenido que ser duro con demasiados venezolanos. Pocos son lo suficientemente seguros como para desafiarlo y muchos han sido fáciles de cooptar, al atar su supervivencia financiera a la agenda del gobierno. Además, Venezuela es un lugar conocido por su corrupción: no es sólo el círculo interno de Chávez el que está disfrutando de la fiesta.

Aun así, hay unos pocos que no han podido ser comprados o intimidados; para ellos, Chávez ha tenido que usar su propia versión de "la ley".

La semana pasada, su Corte Suprema, elegida a su voluntad, estableció que 260 candidatos a las elecciones municipales y provinciales de noviembre, la mayoría de los cuales se oponen a Chávez, serán impedidos de participar en la votación, por haber sido acusados de corrupción.

Por supuesto, esto no funciona realmente así en la ley venezolana, ya que a una persona sólo se le puede prohibir participar en las elecciones si es encontrada culpable. No obstante, el gobierno de Chávez encontró una forma de solucionar ese problema. Ninguno ha sido llevado a juicio, pero el Contralor Nacional, un chavista, los declaró culpables arbitrariamente.

Un peor augurio es la creciente lista de prisioneros políticos. Uno de ellos es Iván Simonovis, el antiguo jefe de la policía metropolitana de Caracas, quien durante su gestión se ganó la reputación de ser un profesional disciplinado y dedicado en su lucha contra el crimen. Simonovis era el principal policía en la ciudad el 11 de abril de 2002, el día de una protesta masiva que provocó la breve renuncia del presidente.

Ese día, 17 personas fueron asesinadas y una fuerza policial independiente habría tratado de encontrar a los responsables. Pero Chávez asumió el control de la policía metropolitana. Simonovis fue arrestado el 22 de noviembre de 2004, acusado de ser responsable de tres de esas muertes.

Su esposa Bonny es una de sus abogadas. Hablé con ella por teléfono el jueves y me dijo que retener a un sospechoso por más de dos años va en contra de la ley venezolana, pero sus apelaciones para obtener su libertad han sido rechazadas. También dijo que durante los tres años y ocho meses de su encarcelación su esposo ha sido mantenido en confinamiento solitario en una celda de cuatro metros cuadrados sin ventanas o ventilación. Su salud se ha deteriorado.

El juicio, que comenzó el 20 de marzo de 2006, ahora es el más largo en la historia de Venezuela. Las deposiciones finales deberían haberse hecho la semana pasada, pero el juez le dio a la fiscalía más tiempo para revisar los argumentos. La esposa de Simonovis dice que esto significa que el caso puede extenderse por meses, aunque no se ha presentado evidencia que pueda condenar a su marido.

Otro prisionero político es el teniente coronel de la Guardia Nacional Humberto Quintero, responsable de la captura del líder terrorista colombiano Rodrigo Granda en territorio venezolano en diciembre de 2004 y que luego lo entregó a Colombia. Quintero debería ser tratado como un héroe en Venezuela. En cambio ha sido enviado a una prisión de máxima seguridad y supuestamente ha sido torturado.

Estos hombres están siendo castigados por no estar de acuerdo con el chavismo. Sus arrestos también sirven como advertencia para el resto del país: si decide cruzarse en el camino de las aspiraciones caudillistas de Chávez, lo hace bajo su propia cuenta y riesgo.

Este artículo fue publicado originalmente en The Wall Street Journal (EE.UU.) el 11 de agosto de 2008.

Este artículo ha sido reproducido con el permiso del Wall Street Journal © 2011
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