Caleidoscopio arancelario

Iván Alonso dice que la protección desmesurada reorientará el trabajo y el capital norteamericanos hacia actividades en las que no son competitivos con el resto del mundo, al mismo tiempo que abandonan otras en las que sí lo son, pero que sufrirán el fenómeno inverso, la desprotección efectiva.

Orbon Alija/E+ via Getty Images

Por Iván Alonso

Los “aranceles recíprocos” anunciados por el presidente estadounidense Donald Trump el pasado miércoles prometen convertirse en un caso de estudio para futuras generaciones de economistas. La multiplicidad de tasas –10% para el Perú, 20% para la Unión Europea, 46% para Vietnam– va a crear enormes distorsiones y va a alentar un intenso cabildeo diplomático y empresarial para compensar por otros medios la desventaja en la que los productos de unos países serán puestos frente a los de otros. Si la mejor política arancelaria es tener cero aranceles, la que le sigue es tener un arancel uniforme para todos los productos y todos los países.

Los aranceles anunciados se derivan de dividir el déficit comercial de productos de un país con Estados Unidos por el total que importa Estados Unidos de ese país y restar la mitad,* con un mínimo del 10%. El trato diferenciado redistribuirá las importaciones estadounidenses de un país a otro, y no precisamente hacia aquellos que producen cada cosa al menor costo posible. La economía mundial será menos eficiente, y la de Estados Unidos también. La caída de los principales índices bursátiles lo dice a gritos.

Las tasas diferenciadas van a dar una protección desmesurada a ciertas actividades económicas. Usted importa un producto que cuesta US$100 en Vietnam y que podría producirse localmente con US$50 de materia prima europea y US$50 de mano de obra estadounidense. Con los nuevos aranceles, el producto costaría ahora, puesto en el país, US$146, y la materia prima, US$60. Quiere decir que sus costos locales pueden aumentar más del 70% –de US$50 a US$86, que es la diferencia entre US$146 y US$60– y usted seguirá siendo competitivo con las importaciones. Su tasa de protección efectiva, un concepto desarrollado por Max Corden, un economista australiano, hace más de 50 años, no es 46% ni 20%, los aranceles a las importaciones de Vietnam y Europa, respectivamente, sino ¡72%!

La protección desmesurada reorientará el trabajo y el capital norteamericanos hacia actividades en las que no son competitivos con el resto del mundo, al mismo tiempo que abandonan otras en las que sí lo son, pero que sufrirán el fenómeno inverso, la desprotección efectiva. Esta ocurre cuando se paga un arancel más alto por los insumos que por el producto terminado, desalentando la producción local. Ambos tipos de situaciones se van a presentar aleatoriamente, a lo largo y ancho del país, reconfigurando la producción y el comercio internacional. Habrá ganadores y perdedores, pero la economía estadounidense, en general, no estará mejor.

* Esta versión del artículo contiene una corrección a la manera en que se determinó el arancel de cada país.

Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 4 de abril de 2025.