Centros de Progreso, Parte 19: Filadelfia (Democracia liberal)
Chelsea Follett destaca la importancia de Filadelfia como el lugar donde nació una nueva forma de gobierno que luego sería imitada alrededor del mundo: una democracia liberal y representativa.
Por Chelsea Follett
Hoy presentamos la edición No. 15 de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org llamada Centros de Progreso. ¿Dónde sucede el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Nuestra columna proveerá una breve introducción a los centros urbanos que fueron los sitios de importantes avances en la cultura, la economía, la política, la tecnología, etc.
Nuestro Centro de Progreso No. 19 es Filadelfia, apodado como “la cuna de la libertad” y el “lugar de nacimiento de EE.UU.”. Esta capital temprana es donde el Segundo Congreso Continental firmó la Declaración de la Independencia. También es el lugar donde una nueva forma de gobierno fue debatida e implementada. Anteriormente, la forma dominante de organización política fue la monarquía. Pero los Padres Fundadores de la república estadounidense intentaron crear algo nuevo.
Hoy, Filadelfia es la ciudad más grande en el estado de Pennsylvania y constituye el corazón de la octava área metropolitana más grande en el país. La ciudad es un importante centro cultural, conocido por sus monumentos históricos como la Campana de la Libertad, sus famosos sanduches “cheesesteak”, la Universidad de Pennsylvania, e íconos culturales como los famosos “escalones de Rocky”. El histórico Salón de la Independencia, donde la Declaración de la Independencia y la Constitución fueron firmadas, es un Sitio Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. “Los principios debatidos, adoptados y firmados en el Salón de la Independencia han influido profundamente a los legisladores y autoridades alrededor del mundo” según la UNESCO.
William Penn, un cuáquero inglés, fundó Filadelfia en 1682 como la capital de su nueva “colonia de Pennsylvania”. El nombre de la ciudad significa “amor de hermanos” en griego. Le rinde homenaje a una ciudad antigua, en lo que hoy es Turquía, y a la cual se hace referencia en la Biblia. La antigua Filadelfia servía como un centro temprano de la Cristiandad. Los cuáqueros, una denominación protestante, eran conocidos por promover el pacifismo y por su oposición a la esclavitud. Esto último era una posición particularmente radical en ese entonces. Inicialmente, alrededor de 7 por ciento de los hogares de Filadelfia poseían esclavos. Se estima que para 1767 esa cifra había aumentado a quince por ciento de los hogares de la ciudad. En 1712, la Asamblea de Pennsylvania —la cual se reunía en Filadelfia— prohibió la importación de esclavos hacia la colonia. Esa decisión fue desautorizada por el gobierno británico bajo la Reina Anne a principios de 1713. El siguiente año (1714) y nuevamente en 1717, la Asamblea de Pennsylvania intentó limitar la esclavitud en la colonia. Cada vez, el gobierno británico en Londres rechazó la decisión.
Penn fundó la colonia de Pennsylvania como un “Experimento Santo” para ser gobernados según los valores cuáqueros. Sus leyes diferían de aquellas en las otras colonias estadounidenses de maneras notables. Pennsylvania garantizaba la libertad religiosa, promovía la educación para las niñas así como también para los niños, y buscó rehabilitar a los prisioneros enseñándoles una ocupación, en lugar de simplemente castigar a los agresores. La pena de muerte en Pennsylvania estaba reservada para aquellos condenados de asesinato o traición en momentos en que en Gran Bretaña las personas eran condenadas a la muerte por una amplia variedad de ofensas triviales. Penn, quien tenía al menos doce esclavos, propuso ante la Asamblea de Pennsylvania legislación que hubiese liberado a los esclavos de Pennsylvania y les hubiese dado propiedad en un nuevo pueblo. No obstante, su propuesta fue rechazada en la votación.
El abolicionismo, la educación universal, y las prácticas penales ilustradas no fueron solamente ideas radicales esparcidas a lo largo de Filadelfia durante el siglo 18. Muchos coloristas se volvieron cada vez más frustrados con su falta de representación política en la lejana aunque micro-controlador Gran Bretaña. Las ideas de la Ilustración inspiraron a los colonizadores descontentos a embarcarse en un experimento que cambiaría al mundo. En 1774, los representantes de 12 de las 13 colonias británicas en América se reunieron en Filadelfia. Ellos conformaron el Primer Congreso Continental (la colonia de Georgia no se atrevió a enviar a un representante dado que estaba luchando en una guerra en contra de tribus locales y no podía arriesgarse a perder la asistencia militar británica).
El Primer Congreso Continental respaldó el boicot de los productos británicos y del mantenimiento de milicias, pero su decisión más importante fue llamar a un Segundo Congreso Continental. Mientras que no se declaró todavía guerra formal alguna en contra de Gran Bretaña, George Washington (1732-1799), quien fue uno de los delegados de Virginia, compró nuevos mosquetes y vestimentas militares. También colocó una orden para un libro acerca de la disciplina militar. Conforme caminaba por las calles empedradas de Filadelfia, el futuro presidente sentía que la guerra era inminente.
Varios eventos escalaron el conflicto. En 1775, las fuerzas británicas intentaron capturar armamentos de Massachusetts. Los miembros de las milicias locales se resistieron. No queda claro qué lado disparó primero, pero la violencia resultante dejó a 90 americanos y 273 británicos muertos. Los americanos luego atacaron la ciudad de Boston, que se encontraba en manos de los británicos. Esos eventos —las Batallas de Lexington y Concord, y la Batalla de Bunker Hill— muchas veces son vistos como el inicio de la Revolución Americana.
Sin embargo, en ese momento, el conflicto entre los colonizadores y los británicos todavía se parecía a una guerra civil, no una revolución. Muchos colonizadores querían una resolución a la violencia que no involucrara separarse de Gran Bretaña. En cambio, ellos querían recibir una mejor representación política en el parlamento británico. En enero de 1776, el escritor americano nacido en Inglaterra Thomas Paine (1737-1809) publicó un panfleto titulado “Sentido común” que argumentaba a favor de la independencia de Gran Bretaña y por la formación de una república liberal y democrática. Paine publicó esa obra en Filadelfia y pronto vendió más de 100.000 copias. Esto energizó el respaldo público a la separación de Gran Bretaña y a la experimentación con una forma republicana de gobierno. El Padre Fundador y segundo presidente estadounidense John Adams (1735-1826) célebremente opinó: “Sin la pluma del autor del 'Sentido común', la espada de Washington hubiese sido levantada en vano”. Las imprentas de Filadelfia por lo tanto catalizaron la Revolución Americana.
Filadelfia luego fue anfitriona del Segundo Congreso Continental. Aunque el Segundo Congreso Continental se reunió en muchos otros lugares también, fue en Filadelfia que el Congreso adoptó la Declaración de la Independencia. Un ciudadano de Virginia, Thomas Jefferson (1743-1826), redactó el documento mientras se hospedaba en la casa de un mampostero en Filadelfia. El documento sentó el razonamiento de los colonizadores revelados para desear separarse de Gran Bretaña y manifestó varios ideales de la nueva nación. Los Estados Unidos de América se convirtieron en el primer país fundado bajo los principios de la Ilustración, incluyendo los derechos humanos y el gobierno consensual. El fragmento más conocido de la Declaración dice:
“Sostenemos que estas Verdades son evidentes en si mismas: que todos los Hombres son creados iguales, que su Creador los ha dotado de ciertos Derechos inalienables, que entre ellos se encuentran la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad. Que para asegurar estos Derechos se instituyen Gobiernos entre los Hombres, los cuales derivan sus Poderes legítimos del Consentimiento de los Gobernados”
Muchas de las ideas expresadas en el documento provinieron directamente de los filósofos de la Ilustración. Por ejemplo, parafraseaba la creencia del “padre del liberalismo” John Locke en los derechos a la “vida, la libertad y la propiedad”. La joven república americana no siempre vivió satisfaciendo sus ideales —más evidentemente en el caso de la esclavitud. Los ideales de la fundación, sin embargo, han inspirado a un sinnúmero de estadounidenses a luchar para crear una sociedad más libre con una mayor igualdad legal. Los valores de la fundación del país por lo tanto últimamente ayudaron a lograr el fin de la esclavitud (1865), la expansión del derecho al voto a todas las razas (1870) y a las mujeres (1920), y el derecho al matrimonio para las parejas interraciales (1967) y para las parejas del mismo sexo (2015). En otras palabras, la expresión elocuente en la Declaración de la Independencia de los ideales de la Ilustración ha continuado resonando a lo largo de generaciones y continuado promoviendo el progreso.
No sorprende que Filadelfia fuera la central, sino la capital oficial, de la nueva nación durante la guerra. Era la ciudad más poblada del joven país. Como con muchos otros Centros de Progreso, una población relativamente numerosa ayudó a la ciudad prosperar y actuar como un centro cultural. Mientras que Filadelfia tenía solo acerca de 400.000 residentes, se hubiese sentido abultada comparada a otras ciudades en las colonias.
Si hubiese podido visitar Filadelfia durante la Revolución Americana, hubiese entrado a una ciudad prosperando, llena de tiendas y viviendas adosadas, todas comentando las últimas noticias acerca de la guerra. Se hubiese topado con el científico, periodista, y estadista Benjamin Franklin (1706-1790), uno de los partidarios más destacados de la revolución. También ayudó a forjar la ciudad. Primero se mudó de su ciudad natal de Boston, gobernada por puritanos, a la relativamente tolerante Filadelfia con tan solo 17 años de edad, en busca de trabajo en la industria de la imprenta (Anteriormente había trabajado como aprendiz en el periódico de su hermano, el cual las autoridades de Boston pronto prohibieron). En 1729 Franklin empezó el Pennsylvania Gazette, que se volvió uno de los principales periódicos en las colonias. Fundó la Philadelphia Library Company en 1731, siendo pionero así con el concepto de una biblioteca donde se prestaran libros en un tiempo en el que los libros muchas veces eran sumamente costosos. Las suscripciones de los miembros financiaron la biblioteca. En 1751, Franklin también fundó el Hospital de Pennsylvania, financiado mediante la caridad (incluyendo al respaldo financiero de muchas de las familias más ricas de Filadelfia) y una donación que Franklin obtuvo del gobierno para igualar las donaciones privadas. El hospital sirvió a los pacientes de manera gratuita y Filadelfia pronto se convirtió en la capital médica de las colonias que luego llegarían a ser EE.UU.
Una vez que la revolución empezó, la amenaza de una toma de control por parte de Gran Bretaña pesaba sobre la mente de los habitantes de Filadelfia. En el otoño de 1777, aquellos miedos se materializaron. La ocupación británica de la ciudad ha sido llamada “uno de los peores errores de la Guerra Revolucionaria”. Conforme los habitantes de Filadelfia sufrían de la escasez en tiempos de guerra, los funcionarios británicos de la ocupación desarrollaron la reputación de vivir lujosamente y de realizar saqueos ilegales. Como Elizabeth Drinker, una escritora que vivía en Filadelfia en ese entonces, describió la situación: “Cuán insensibles parecen ser estas personas, mientras nuestra Tierra está tan desolada, y la Muerte y la pura destrucción se ha llevado y le tocará a tantos”. En 1778, las fuerzas americanas se fortalecieron debido a la ayuda de Francia, los británicos retiraron a sus tropas de Filadelfia. En 1783, la guerra terminó en una victoria para los rebeldes.
Hacia el fin de la Revolución Americana, los abolicionistas de Pennsylvania —incluyendo a muchos cuáqueros y presbíteros motivados por sus valores religiosos— ayudaron a acabar con la esclavitud en Pennsylvania, aprobando legislación en Filadelfia en 1780 que gradualmente desapareció esa práctica. Poco después, varios otros estados de EE.UU. (New Hampshire, Connecticut y Rhode Island) siguieron su ejemplo con legislación que imitaba de cerca aquella de Pennsylvania. Continuando el desempeño de su papel central dentro de la joven república, Filadelfia sirvió como la capital oficial de EE.UU. entre 1790 y 1800 mientras que se construía Washington, D.C.
Por ser “la cuna de la libertad” y el centro de la Revolución Americana, Filadelfia ayudó a la humanidad a descubrir los beneficios de la democracia liberal. Las ideas en el corazón de la nueva forma de gobierno demostraron ser tan exitosas que hoy las democracias liberales y representativas pueden encontrarse alrededor de gran parte del mundo. Filadelfia también fue un notable centro temprano de abolición de la esclavitud, de los valores de la Ilustración, la ciencia médica, y la cultura. Por estas razones Filadelfia es merecidamente nuestro Centro de Progreso No. 19.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 6 de enero de 2021.