Centros de Progreso, Parte 6: Chichén Itzá (Deportes en equipo)
Chelsea Follett destaca la importancia de Chichén Itzá como un centro de progreso, al haber sido la cuna de los deportes en equipo.
Por Chelsea Follett
Hoy presentamos la sexta parte de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org denominada Centros de Progreso. ¿Dónde sucede el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Esta columna dará una breve introducción a los centros urbanos que fueron los sitios de grandes avances en la cultura, la economía, la política, la tecnología, etc. La parte 5 puede encontrarla aquí.
Nuestro sexto Centro de Progreso es la ciudad mesoamericana de Chichén Itzá —el hogar de la mejor conservada y más grande cancha de juego de lo que muchas veces se cree que es el primer deporte de equipos de la humanidad y uno de los primeros deportes de pelota del mundo. El deporte conocido simplemente como el “gran juego de la pelota” era popular alrededor de Mesoamérica y fue jugado por todas sus principales civilizaciones desde los olmecas hasta los mayas y los aztecas. Se ha jugado desde al menos 1650 AEC y posiblemente tan temprano como 2500 AEC.
Las impresionantes canchas de piedra para jugar con una pelota eran algo tradicional en las ciudades mesoamericanas pre-coloniales, muchas ciudades teniendo incluso varias canchas. La cancha sencilla de tierra encontrada en el sitio arqueológico de Paso de la Amada, una ciudad en ruinas en lo que ahora es el sur de México, es la más antigua que todavía sobrevive, data desde 1400 AEC. Pero la cancha de piedra para jugar a la pelota construida aproximadamente en el año 900 EC en Chichén Itzá es la cancha de juego más grande y ornamentada en Mesoamérica, representando el apogeo del juego de la pelota en la región.
Los deportes de uno u otro tipo han sido parte de cada cultura en el pasado y en el presente. Mientras que algunos animales es conocido que juegan juegos con un aspecto físico (por ejemplo, es conocido que grupos de delfines juegan juegos de “atrápalo” al lanzarse pez globos una y otra vez como una pelota), solo los humanos han desarrollado verdaderos deportes —con reglas y puntajes.
Los deportes están entre las innovaciones más antiguas de la humanidad. Las competencias atléticas más antiguas se cree que comprendían sencillas competencias de lucha, que están ilustradas en las pinturas de las cuevas. Otros deportes antiguos incluían las carreras a pie, las carreras en cuadriga y el boxeo, así como también el levantamiento de peso, la natación y las competencias de tiro de arco. El juego de pelota mesoamericano era probablemente el primer deporte que contenía las características básicas de la mayoría de deportes modernos de pelota (Un rival por el título del deporte de pelota más antiguo es el Cuju, el cual algunos académicos consideran que es más viejo. Este es un juego chino similar al fútbol).
Hoy, Chichén Itzá es una creciente ciudad en ruinas en el norte de la Península de Yucatán del México moderno. Varias estructuras prominentes de piedra de la ciudad permanecen bien conservadas. Estas incluyen el Templo de los Guerreros, adornado con 200 columnas esculpidas en bajo relieve para representar a los guerreros, el Templo de Kukulcan (muchas veces llamado El Castillo) y el observatorio circular conocido como El Caracol o “el gusano”, nombrado así por la escalera espiral dentro de la torre. Con más un millón de visitantes al año, Chichén Itzá está entre las destinaciones turísticas más populares de México. También es un sitio Patrimonio de la Humanidad designado por la UNESCO, así como también un activo sitio arqueológico.
Chichén Itzá una vez fue uno de los centros mayas más grandiosos de la Península de Yucatán. La Civilización Maya era una civilización mesoamericana destacada por crear el sistema de escritura más sofisticado en las Américas antes de la llegada de Colón. Los mayas también eran famosos por haber diseñado un calendario sofisticado y por haber construido estructuras monumentales, incluyendo pirámides.
Chichén Itzá fue fundada por los Itzá, una tribu o grupo étnico maya. Fue construida cerca de dos cavidades formando pozos o manantiales naturales, que ayudaron a las personas a tener acceso a las reservas subterráneas de agua en la zona. La Península de Yucatán es un valle de caliza que carece de ríos o arroyos, pero está marcada con sumideros o pozos naturales llamados cenotes. El nombre de la ciudad significa, “por la boca del pozo de Itzá”. O, incluyendo la traducción literal de Itzá, “por la boca del pozo de los hechiceros de agua”. La construcción de Chichén Itzá probablemente empezó en el siglo 5 EC.
La ciudad llegó a convertirse en un centro importante de actividad política, ceremonial y económica de la Civilización Maya en alrededor del año 600 EC. Para ese entonces, Chichén Itzá había crecido hasta convertirse en una de las ciudades mayas más grandes, comprendiendo casi dos millas cuadradas de edificios de piedra densamente ubicados. Una red de casi 100 “sacbeob”, o carreteras elevadas y pavimentadas, conectaba a las estructuras de la ciudad. Esas carreteras y aceras probablemente estaban originalmente revestidas con estuco o enlucido de caliza, dándoles así un color blanco. Las estructuras más pequeñas surgieron a las fueras de la ciudad, conformando lo que eran los suburbios de Chichén Itzá.
Para el siglo 9, Chichén Itzá era de facto la capital regional, siendo los gobernadores de la ciudad quienes gobernaban gran parte del norte y centro de la Península de Yucatán. Chichén Itzá muestra notables similitudes arquitectónicas con la ciudad Tolteca de Tula, ubicada casi a 1.000 millas de distancia, incluyendo templos casi idénticos. Los intentos de explicar la conexión entre las dos culturas han generado algo de controversia.
Algunos académicos creen que los guerreros toltecas conquistaron Chichén Itzá en el siglo 10; algunos creen que los toltecas influyeron en Chichén Itzá a través de la difusión cultural debido al frecuente intercambio comercial. Otras teorías circulan. En cualquier caso, Chichén Itzá se volvió un sitio de mezcla de las culturas tolteca y maya. El templo más destacado de Chichén Itzá está dedicado a la deidad tolteca Quetzalcoatl, a quien los mayas locales adoptaron y llamaron Kokulkan.
Si pudiera visitar Chichén Itzá en sus días de apogeo, le hubiesen impresionado sus colores. Mientras que los restos de piedra de la ciudad hoy se han desteñido hasta tornarse de algún tono de gris, los arqueólogos creen que originalmente los edificios de la ciudad estaban pintados de colores brillantes. Usted hubiera pasado por muchas estructuras en intensas tonalidades de rojo, verde y azul, incluyendo al pigmento turquesa conocido como “azul maya”.
Los ricos usaban ropas teñidas de colores similares y elaboradas con pieles de animales, así como también adornos de plumas en la cabeza y joyas ornamentadas tales como collares de cuentas elaborados con oro, turquesa o jade. Los hombres usaban más joyas que las mujeres, y los arreglos de cabeza más altos muchas veces señalaban un status superior. Entre aquellos de status más bajo, los hombres usaban faldas o taparrabos sencillos, asegurados con un nudo o un cinturón tejido, mientras que las mujeres usaban blusas huipil similares a las túnicas y faldas largas. Tanto los hombres como las mujeres usaban chales alrededor de sus hombros durante la época de clima frío. La evidencia indica que algunos mayas se ungían con perfumes elaborados con vainilla o a base de flores.
Los químicos residuales sobrevivientes sugieren que los mayas antiguos de la Península de Yucatán comerciaban alimentos en mercados al aire libre. En los mercados de Chichén Itzá, probablemente hubiese visto una amplia variedad de alimentos incluyendo aguacates, plátanos, limones, naranjas amargas, habaneros, chaya, cacao (chocolate), achiote, y pescados así como también carne de criaturas que van desde el venado hasta los armadillos. La base de la dieta maya, el maíz, hubiese estado en todas partes. Muchas veces era hervido en agua con limón y consumido como una avena o crema con ají y pimienta, o era convertido en una masa para hornear tortillas, tortas planas o tamales.
Se cree que los mayas no tenían moneda y que utilizaban en cambio un sistema de trueque. A través del comercio usted podría haber comprado productos desde cerámicas hasta colchas tejidas. El puerto de Isla Cerritos en la costa del norte de Chichén Itzá hacían de esta ciudad un centro comercial importante, facilitando el comercio con otras ciudades a lo largo de las Américas. Las personas importaban varios productos de lugares lejanos, tales como el pigmento rojo de cinabrio desde las tierras altas y remotas de Guatemala.
En su momento máximo, Chichén Itzá tuvo hasta 50.000 personas viviendo en la ciudad. Eso es similar a la población actual de Danville, Illinois, pero era la ciudad más poblada en la Península de Yucatán en ese entonces. Su población era quizás la más diversa de la Civilización Maya, con residentes provenientes de todos los lugares de la península, migrantes toltecas y otros originarios de la actual Centroamérica. La diversidad puede que se haya derivado en parte de su estatus como un centro comercial que conducía un comercio frecuente con personas ubicadas a larga distancia.
En la parte noroeste de la ciudad, puede que haya pasado por los tzompantli o muros ceremoniales con cráneos de víctimas del sacrificio humano —a pesar de sus contribuciones al atletismo, Chichén Itzá no es un lugar donde una persona moderna quisiera vivir. A la distancia, hubiese escuchado el rugido distante de las barras de fans del deporte. Si hubiese seguido caminando, hubiese encontrado una gran cancha de juegos de pelota, y hubiese visto un partido del primer deporte de pelota en equipos.
La gran cancha de juegos de pelota de Chichén Itzá abarca una gigantesca área de 225 pies de ancho y 545 pies de largo. Las plataformas de piedra del estadio deportivo miden 95 pies de largo y 25 pies de alto. Al final de la cancha, en los muros de piedra de cerca de 20 pies sobre la tierra, brotan aros de piedra. Los aros están grabados con serpientes entrelazadas —representaciones de la deidad Kokulkan.
La cancha tiene unas características acústicas espectaculares. Los templos que se encuentran en cada punta de la cancha contribuyen a un eco fuerte, de tal manera que algo dicho en una punta puede escucharse al otro lado de la cancha. Esta transmisión notable de sonido ayudó a hacer de la cancha de juegos de pelota de Chichén Itzá la más importante de la Civilización Maya, amplificando las barras de los fans y los llamados a los jugadores con un efecto ensordecedor.
Los lados de la cancha están llenos de bancas para los espectadores. Estas bancas están inclinadas para ayudar a mantener la pelota dentro de la cancha. Las bancas también están esculpidas con relieves detallados mostrando a los ganadores de juegos pasados sosteniendo las cabezas decapitadas de sus oponentes. Los jugadores de pelota exitosos eran tratados como celebridades en la sociedad Maya, les llovían riquezas y fama.
Algunos paneles entallados muestran equipos de 11 jugadores más un capitán del equipo, mientras que otros muestran equipos de 12 y un capitán, sugiriendo algún nivel de variación en las reglas del juego. Las reglas precisas del juego son desconocidas, pero se cree que los jugadores se pasaban la pelota de caucho a través de la cancha y la lanzaban a través de los aros de piedra para obtener puntos.
Al final de muchos juegos, el equipo que perdía era capturado y sacrificado a las deidades mayas. Como el psicólogo de Harvard Steven Pinker ha señalado, el grado de sacrificio humano en la Mesoamérica antigua sirve como un vivo recordatorio de la ubicuidad de la violencia en el pasado, y de qué tan lejos la humanidad ha llegado desde ese entonces.
Dicho esto, el juego de pelota ocasionalmente servía como un sustituto de la guerra, acordando supuestamente los líderes políticos de la Civilización Azteca enfrentarse en una cancha de juegos de pelota en lugar de hacerlo en un campo de batalla. De hecho, algunos psicólogos creen que los deportes hoy ayudan a los seres humanos a canalizar sus impulsos competitivos y agresivos desviando estos de la violencia, y que las competencias atléticas están entrelazadas con el declive del conflicto abierto entre los estados.
La población de Chichén Itzá empezó a caer a mediados del siglo 13, cuando el centro del poder regional dentro del mundo Maya se desplazó hacia Mayapan, una ciudad más nueva construida al sureste de Chichén Itzá. En el siglo 16, los conquistadores españoles construyeron una capital temporal ahí, antes de eventualmente abandonarla.
Hoy, Chichén Itzá es mejor conocida como uno de los sitios históricos mayas más famosos y visitados con mayor frecuencia en México. La ciudad fue votada como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo en una encuesta global, y atrae turistas de alrededor del mundo, quienes se maravillan ante su arquitectura.
Un descendiente directo del juego de la pelota, Ulama, todavía se juega —afortunadamente sin el rito de matar al equipo perdedor. Como tal, el juego de la pelota también es el juego de pelota más antiguo que se ha jugado sin interrupción.
El desarrollo de los deportes en equipo fue un logro cultural significativo. Los deportes han transformado la manera en que la gente pasa su tiempo libre siendo una de las formas más queridas de entretenimiento. Para muchas personas, los deportes en equipo satisfacen una función psicológica más profunda, como proveer un sentido adicional de significado a sus vidas.
Los deportes en equipo enriquecen a la humanidad porque son emocionantes, un lugar estéticamente satisfactorio para la expresión emocional, un espacio para la energía física, un escape de los problemas del mundo real o un sustituto del conflicto en el mundo real. Por estas razones, Chichén Itzá es nuestro sexto Centro de Progreso.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 3 de julio de 2020.