Boris Johnson: Un amigo de Latinoamérica

Daniel Raisbeck destaca el interés particular de Boris Johnson en la región, promoviendo una mayor libertad de comercio entre el Reino Unido y la región y condenando las dictaduras de Cuba y Venezuela.

Por Daniel Raisbeck

En su juventud, Winston Churchill participó en la Guerra de independencia cubana como observador militar y corresponsal extranjero. Sin embargo, en 1954, tras el golpe de Estado contra Jacobo Árbenz en un país no muy lejano de Cuba, Churchill exclamó: “Nunca había oído de ese maldito lugar de Guatemala hasta mis 79 años”. Boris Johnson, el saliente primer ministro británico, es admirador y biógrafo de Churchill, pero ha demostrado mucho más interés por Latinoamérica que su ídolo.  

En el 2018, Johnson se convirtió en el primer ministro de Asuntos Exteriores de Reino Unido en visitar Argentina y Chile en más de dos décadas, y Perú en medio siglo. Latinoamérica, de hecho, no había captado la atención de los líderes del Partido Conservador británico desde la Guerra de las Malvinas. Johnson, sin embargo, consideró que “hay reinos de oro a ambos lados del Atlántico”, una referencia a la poesía de John Keats que aludía al potencial de libre comercio entre Gran Bretaña, la quinta mayor economía del mundo, y los mercados emergentes de América Latina

El potencial, por supuesto, se debe al Brexit, el maremoto político que Johnson ayudó a desatar en el referendo del 2016, cuando una mayoría de votantes británicos optó por salir de la Unión Europea (UE). Eventualmente, el Brexit llevó a Johnson al poder y lo ayudó a obtener una mayoría parlamentaria de 80 escaños en la elección general del 2019. Una vez afuera de la unión arancelaria de la UE, Reino Unido obtuvo la habilidad de acordar tratados de libre comercio “sin obstáculos y sin complicaciones”, según las palabras de Johnson, con cualquier país del mundo. Anteriormente, la pertenencia a la UE había implicado capa tras capa de proteccionismo hacia el mundo exterior. 

Para América Latina, el Brexit significa la posibilidad de obtener acceso a uno de los principales mercados del mundo desarrollado sin restricciones rentistas, como aquellas de la Política Agrícola Común de la UE. Los líderes latinoamericanos no han actuado con celeridad para aprovechar dicha oportunidad. Una notable excepción es la del actual presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, quien se reunió con Johnson en el número 10 de Downing Street el pasado mes de mayo al buscar un tratado de libre comercio con Reino Unido.  

Uruguay, líder suramericano en cuanto al PIB per cápita, es un país pequeño de 3,5 millones de habitantes. No obstante, la iniciativa de Lacalle es importante porque Uruguay pertenece a Mercosur, la versión continental de una unión arancelaria que les impide a sus miembros que también incluyen a Argentina, Brasil y Paraguay comercial libremente con otros países de manera bilateral.  

A raíz de la insistencia de Lacalle en liberalizar Mercosur, Alberto Fernández, el presidente peronista de Argentina, sugirió que Uruguay debía abandonar el bloque. Por su parte, Lacalle dijo en el 2021 que Uruguay quería el libre comercio con el mundo y ya no tenía tiempo para esperar la aprobación de sus socios de Mercosur. Potencialmente, un TLC entre Uruguay y el Reino Unido como aquel que Lacalle comenzó a negociar con China podría fracturar a Mercosur o conducir a una versión mejorada. Esto le daría un bienvenido impulso al librecambismo en América Latina, lo cual extendería los beneficios del Brexit mucho más allá de la Angloesfera.

Aparte de su interés por aumentar el comercio británico con la región, el primer ministro también ha dirigido su ingeniosa retórica contra los déspotas latinoamericanos y sus simpatizantes del primer mundo. Como canciller, en el 2017, dijo lo siguiente en la conferencia anual del Partido Conservador acerca del entonces líder de la oposición, el socialista Jeremy Corbyn:

“…(su) respuesta a los espeluznantes eventos en Venezuela es ponerse del lado del régimen simplemente porque son izquierdistas como él. Dice que aún admira el socialismo revolucionario bolivariano. Yo digo que está chiflado”.

En la Cámara de los Comunes, Johnson se burló de Corbyn, quien se oponía a convocar una elección general en el 2019, al referirse a su adulación por el difunto gerontócrata socialista cubano: 

“(…) tal vez sea porque ha seguido los preceptos de su mentor intelectual, Fidel Castro, cuyas multitudes de adoradores le daban serenatas, señor Presidente, al grito de ‘¡revoluciones, sí, elecciones, no!’”

Como primer ministro, Johnson ignoró sus instintos más liberales al implementar cuarentenas, subsidios a las nóminas de empresas, aumentos del gasto público y alzas de impuestos. Nada de lo anterior lo ayudó a evitar su reciente defenestración en manos de los parlamentarios conservadores. No obstante, como escribe el historiador Andrew Roberts, Johnson fue un primer ministro transformativo a pesar de su breve mandato, especialmente tras ejecutar el Brexit y derrotar rotundamente a Corbyn.

Dado su educación clásica, Johnson es célebre por su amor por el latín. Al dejar el cargo de primer ministro, también debe ser recordado por su abierta amicitia hacia América Latina. 

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 14 de julio de 2022.