Argentina: ¿Qué es el ajuste?

Juan Manuel Morales dice que "Hay que entender que el ajuste, en muchos casos, es una consecuencia inevitable. Podríamos definirlo como una reacción del gobierno, materializada a través un paquete de medidas, que tienen por objeto restaurar el equilibrio macroeconómico de un país reorientando la economía hacia un crecimiento sostenido de cara al futuro".

Por Juan Manuel Morales

Si tuviera que elegir una palabra que he leído y escuchado de manera recurrente durante los últimos meses en nuestro país creo que esa palabra sería “ajuste”. Lo curioso es que por más utilizada que sea, no es un término que el común de la gente pueda definir en forma concreta, sin embargo hay algo que está claro: no es algo que nos guste a los argentinos, nos recuerda los fantasmas del pasado no muy lejano y nos genera miedo.

Si sumamos los tres factores antes mencionados: 1) en general no está claro el alcance del término, 2) no es algo que la gente vea de manera positiva y, por último, 3) genera miedo en la población, obtenemos un combo perfecto que hace de dicha palabra la preferida a la hora de intentar manipular la opinión pública a través de campañas mediáticas, las cuales refiriéndose con total liviandad sobre el asunto, confunden y enojan a los destinatarios sembrando el pánico en la población.

Para empezar a entender que significa verdaderamente “ajuste”, en mi opinión, deberíamos tener en claro dos cosa fundamentales. Primero que el “ajuste” jamás tiene que ver con un mero antojo del gobernante de turno, incluso en la mayoría de las ocasiones tiene un costo político alto para quien gobierna, y por lo tanto no es algo que le agrade llevar a cabo. Hay que entender que el ajuste, en muchos casos, es una consecuencia inevitable. Podríamos definirlo como una reacción del gobierno, materializada a través un paquete de medidas, que tienen por objeto restaurar el equilibrio macroeconómico de un país reorientando la economía hacia un crecimiento sostenido de cara al futuro. Es una necesidad ante desequilibrios económicos graves que deben ser corregidos a la brevedad para evitar males mayores, hayan sido estas desviaciones causadas por erróneas políticas económicas sostenidas a lo largo de un tiempo pasado, por un giro inesperado en el contexto internacional (como los precios de commodities, crisis en otras partes del globo, guerras, u otros factores externos), o una combinación de ambas. Lo que tiene que quedar claro es que el ajuste no es un capricho ni una forma de hacer política, sino que surge de una necesidad de encaminar la economía. 

En segundo lugar, es importante saber es que muchas veces cuando se llega a un descontrol importante de las variables económicas, el ajuste es inevitable. Teniendo esto en cuenta existen dos posibilidades: o consiste en un paquete de medidas económicas estudiadas e implementadas por los responsables de turno (dependiendo de los especialistas, algunos se inclinan por el shock otros por el gradualismo o priorizar determinados problemas ante otros), o simplemente se da de forma retrasada (estirando la agonía de los agentes económicos), espontánea y desordenada.

Podríamos pensar que si el país fuese un auto, el motor que lo impulsa sería la economía. Como todo vehículo, tras cierto uso después de sacarlo de la agencia empiezan algunos ruidos extraños, si no se lo lleva al service y se lo sigue usando normalmente, con el pasar de los meses el ruido del motor se agudizará. Al tiempo, ya comienzan algunas las fallas de mayor importancia y también la dirección nos tira para uno de los lados, pero el usuario sigue conduciéndolo como si nada pasara, negándose a visitar un mecánico. Más tarde, ya observamos un denso humo negro que sale del caño de escape. Claramente ya no queda más remedio que la visita al taller, el auto corre riesgo de fundirse. Esta visita al taller para normalizar el funcionamiento del motor se podría llamar “ajuste”. Evidentemente no se trata de un capricho sino de una necesidad (a nadie le gusta gastar dinero en reparaciones mecánicas) y, por el otro lado, todos entendemos que de no hacerlo a tiempo es probable que nuestro vehículo en algún momento nos termine dejando varados, nos haga pasar un mal momento y hasta termine fundido (lo que nos implicaría aún mayores gastos de reparación), claramente desde la aparición de la falla que se agudiza con el tiempo, el único destino posible para el auto es la indeseada visita al taller para normalizar su funcionamiento, queda en nosotros si nos queremos organizar y llevarlo al taller lo antes posible evitando que se termine de romper o simplemente lo dejamos hasta que falle por completo, con las consecuencias que ello implica .

En nuestro país la economía tiene grandes problemas. La herencia del gobierno que se va es muy pesada, y el ajuste, le guste a quien le guste, es la condición necesaria para poder salir del pozo y empezar a crecer lo más rápido posible. Entre los problemas heredados encontramos un cepo cambiario, ya desarmado exitosamente por la nueva administración, pero siendo la desaparición del mismo una medida acertada y necesaria, no es condición suficiente para volver a crecer. Un índice de pobreza desconocido, el empleo privado estancado, empresas estatales pésimamente administradas, la presión tributaria más alta de los últimos años, una inflación sostenida desde el 2007, economías regionales quebradas, pérdida del autoabastecimiento energético, inmensos subsidios económicos, tarifas pisadas y un déficit fiscal de unos 8 puntos del PBI son algunos de los retos que el flamante gobierno debe afrontar si queremos volver a acoplarnos al mundo. La solución no es mágica, años de profundizar en políticas equivocadas tiene su costo. Pero antes estemos dispuestos a tomar el rumbo correcto, antes veremos los resultados.