Atrapada entre Putin y Trump, Europa se plantea lo impensable

Doug Bandow dice que Vladimir Putin y Donald Trump no han dejado a los europeos otra opción que asumir la responsabilidad de su propia seguridad.

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Por Doug Bandow

El cambio de orientación geopolítica de Estados Unidos ha dejado a los líderes europeos en un peligroso dilema, que podría conducir a un aumento del armamento nuclear y al resurgimiento económico.

Apenas transcurridos dos meses del segundo mandato del presidente Donald Trump, Europa reconoce que se enfrenta a dos amenazas aparentemente existenciales. Una es la invasión por parte de Rusia. La otra es el abandono de Estados Unidos. Como resultado, los europeos están pensando ahora en lo que antes era impensable: crear una disuasión nuclear europea.

Francia y el Reino Unido ya poseen armas nucleares. Sin embargo, ambas naciones siguen bajo el "paraguas nuclear" de Estados Unidos. Además, el programa de Londres está estrechamente vinculado a Estados Unidos.

La nación europea más interesada en un programa nuclear independiente es la más amenazada en la actualidad, Ucrania. En 1994, Ucrania devolvió a Moscú las bombas que quedaron tras la desintegración soviética. Rusia prometió respetar la independencia, la soberanía y las fronteras de Ucrania. Después de tres años de brutales combates, tres cuartas partes de los ucranianos quieren recuperar sus armas nucleares. Como eso es improbable, el presidente Volodymyr Zelenskyy ha sugerido adquirir otras nuevas.

Estados Unidos sigue queriendo que los europeos confíen en la disuasión ampliada. Este sistema se basa en la confianza en la voluntad estadounidense de arriesgar Washington, para defender tanto Varsovia y Riga como Berlín y Londres.

El momento de la verdad

Sin embargo, la frustración de Estados Unidos con sus aliados europeos no ha dejado de crecer. Hace más de una década, el Secretario de Defensa, Robert Gates, subrayó la "cruda realidad" de un apetito estadounidense cada vez menor por "gastar fondos cada vez más preciados en nombre de naciones" reacias a dedicar los recursos necesarios para su propia defensa.

El primer ministro polaco, Donald Tusk, reconoce que ha llegado el momento de actuar y ha declarado ante su Parlamento que Varsovia debe considerar la posibilidad de adquirir armas nucleares en respuesta a la agresión rusa, mientras Estados Unidos amenaza con retirarse de Europa.

Si Estados Unidos se retira, Europa necesitará mayores capacidades nucleares y convencionales para mantener la seguridad continental. Estudiosos como Kenneth Waltz llevan mucho tiempo argumentando que el equilibrio nuclear desalienta la guerra. Por ejemplo, sugirió que "un Irán con armas nucleares [...] sería probablemente el mejor resultado posible: el que tiene más probabilidades de restaurar la estabilidad en Oriente Medio".

El presidente de Polonia, Andrzej Duda, sugirió que Estados Unidos instalara armas nucleares en su país, pero es poco probable que lo haga, dada la exigencia de Trump de que Europa haga más. El posible canciller alemán, Friedrich Merz, propuso "compartir las armas nucleares" con las potencias británica y francesa, siendo estas dos últimas las que decidirían su uso.

La solución obvia para Europa es su propia disuasión. El continente podría refugiarse formalmente tras los arsenales francés y británico, y Polonia ya está hablando seriamente con Francia sobre esta posibilidad. Sin embargo, ¿están París y Londres preparados para ofrecer su versión de la disuasión ampliada?

Hace cinco años, Francia y Alemania se comprometieron a prestarse mutuamente "ayuda y asistencia por todos los medios", incluido el recurso al arsenal nuclear francés, según el presidente Emmanuel Macron. Más recientemente, señaló que "siempre ha habido una dimensión europea de los intereses vitales de Francia dentro de la doctrina nuclear", señalando el inicio de un debate estratégico sobre la "protección a través de la disuasión" para el continente europeo. Pero también insistió en que sólo los dedos franceses estarían en los botones de lanzamiento de las armas nucleares francesas.

La reactivación económica europea

Otras naciones europeas, entre las que destaca Alemania, podrían desarrollar o adquirir armas nucleares. Una propuesta es la de "un paraguas nuclear trilateral británico, francés y alemán" junto a las fuerzas estadounidenses. Aunque una bomba alemana es controvertida dentro y fuera del país, Berlín, junto con otras naciones, podría contribuir financieramente a Francia y Gran Bretaña para aumentar sus fuerzas. O la UE podría desarrollar su propio programa, a pesar del escepticismo de algunos miembros menos partidarios. No cabe duda de que la necesidad militar concentra las mentes. Los europeos que se sienten amenazados por Rusia y abandonados por Estados Unidos no tienen buenas alternativas.

Una capacidad nuclear europea aportaría algo más que beneficios en materia de seguridad. Europa ha tenido durante mucho tiempo un peso económico significativo, pero una posición militar mínima. Incluso cuando las crisis geopolíticas eran esencialmente locales, como en Libia, los gobiernos europeos tenían que recurrir a Estados Unidos. En esa misión, los ejércitos europeos carecían del número suficiente de aviones y se quedaron sin misiles.

Desplegar armas nucleares donde antes no las había mejoraría la posición internacional del continente. Si los gobiernos europeos completaran el rearme convencional con una disuasión nuclear continental seria, Europa se parecería mucho más a una tercera potencia mundial, ganando también peso geopolítico y diplomático.

Además, la creación de una base industrial europea orientada a la defensa desafiaría a una industria dominada por Estados Unidos. Los mercados bursátiles ya han reaccionado positivamente a estos planes. Los inversores entienden que tal diversificación ampliaría el alcance económico del continente, explotando oportunidades comerciales durante mucho tiempo desatendidas por las empresas europeas.

Al depender menos de Estados Unidos, la UE y los gobiernos europeos estarían más dispuestos a adoptar posturas independientes en política exterior, especialmente una postura más equilibrada hacia Israel y Oriente Medio. Además, Europa dejaría de sentirse presionada para respaldar a Estados Unidos en Asia a cambio de que Washington garantizara la seguridad continental.

Bruselas podría valorar más objetivamente si la respuesta adecuada a Pekín en una circunstancia concreta era la cooperación, la competencia o la confrontación. Aunque una Europa más fuerte no tiene por qué romper con Estados Unidos, el resultado sería una mayor multipolaridad mundial, con la consiguiente diversidad de opciones para empresas e inversores.

Vladimir Putin y Donald Trump no han dejado a los europeos otra opción que asumir la responsabilidad de su propia seguridad. Para ello, probablemente sea necesario desarrollar una fuerza de disuasión nuclear continental. Sin embargo, señaló el ex ministro francés de Asuntos Exteriores Hubert Védrine: "El debate que comienza ahora nos lleva a un territorio desconocido y será muy difícil de resolver".

Si el resultado es una bomba europea, las consecuencias de largo alcance irán mucho más allá de las cuestiones de seguridad. Europa podría acabar uniéndose a Estados Unidos y China como potencias geopolíticas y económicas.

Este artículo fue publicado originalmente en Professional Wealth Management (Estados Unidos) el 24 de marzo de 2025.