Bush: 1914, 1938, 2005
Mientras el Presidente Bush lucha por consolidar la cooperación europea en la guerra contra el terrorismo, él debe tener en cuenta que existen persistentes diferencias que separan a los norteamericanos de los europeos. Estas diferencias frecuentemente emanan de diferentes ejemplos que podemos observar a través de la historia.
Muchos norteamericanos están impacientes con el acercamiento europeo hacia la guerra. Mirándolos de manera aislada, los europeos parecieran estar tan enfrascados en negociaciones, que no ven los peligros que ofrecen los tiranos y bravucones. Comparativamente, los norteamericanos parecieran despreciar la diplomacia, prefiriendo usar su poderío militar para poner a los regímenes conflictivos en su lugar.
Los norteamericanos recuerdan victorias militares. Las más grandes de éstas fueron obtenidas en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Y mientras lamentamos a nuestros muertos, muchos de los cuales están enterrados “por allá”, asumimos que sus pérdidas fueron necesarias para prevenir muchas más muertes horribles en otras partes. Enfrentados contra una especie de demonio personificado en Adolf Hitler y la Alemania Nazi, no hay ambigüedad alguna respecto a quien estaba peleando en el lado de los buenos.
Dentro de esta misma línea de pensamiento, muchos norteamericanos desprecian el acuerdo de Munich de 1938, cuando los líderes europeos optaron por otra ronda de negociaciones y compromisos en vez de una guerra inmediata, bajo la presunción de que el apetito de Hitler podía ser saciado. Los europeos estaban equivocados. Hitler no pudo ser apaciguado. La Segunda guerra Mundial nos enseña que la Guerra es horrible pero a veces, necesaria. La lección para los halcones norteamericanos es clara: la próxima vez desechen las negociaciones y opten por la guerra.
Los europeos no pueden olvidar la Segunda Guerra Mundial, y es probable que ellos recuerden la Primera Guerra Mundial más que los norteamericanos. En contraste con la claridad de la Segunda Guerra Mundial – una decisiva victoria del bien sobre el mal – la Primera Guerra Mundial nos enseña que la guerra es siempre horrible, muchas veces no concluyente, y puede desatar un montón de consecuencias no intencionadas. Una “victoria” en la guerra puede fácilmente conducir posteriormente a un conflicto mucho peor.
Mirando hacia atrás la tragedia y vanalidad de la Primera Guerra Mundial, muchos europeos se concentran en julio de 1914, cuando los líderes europeos escogieron la guerra en vez de otra ronda de negociaciones diplomáticas. Los líderes en ambos lados asumieron que el conflicto estaría finalizado dentro de una cuestión de meses, que resultaría en una victoria decisiva para uno de los lados y que una guerra prevendría una guerra más horrible después. Estuvieron equivocados en todo sentido.
La lección para muchos europeos: siempre que sea posible, hacerse el tiempo para diplomacia y negociaciones.
Diferentes percepciones sobre la guerra y la paz persistieron durante la segunda mitad del siglo XX. Durante la Guerra Fría, desacuerdos entre los Estados Unidos y Europa permanecieron en la sombra producto de la amenaza común ofrecida por la Unión Soviética. A través del tiempo, más y más europeos buscaron poner fin a la pesada y costosa confrontación. Por la década de los ochentas, algunos europeos favorecían complacencia con los soviéticos aún cuando Ronald Reagan instituyó una nueva ola de gasto militar. Muchos norteamericanos creen que el presupuesto de defensa de Reagan puso a los soviéticos de rodillas.
Estamos ahora embarcados en otra guerra global, la guerra contra el terrorismo. Más allá de la guerra para remover al Talibán del poder en Afganistán, la cual muchos europeos apoyaron, y la guerra de Irak, a la cual muchos Europeos se opusieron, millones de personas de ambos lados del Atlántico se preguntan cómo Bush va a lidiar con un gobierno iraní que pareciera intentar adquirir armas nucleares. Las lecciones de la Primera Guerra Mundial nos enseñan que las negociaciones son preferibles a la Guerra; las lecciones de la Segunda Guerra Mundial nos enseñan que los mandatarios autoritarios responden solo a la fuerza.
Muchos europeos asumen que el Presidente Bush sacará lecciones de 1938, en vez de 1914. Una reciente encuesta encontró que un 70% de los alemanes creen que Estados Unidos está planeando una ofensiva militar hacia Irán.
Cuando se le presentó dicha evidencia, Bush dijo no tener tales intenciones. Pero hay una cosa más, más allá de las aseveraciones verbales, que él podría hacer; en sus viajes por Europa, el Presidente podría considerar visitar uno de los 20 cementerios norteamericanos que hay allá, particularmente uno que honra a los muertos de la Primera Guerra Mundial. Esto podría al menos demostrar que él está tratando de apreciar las lecciones de esa guerra sin sentido. Y le daría credibilidad a su proclama de que él mira la guerra como un último recurso.
Traducido por Luis Felipe San Martín para Cato Institute.